Hoy hace un año que empecé a escribir para Descalzos por el Mundo. Primero, en una página de Facebook que creé para ello y, como el gusanillo me seguía picando porque no me bastaba, decidí crear un blog.
Esta idea era algo que ya había intentado en anteriores ocasiones, con temáticas totalmente distintas y que, por distintos motivos, había abandonado. Pero me gusta escribir y quería encontrar algo que me llenase y de lo que no me cansara. Resultado: escribir sobre viajes.
Empecé desarrollando el tipo de artículos que me gustaría tratar y, después, un índice de artículos e ir escribiendo.
Desde el principio, tenía claro que no quería ser el blog de viajes al uso que da un montón de recomendaciones prácticas y que optimiza recorridos. Como ya he explicado en varias ocasiones, ya existen muchos blogs así y hay editadas muchas guías. Ese trabajo no me aporta y creo que no tengo mucho que aportar.

Lo mío es más bien describir lugares, el cómo me sentí al verlo o recorriendo un lugar, el por qué lo elegí o, simplemente divagar sobre un tema como, por ejemplo, si prefiero un hotel o un apartamento turístico, cómo eran las vacaciones con mis padres o el turismo de festivales musicales.
Llamadme ingenua porque pensaba que sería mucho más fácil. Escribir un artículo que no fuera ni demasiado largo ni demasiado corto, revisarlo para que esté bien redactado y poner fotos pintonas. Pues no.
Entre otras cosas, también se requiere la visita de las musas y dedicarle tiempo, que a veces, escasea. Mientras que escribo esto no estoy haciendo otras cosas.
Pero no sólo eso, hay toda una parte técnica, SEM/ SEO, palabras clave, etiquetas, horarios de publicación, etc. que a mí se me escapan. He leído mucho sobre cómo conseguir un buen posicionamiento, sobre elección de las etiquetas, aunque el factor suerte también juega.
Desde el principio tenía claro que dar el petardazo y vivir de esto es imposible, convertirte en el blog del momento con centenares de visitas, tampoco era realista, así que me conformaba que lo leyese alguien más que no fuese Javi y, por suerte, puedo decir que ese objetivo está más que cumplido. No sólo gente que me conoce y que decide seguirme y leerme (gracias, sois los mejores), sino también gente que no me conoce de nada y que, a saber por qué, les aparezco como resultado de búsqueda y pinchan. Gracias. Los números no pueden gustarme más.

Admito que he ido cambiando la idea original. Si en los inicios comentaba que no quería hacer guías de viaje, el recorrido balcánico de Semana Santa me hizo cambiar de idea. Continúo sin hacer guías prácticas, pero me gustó escribir por algo que acabo de vivir.
Un día tuve la feliz idea de crear una categoría llamada “Consejos” en la que creo que sólo publiqué una o dos veces. Eran ideas sueltas con consejos prácticos de un determinado lugar. Poco después, le dejé de encontrar sentido y ahí se ha quedado.
La parte que menos me gusta es poner mi autoestima en manos del número de lectores o de los likes en Facebook. No os podéis imaginar las veces que he pensado en abandonar porque la lucha contra el algoritmo la tengo perdida desde el principio. Cada vez tengo más referencias de otros blogueros o artistas que usan las redes para vender su trabajo y se quejan de lo que les cuesta luchar contra eso. Ver que por más que te lo curres, por más empeño que le pongas, no consigues más, incluso cada vez llegas a menos gente. Y eso genera frustración, piensas que no lo estás haciendo bien, que lo que tienes que contar no interesa a nadie, que no están dispuestos a cederte unos minutos de su día para leerte. Y, si esto está pasando con perfiles totalmente consolidados, con estrategias pagadas SEM/SEO por detrás, que se pueden permitir una publicación diaria (o varias, aunque sean reprogramaciones), ¿qué nos ocurre a los recién llegados? Pues que vamos cuesta abajo, sin frenos y sin idea de cómo remontar.
Por suerte, siempre ha habido algo que me ha hecho seguir. Aunque suene cursi, no sabéis lo bonito que es que te llegue una notificación de wordpress indicando que alguien le ha dado al “me gusta” en tu post, que una sola persona se ha leído varios y te lo hace saber con ese simple gesto. Me saca una sonrisa y, por otro lado, un suspiro por situar mi autoestima en las manos de unos desconocidos.

Pese a todo esto, quiero continuar. Una vez leí que la mayor parte de los blogs no llegan al año de vida y yo no quiero hinchar más ese porcentaje, quiero ser de los que van cumpliendo años. No puedo garantizar cuántos, ni si voy a tener el mismo tiempo para sacar temas, escribir, corregir, añadir fotos, volver a revisar, planificar el mes de publicaciones y programar. Casi nada.
La experiencia está siendo positiva, he encontrado una temática que me apasiona y de la que no parece que me vaya a cansar. Los que me conocéis sabéis que es una parte importante de mis conversaciones (los viajes, no Descalzos por el mundo).
Y, como se trata de un balance del primer año de un blog de viajes, haré un recorrido muy breve por los lugares a los que me ido este año.
En Semana Santa, me atreví a salir de España por primera vez en dos años a una zona europea que aún no conocía. Visité el sur de Albania, Meteora en Grecia y el lago Ohrid, en Macedonia del Norte. Entre otras cosas, me traje en la mochila la amistad de Inma y Jose y el compromiso de hacer la segunda parte del recorrido en la próxima Semana Santa.

En la primera quincena de julio hice justicia poética con una región que se me llevaba escapando muchos años: Escocia. Naturaleza, lochs, castillos, gente híper amable y Edimburgo, una ciudad de ensueño.

- Preparación del viaje a Escocia
- Castillos escoceses, parte I
- Castillos escoceses, parte II
- Ciudades escocesas
- Highlands
- Isla de Skye
- Glasgow
- Stirling
- Edimburgo
En la semana del puente de agosto, hicimos un viaje más corto, en el que no queríamos tanto coche y sí disfrutar un poco más. Recorrimos la parte portuguesa del Duero, desde Miranda do Douro hasta Oporto, terminando en Aveiro.

En el puente del 31 de octubre, volví a Cuenca, 10 años después de la última vez. Queríamos campo otoñal y tuvimos campo otoñal. Dedicamos un día a visitar una de las ciudades Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO y dos a hacer senderismo. Mmmm montañas y aire puro.
Y, como colofón, en el puente de diciembre, me lie la manta a la cabeza y decidí cumplir uno de mis sueños viajeros desde que era niña: Egipto. Todavía se me caen las lágrimas cuando lo pienso. Hace ya varios meses, comentaba que tenía tres lugares a los que tenía que ir antes de poder morir: Petra, Isla de Pascua y Egipto. Puedo tachar dos de la lista, el tercero, espero que no se haga de rogar, pero esto no significa que esté cerca de la muerte, significa que ¡tengo que encontrar otros tres lugares! A parte de la Isla de Pascua, Japón, el Transsiberiano y la Costa Oeste de EE.UU. pueden ser buenas opciones, aunque hay tantos sitios… ¡me interesa todo y quiero ir a todas partes!
Cerrando ya este balance, sólo puedo repetir que es totalmente positivo, pese a las sombras que aparecen (y es que nada puede ser totalmente luminoso). Gracias a los que me leéis, a los que me seguís tanto en WordPress como en Facebook, gracias a los que me disteis ánimos para ponerme a ello, gracias a Mariola por los consejos sobre cuándo publicar, gracias a Marisol por ese “¡ya era hora!”, gracias a Paz por insistirme en que le dé más publicidad (aunque yo sigo diciendo que me da vergüenza), gracias a Geni por el entusiasmo, gracias a Javi por ayudarme con el nombre, con el logo, por leerme y ser mi “corrector” oficial y por darme mucho material para escribir.
¡A por el segundo año!