Por 1 euro la respuesta, nombre tipos de turismo, por ejemplo, de sol y playa. 1, 2, 3 responda otra vez.
Turismo de sol y playa, de aventuras, de montaña… y de festivales. Según Hosteltur, los turistas que vienen a nuestro país como espectadores de distintos eventos son el 18% del total, y se unen a los festivales consolidados, como el FIB o el Sonorama, otros que llevan pocos años, Mad Cool o Planeta Sound. Por no hablar de giras internacionales que pasen en verano por España y, menos aún, de los celebrados en otros países, como Glastonbury o Coachella.
No conozco directamente a nadie que divida sus vacaciones entre los distintos festivales que hay, es decir, 3 días por aquí, 4 por allá, pero alguna amiga sí que me ha mencionado que tiene conocidos que lo hacen. Una manera más de pasar las vacaciones que, desde mi punto de vista, es muy curiosa: cambiamos la playa por ir al Sonorama (Aranda de Duero, Burgos), la montaña por el Contempopránea (Olivenza, Badajoz) o conocer otro país por ir al BBK (Bilbao). Sí, lo sé, en contraposición, se puede optar por La Mar de Músicas (Cartagena, aunque no tengo claro que sea un festival como tal), el Primavera (Barcelona), o el Low (Benidorm), por nombrar sólo unos cuantos. Pero ¿hasta qué punto es intercambiable? Pues depende de cada persona, obviamente. En 2008, estuve en el Contempopránea y me lo pasé de vicio, pero no puedo comparar un fin de semana largo en Badajoz con ir unos días a la playa o a Budapest, aunque me quede a hacer turismo que, en este caso en concreto, Extremadura a finales de julio es mortal.

Sin embargo, hay un aspecto más que me llama la atención: el dinero que cuesta. Hace años, eché la cuenta de lo que me costaba ir al Primavera (recordatorio, es en Barcelona y yo vivo en Madrid): abono, desplazamiento, alojamiento (no conozco a nadie de confianza en Barcelona como para meterme en su casa), comida y bebida me salían por unos 500€. Y sólo iba a ser tres días (de cuando los festivales empezaban un viernes y acaban un domingo, no como ahora, que parecen una yincana). Por mucho que me apetezca ir al Primavera o me encante el cartel, gastarme 500€ en un solo fin de semana, como poco, se merece darle un par de vueltas. Y esto es aplicable a los celebrados en España, si ya ponemos la vista en otros países, no quiero ni pensar por cuánto saldría. Una de mis espinas festivaleras clavadas es Glastonbury pero, sabiendo que las entradas se agotan en minutos sin saber el cartel, me temo que la espina se va a quedar ahí por muchos años.
Y sí, sé que hay alternativas más baratas. Por ejemplo, el Atlantic Fest es mucho más económico o, el Mad Cool queda compensado porque me vuelvo a mi casa a dormir, pero ¿por qué tienen que celebrarse en pleno mes de julio? ¿Nadie más se va de vacaciones en ese mes? Me gustó más la primera edición de este último: mediados de junio y sin calor.

Siguiendo con el tema presupuesto, no podemos obviar que hay festivales que han sucumbido a la presión extranjera, el ejemplo más claro es el FIB. Es verdad que siempre ha sido muy internacional (Sonic Youth en 1997; Radiohead en 2002; Pixies en 2006, por nombrar unos pocos) pero era fácil encontrar muchos grupos españoles en el cartel (Manta Ray en 1996, La habitación roja en 1998, Australian Blonde en 1999, Chucho en 2001 o Los Planetas en 2002) y que, en las últimas ediciones, aunque la presencia de bandas españolas sigue existiendo, es puramente anecdótica. Al final, es un evento que compraron unos británicos, pensado para público británico (o, por lo menos, para público que vive al norte de los Pirineos) y a precios británicos. Con los abonos agotados en todas las ediciones, no parece que les importe mucho que los españoles ya no vayan.
Pero no dejo de preguntarme cómo se apaña la gente que concibe el verano yendo de un festival a otro: ¿son vacaciones de días sueltos? ¿Enlazan uno con otro sin volver al trabajo? Si sólo una semana de vacaciones sabe a poco, ¿cómo es coger dos días unidos a un fin de semana? Por favor, si hay algún lector festivalero, que me saque de dudas.

Otra opción es coger el grueso de las vacaciones fuera de la temporada alta y, en verano, dedicar los días imprescindibles a darlo todo en la pista. Sabemos las ventajas de viajar fuera de fecha (precios más bajos, menos gente, mejor clima) pero también los inconvenientes (tiempo más impredecible, sitios que no han empezado la temporada, más difícil encontrar acompañantes). Para los que nos gusta viajar, ¿estaríamos dispuestos a renunciar un año (o varios) a ir a la otra punta del mundo por ir a conciertos? También es una experiencia… Aunque, ¿no os parece que los carteles se parecen cada vez más? Hay festivales que juegan en ligas muy diferentes, no se puede comparar el Palencia Sonora con el Primavera, pero sí con el Contempopránea, y, al mismo tiempo, el Primavera con el Mad Cool. ¿Vas de uno a otro a ver casi a los mismos grupos?
¿Qué eliges? ¿Adónde vas? ¿Hay abonos? ¿Quedan habitaciones en hoteles cercanos? ¿Qué fue antes, el huevo o la gallina?
Confieso que no he sido muy festivalera, primero, porque no tenía a gente con la que ir (amigos a los que no les gusta la misma música, no tienen dinero para el abono o, directamente, no les gustan los festivales) y, después, me aficioné a los viajes y el presupuesto y los días de vacaciones son limitados. Tenía que elegir y me quedé con lo segundo. Sin embargo, tengo que reconocer que mi paso por el Contempopránea fue glorioso: disfruté como nunca, vi a grupos que no he vuelto a ver o que se separaron un tiempo después y, aproveché para conocer Trujillo (Cáceres). Y ya sabemos dónde hay que comer en Trujillo, ese lugar que va de boca en boca: La Troya.

Y vosotros, ¿festivaleros o viajeros?
Antes de cerrar, quiero aclarar que, aunque he metido muchos vínculos, no recibo ningún tipo de compensación por la mención, simplemente es para facilitar la tarea de comparar carteles y, nunca se sabe, a lo mejor, alguien se anima.
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