Mitomanía viajera: en busca de los lugares míticos del cine y la música

Cuando decidí empezar a escribir un blog, preparé un índice con los temas que se me iban ocurriendo para hablar de ellos: auroras boreales; ciudades que me encantan, pero en las que no viviría; el recorrido por el norte de Europa… ese índice lo he ido modificando en estos meses, algunas ideas que había anotado las he quitado y, como es lógico, he ido añadiendo bastantes más.

Una de los que añadí es ésta que voy a tratar ahora, salvo que no le había puesto ese nombre, sino el de Mitomanía. En mi cabeza, hace referencia a perseguir mitos o lugares que pueden ser considerados míticos, por ejemplo, hacerse una foto en el mismo punto en el que se tomó la portada del archiconocido y maravilloso álbum de David Bowie The rise and fall of Ziggy and the spiders from Mars, bajar bailando las escaleras de Nueva York en las que Joker hizo lo propio o visitar San Juan de Gaztelugatxe o, mejor dicho, Rocadragón, para todos los fans de Juego de Tronos.

San Juan de Gaztelugatxe, o Rocadragón, según se mire

¿Y por qué quiero hablar de esto? Porque, en general, yo me considero mitómana. No voy persiguiendo a lo loco cualquier rincón que haya podido ser escenario de una serie, película, vídeo musical o foto de famosa de lo que sea, aparte de porque es imposible y excesivamente cansado, porque prefiero reducirlo a lo que me gusta de verdad. Parece obvio.

No obstante, tuve la feliz idea de buscar mitomanía para asegurarme que el significado era el que yo me imaginaba y sufrí una profunda desilusión. La mitomanía es una trastorno psicológico por el cual, la persona que lo padece no puede dejar de mentir compulsivamente. Ouch. Me da que no voy a poder ir diciendo por ahí que me considero mitómana.   

Me sentí obligada a replantearme la manera en la que iba a llamar a este artículo y, por más vueltas que le he dado, no terminaba de encontrar ese título que me gustara tanto. Sin embargo, he probado a buscar en la RAE mitomanía y parece que los nubarrones han dejado pasar algo de luz. Según el diccionario de esta institución, la segunda acepción de este término es “tendencia a mitificar o a admirar exageradamente a personas o cosas”.

De esta manera, he decidido seguir adelante con el título que había pensado desde un principio y, para que quede claro y no crear confusión (psicológica), le añado el apellido de “viajera” antes de hacer un recorrido por aquellos lugares que fui expresamente a buscar.

Oasis, Soho, Londres

What's the story morning glory?
Well
Need a little time to wake up, wake up
Well

Si os suena esta canción, es muy probable que la estéis cantando en este momento; si no es el caso, os aclaro que se trata de What’s the story (morning glory)? canción que da nombre al disco del mismo título de Oasis, mítica banda de mediados de los 90 y uno de los mayores ejemplos del Britpop.

¿Esta canción me ha hecho viajar? Pues, realmente, no, lo que me hizo hacerlo fue la foto de la portada del álbum. Si no fuese fan de Oasis, si no pensara de que se trata de un disco redondo, el buscar por el Soho el punto en el que se hizo la foto sería un poco absurdo, pero soy fan de Oasis y creo que se trata de un disco redondo, así que buscar el punto en concreto en el que se tomó la foto para la portada de dicho álbum es un motivo más para ir a Londres.

Casas del Parlamento, British Museum, Hyde Park, Portobello, Camden, Abadía de Westminster… muchos sitios a los que ir, a los que había que añadir, sí o sí este lugar del Soho.

(What’s the story) morning glory? En el Soho de Londres

En su momento, no había mucha más información. Tenía, bueno, sigo teniendo, un libro que habla de la banda, del significado de algunas canciones y anécdotas varias. Describía cómo se habían dado las circunstancias para tomar la foto y todo lo que había detrás. ¿Será verdad? Quién sabe. Lo que sí ofrecía era un dato concreto: la foto se había tomado en el Soho londinense. Sin más datos. Estaba más o menos ubicado, pero decir eso es como decir que se ha tomado en Malasaña. A no ser que conozcas la zona, no tienes nada.

En esa época, no existía internet, por lo que era imposible saber algo más de la misteriosa ubicación. Más tarde, cuando la red llegó a las casas y yo fantaseaba con visitar la capital británica, la buscaba, aunque conviene recordar que, internet hoy en día no tiene nada que ver con lo que era hace 20 años (o más), y sólo daba con información poco concreta y contradictoria, así que seguía sin tener mucho más. Hasta que, por fin, el viaje a Londres se materializó y ya no quedaba otra que buscarla con más ahínco. Y sí, esta vez conseguí la dirección en la que se había hecho la ansiada foto: Berwick Street.

Aterrizadas en Londres, el primer día estamos por la zona y ya había advertido que quería pasar. Llevaba en el bolso el CD en cuestión, iba por la calle con él en la mano, comparando la portada con lo que veían mis ojos y ¡sorpresa!: en un escaparate de una tienda hay un cartel indicando que justo ahí se tomó la famosa instantánea. Yo también tengo la mía, y pese a que no es el punto exacto, las vivencias estuvieron a la altura de las circunstancias.

Abbey Road en Londres: el paso de cebra mítico

¿A quién no le gustan The Beatles? ¿Quién va a Londres y no va hasta Abbey Road a hacerse la foto en el paso de cebra más famoso del mundo? Pues seguro que, como las meigas, yo no creo que existan, pero haberlos, haylos.

Al igual que en el caso anterior, conseguir la que emula a John, Paul, Ringo y George era obligatoria. Por suerte, en este caso, la ubicación es muy conocida, no hace falta una exhaustiva búsqueda en internet para dar con ella, sin embargo, lo que sí que es necesario es estudiar en el mapa cómo ir.

El metro más cercano es St. John’s Wood y, desde aquí, un paseo de poco más de 5 minutos en línea recta. Esto, con el mapa delante porque yo lo hice andado desde la estación de Baker Street, pasé por la puerta del museo de Sherlock Holmes y el trayecto desde aquí es un poco más largo y complicado.

Cuando llegas, lo reconoces, una imagen icónica que hemos visto tantísimas veces. Aunque el paso de cebra que vemos hoy en día no está en el sitio original en el que estaba en el año 1969 ya que se movió unos metros, poco importa, la energía musical de los escarabajos se percibe en el ambiente.

No es el mejor ángulo, pero la energía de The Beatles llega en Abbey Road

Justo en la intersección hay una pequeña isleta donde te puedes poner para decir “sí, fue aquí” e inmortalizar el momento. Conviene tener en cuenta que se trata de una calle por la que circulan coches y que, pese a haber un paso de cebra, los conductores muestran mucha paciencia parando más tiempo del normal hasta que hemos cruzado simulando la estampa.

El Amador, el bar al que muchos queríamos ir en Granada

Y siempre voy al Amador por si apareces
Pero nunca vaaaaas
Pero nunca nunca vaaaas
Estoy harto de esperar
Esto es más de lo que puedo sorportar

Los versos de Qué puedo hacer uno de los primeros éxitos de Los Planetas nos marcaron a muchos y, mientras que aprendíamos a entender lo que cantaba J, nos preguntábamos “¿ha dicho “voy al Amador”?”. ¿Qué es el Amador?

Como no tenía internet en casa, la duda seguía sin despejarse y, dado que las entrevistas a la banda en aquella época (bueno, y en ésta) no aclaraban mucho y no les gustaban demasiado, pues nos quedábamos tal y como estábamos.

Con el paso del tiempo, revistas musicales, internet, gente de Granada o que va a Granada, comienza a verse el sol entre las nubes: el Amador es un bar de esta ciudad.

Le leído de todo: J vivía cerca, por allí pasaba una chica que le molaba, él era cliente, bar en el que se juntaban estudiantes por los precios, quedaba bien en la letra… vamos, de todo un poco y tampoco tengo claro si en algún momento se ha llegado a explicar “oficialmente” por qué introducir este local en la letra de una canción o, por lo menos, no lo recuerdo. Las cabezas dan para lo que dan.

Por si no fuera poco, comenzaron a publicarse las primeras fotos de gente que iba al Amador expresamente a hacer una foto al cartel. Comentaban que, al principio, el propietario se quedaba alucinando, hasta que le terminaron aclarando por qué ocurría eso. Cosas de la vida.

El Amador se cansó de esperarme y tuvo que cerrar, pero terminé apareciendo

¿Y yo qué tengo que decir sobre todo esto? Pues que tenía muchas ganas de ir a Granada, acercarme al Amador y no se daba ni una cosa ni la otra y, lo que es peor, la visita se demoró en el tiempo más de lo que me hubiese gustado. Al final, pude ir y que lo hice con Javi, otro planetero con ganas de marcha.

Sin embargo, el Amador se había quedado por el camino. No sé los auténticos motivos del cierre, pero el caso es que ya no está. Buceando por internet conseguí la dirección que, por suerte, no estaba demasiado a desmano. Así que, una mañana, después de visitar la Catedral y la plaza de Bib- Rambla, nos acercamos.

Como en el caso de Oasis, había echado el Súper 8 en la maleta y, pese a que el fondo no es el que me hubiese gustado, al contrario que la chica de la canción, yo sí aparecí donde estaba el Amador.

Buscando el Central Perk pasé por la calle de Carrie Bradshow en el Village de Nueva York

Pues sí, ir a Nueva York es como visitar el decorado de una película o una serie. De hecho, mientras que recorríamos las rectilíneas avenidas no podíamos parar de repetir “es como en las películas”. No deberían dejarnos salir de casa.

Si has ido a Nueva York o te estás planeando ir, el Village es una de las zonas imprescindibles. Sin rascacielos, sin edificios modernos, sin la locura de gente y de tráfico, por lo menos en 2011, cuando yo estuve, pero con casas de pocas plantas con fachadas de ladrillo, escaleras de acceso, jardineras y mucho encanto.

Es fácil de distinguir porque sus calles y rincones las hemos visto muchas veces en la pantalla, y no es para menos. Y, sobre todo, sale en dos series de las que soy fan absolutas: Friends y Sexo en Nueva York.

Para todos los que veíamos la serie de los seis amigos neoyorkinos que sobrevivían a la veintena (snif snif) la vista del exterior del edificio en el que vivían Mónica, Rachel, Chandler y Joey la tenemos tatuada en la memoria. Un edificio de cinco plantas y una cafetería o restaurante en el bajo con un toldo azul. Un lugar muy fácilmente distinguible y que, pese a ser 2011 y que internet no era lo que es hoy (sé que siempre digo lo mismo, pero seguro que los que tenemos más edad nos acordamos de las vueltas que había que dar para intentar buscar algo, que a saber si encontrabas o si era verídico), lo encontré. El cruce entre Grove St y Bedford St.

I’ll be there for you. Village de Nueva York

Y allá que fui. Dentro de todo el listado de imprescindibles que llevábamos (Estatua de la Libertad, Central Park, MET, el Downtown, la sede de Naciones Unidas, etc.) yo incluí esta intersección. Por el Village teníamos que pasar y dimos con la esquina. Canté I’ll be there for you, hicimos la foto (y no éramos las únicas) y nos fuimos al siguiente punto: 66 Perry St.

¿Qué pasa aquí? Pues que vivía Carrie Bradshow, una de las protagonistas de Sexo en Nueva York.

Aunque la dirección exacta tardó un poquito en llegar y había cierta confusión en foros y páginas de internet, al final, siempre aparece alguien que arroja luz a todo el asunto. En este caso, todas o casi todas las que íbamos éramos fans de la serie, por lo que el desvío estaba justificado.

El portal es fácil de reconocer: el único que tiene una cadenita para impedir que los turistas suban las escaleras, se sienten en ellas o llamen al timbre. Incluso llegué a leer que había algunos que habían exigido su derecho a visitar el apartamento de la protagonista. En fin, esto da para otro post (y para mandar a algunos al psicólogo).

66 Perry Street, buscando a Carrie para ir the bruch. Foto de Rob Young para Wikimedia Commons

Los vecinos acabaron hartos, y no es para menos, pusieron esta cadena con un cartel pidiendo respecto y un donativo por cada foto que afirman entregar a una ONG. Nosotras cumplimos y echamos un billete para la causa. La serie terminó hace ya bastantes años y no sé cómo de demandada sigue estando la foto, así que no puedo confirmar si dicha cadena sigue puesta o no. En cualquier caso, creo que no es mal momento para recordar que se trata de un edificio privado de vecinos, que tienen el mismo derecho al descanso que tienes tú en tu casa, con la mala suerte de que fuese escogido para una de las series de más éxito.

Siguiendo los pasos de Indiana Jones por Almería, Venecia y Petra

Tiroriroooo tiroríiiiii tiroriroooo tirorirorí

Si has leído esta “frase” cantándola, eres de los míos: fan de Indiana Jones.

El arqueólogo y aventurero recorre varias ubicaciones míticas que se nos han quedado grabadas en la retina y que, como buenos seguidores, las buscamos.

Una de ellas está en nuestro país, en el Parque Natural de Cabo de Gata y, en concreto en la playa de Mónsul. Cuando se estrenó Indiana Jones y la última cruzada se comentaba que había sido rodada en distintos escenarios, entre los que se incluía España, pero sin entrar en más detalles.

Durante muchos años, no se sabía nada, y no fue hasta que el fenómeno fan empezó a fraguarse cuando se desvelaban más detalles. Mi amigo Javi, que se crio en Almería, se conocía Gata como la palma de su mano, y fue él quién me dio ese dato: la playa en la que ahuyentan a gaviotas para que impidan la vista del piloto nazi y hacen que se estrelle con su avioneta es la almeriense playa de Mónsul.

El famoso peñasco de la playa de Mónsul en Cabo de Gata

A Cabo de Gata iría todos los años, es uno de esos lugares de “si me pierdo, buscadme allí” y, en la Semana Santa de 2016, Noe y yo decidimos pasar unos días de descanso y disfrutar del primer sol primaveral entre sus calas y pueblos blancos. Sin ninguna duda la playa de los Genoveses y de Mónsul eran destino obligatorio, sobre todo teniendo en cuenta que en esa época no hay restricciones a vehículos particulares. Cuando llegamos a la segunda de ellas, el peñasco en mitad de la nada nos saludó. Por suerte, no había gaviotas, ni pilotos ni accidentes de avión, y sí mucha tranquilidad y un sol de tarde que era un gustazo.

Dentro de este mismo largometraje, pero en un escenario y un viaje totalmente distintos, nos desplazamos hasta la siguiente ubicación.

En la Semana Santa de 2019 fuimos a Venecia. Entre todos los imprescindibles de la ciudad de los canales, había buscado uno en concreto que no podía faltar. No es un lugar demasiado conocido, ni está rodeado de turistas, de hecho, el exterior importantes de la película. Se trata de la iglesia San Barnaba y aparece como el exterior de la biblioteca en la que descubren el pasadizo subterráneo que les lleva a la tumba del caballero.

La X marca el lugar. Venecia, iglesia de San Barnaba

La magia del cine hace el resto. Como he comentado, es una iglesia que, en la actualidad, funciona como sala de exposiciones, no una biblioteca, así que no tienen nada que ver. En la escena en la que salen de la alcantarilla en medio de una terraza de cafetería, es ahí donde queda localizada. Y es ahí también, donde nos dirigimos Noe y yo. Nos es fácil llegar porque no es un punto turístico, además, ya sabéis que moverse por Venecia tiene un toque laberíntico. Si os gustan las aventuras de Indiana, una localización más que hemos identificado.

Si eres un fan de los buenos, seguro que hay una a la que sabes que tienes que ir sí o sí: el valle de la Media Luna o, su nombre real, Petra.

Desde que vi esa película siendo niña, supe que quería ir a Petra y, según fui cumpliendo años, sabía que era uno de esos lugares a los que no me podía morir sin haber ido. Hasta que lo conseguí en noviembre de 2018.

Ya he narrado varias veces cómo fue el viaje a Petra y, por muchas palabras que pueda escribir, por mucho que pueda hablar de ella, por muchos adjetivos grandilocuentes que se me ocurran, tienes que estar frente a la fachada del Tesoro para sentirte pequeño, para que los ojos se te llenen de lágrimas y para proclamar “seguidme, conozco el camino”.

¡Seguidme, conozco el camino!

El Montmartre de Amélie

Seguimos en el mundo cinematográfico, pero cambiamos radicalmente de película y de escenario: Montmartre, el distrito XVIII de París, que es un destino obligado si vas a la capital gala, de la mano de Amélie, el personaje que da nombre al largometraje de Jean- Pierre Jeunet.

Yo ya había estado en París y, en todas ellas, el paseo por esta zona estaba incluido. El blanco de la basílica del Sacré Coeur, los retratistas de la place du Tertre, callejuelas en cuestas imposibles, la sordidez de las tiendas eróticas, el mítico Moulin Rouge… hasta que llegó ella.

Se estrenó en 2005 y no dejó indiferente a nadie: o la amabas o pensabas que era una cursilada. Yo estoy en el primer equipo.

En mi siguiente visita a esta ciudad, en 2009, el recorrido temático estaba en el planning. Por aquel entonces, ya había páginas que ubicaban determinadas localizaciones: Les deux moulins, el café donde trabaja nuestra protagonista; Maison Collignon, donde acude a comprar; el minúsculo portal en el que está su piso, así como otros lugares por los que pasa.

Interior de Les deux moulins. Foto de www.cafedesdeuxmoulins.fr

Pude poner el check de visto en casi todas ellas. La que más ilusión me hizo fue Les deux moulins. Estaba tal cual lo vemos en la película, excepto por una foto enorme de Audrey Tautou, la actriz que encarna a Amélie, en el fondo. Me hubiese encantado poderme sentar en la mesa en la que se sienta Nino por primera vez y ella escribe el menú diario en el cristal que está justo detrás, pero no pudo ser: otra turista había llegado antes que yo.

Me tuve que conformar con hacerlo en la barra. Sé que pedimos algo para tomar y que no era todo lo caro que podría haber sido. Y lo mismo pasó en mi siguiente visita, esta vez en 2013: tampoco me pude sentar en la mesa y repetí en barra.

Recorrer las calles de este distrito siguiendo los pasos de la protagonista de una película que me gustaba tanto, me hizo enamorarme aún más de París. Ya hablé de ello hace un tiempo, dentro de la sección de Películas que me inspiran para viajar y, cuando preparaba el artículo, busqué información detallada y más o menos actualizada.

Antes del amanecer, pero sin ser noctámbulos, en Viena

Antes del amanecer, esa película de 1995 que puso el interraíl en el mapa, que hizo que muchos soñaran en conocer a esa persona en un tren, mientras que viajas de mochilero y con la que pasar unas pocas horas en una ciudad que no es la tuya.

Puede sonar a pastelón aunque, si la habéis visto, sabréis que no lo es, además, de dar unas ganas tremendas de ir a Viena.

Viena es la gran capital europea que se me resistía. Por distintos motivos, no se había dado la ocasión, así que, cuando el verano pasado nos reservamos unos días y elegimos Viena como destino, dos fans de Antes del amanecer tenían que recorrer muchos de los escenarios que salen retratados.

Los dos descalzos por el mundo a lo Jesse y Céline en Viena

Gracias a varias personas que, además de ser seguidores también de las andanzas de Jesse y Céline, y decidieron hablar de ello en su blog, ubicando cada lugar que vemos en la película. Y, para muestra, un botón del blog Mad about travel.

La preparación del planning fue doble, por un lado, todo lo turístico que tiene la ciudad, que es mucho, dividirlo por zonas, calcular el tiempo de visita y desplazamiento, así como comprobar horarios de apertura y cierre, casi nada; por otro, leer el blog, ir desgreñando los puntos mitómanos que podían tener más interés y pasarlos a una carpeta personal de Maps donde quedaban todos recogidos.

Muchos de ellos están en el cogollo central, por lo que es bastante probable que pases sin darte cuenta, otros, están muy a desmano y, por desgracia, no nos dio tiempo a pasarnos. Se quedaron pendientes varios que son importantes, como la tienda de discos, el puente metálico que cruzan al salir de la estación y el cementerio de los sin nombre. Este último, dada mi cementeriofilia, me apetecía mucho visitar, sin embargo, al encontrarse bastante alejado, hubo que establecer preferencias. Podríamos no haber ido a Bratislava, pero era algo que queríamos, por lo tanto, no nos va a quedar otra opción que volver a Viena y terminar de seguir a Jesse y a Céline.

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