Por fin Londres

¿Alguna vez se os ha resistido alguna ciudad? La típica en la que ha estado todo el mundo menos vosotros y que, cuando propones ir, te contestan “es que ya he estado” y te quedas tan chafado como al principio. Pues a mí me pasó con Londres. Por distintos motivos, no había surgido la oportunidad de visitarla: se cruza otro destino, una oferta que no puedes olvidar… y, cuando me quise dar cuenta, pasaban los años y no había estado y, lo que es peor, me preguntaban escandalizados que cómo era posible que no la conociera.

Pero un día, una mariposa aleteó sus alas en Yakarta y conocí a Ana. Ana era compañera de trabajo de una antigua amiga y se apuntó un sábado a comer. Hablando con ella le confesé que no había estado nunca en Londres y, cuando ella contestó que tampoco, nos miramos y dijimos “pues nos vamos nosotras”. Y es así cómo surgió todo.

¡Por fin Londres!

Empezamos a quedar para ir preparando el viaje. Lo fijamos a mediados de abril y para intentar buscar el buen tiempo, aunque, en Inglaterra nunca se sabe, y fuimos mirando hoteles y planeando el itinerario. No me podía creer que por fin fuera a ir. Iba a pasar seis días en uno de mis destinos soñados.

Leyendo la guía, estudiando las recomendaciones de Los viajeros, buscando todo tipo de información disfruté como una enana. Ha sido uno de los viajes que mejor he pasado preparando y, cuando me quise dar cuenta, tenía tanta información como para llenar tres semanas en la capital, por lo que tocaba descartar. Tuve que hacer una selección para “la segunda visita” que, nueve años más tarde, todavía no se ha producido.

¿Hay algo más londinense que un autobús de dos plantas?

Y por fin llegó el ansiado día. El despertador sonó a eso de las 4:30 porque se había decidido coger el primer vuelo de la mañana y aprovechar mejor el día. Me acuerdo de que, en ese momento, decidí que nunca mas volvía a levantarme a esas horas para coger un avión. Eso sí, a eso de las 9:30 ya estábamos en nuestro destino. Nos teníamos que dirigir a nuestro hotel para dejar las maletas. Nos alojábamos en la zona de Paddington, que está muy bien comunicada, aunque nos perdimos en el metro tratando de llegar.

Y es que el metro de Londres no es fácil a la primera: las líneas tienen ramificaciones y hay que estar atento al destino del tren en concreto por si acaso terminas en una estación a saber dónde. Cuando nos quisimos dar cuenta, tuvimos que dar la vuelta, regresar a la estación donde se ramificaba y fijarnos muy bien en qué tren nos subíamos. Seguro que a muchos más os ha pasado lo mismo. ¡Confesad!

La Reina Isabel II lo confirma: estaba en Londres

Y, a partir de ahí, pues justo como había soñado: el Big Ben, las casas del Parlamento, Hyde Park, Buckingham Palace… Añadiendo una colección de los mejores museos del mundo: el Británico, la Galería Nacional y la Tate Modern. Y, sobre todo, mercadillos.

Antes de seguir contaré que me habían dado el mejor peor consejo del mundo: llévate dinero en efectivo porque en los puestos de los mercadillos no aceptan tarjetas. Me volví loca de todo lo que compré. Recorrimos el de Portobello, Camden y Brick Lane. Tuve que separar el dinero para pagar el hotel para evitar problemas. ¿Alguien puede confirmar si ya se puede pagar con tarjeta en los puestos? Es para una amiga…

Puesto en el mercado de Portobello, Londres

Hicimos lo típico en una primera visita a Londres, con un par de momentos mitómanos míos: foto en el lugar donde se tomó la foto para What’s de story morning glory? y en el paso de cebra de Abbey Road.

Comprobamos lo caro que puede llegar a ser el metro (y eso que nos habían dejado las Oyster cards a cambio de devolverlas, por lo que no las tuvimos que comprar) y, sobre todo, lo caras que son las atracciones. Los museos estatales son gratuitos, pero las entradas a Westminster o la catedral de San Pablo cuestan un auténtico dineral, aunque, en cierto modo, compensas con las entradas que te has ahorrado pagar. Aún así, hubo que elegir.

En el Tower Bridge, uno de los puentes más conocidos de Londres

Respecto a la comida, a parte del fish and chips del primer día, nos entregamos a todas las nacionalidades: italiana, marroquí, china, japonesa… Recuerdo el mercado del Borough, con mis tartaletas rellenas de ternera y cerveza. Ése es el tipo de comida que más me gusta. Como recuerdo también el té que nos tomamos en St. Martin- in- the- Fields.

Como aspectos negativos, me quedó pendiente una visita fuera de la ciudad (Oxford, Cambridge o Brighton) y, sobre todo, lo difícil que es conseguir entenderlos y que te entiendan. Toda mi vida estudiando inglés para nada.

Primavera en Hyde Park

Con Geni hemos hablado varias veces sobre volver un fin de semana largo, pero, por distintos motivos, no se ha podido. Espero que llegue pronto porque creo que Londres y yo nos echamos de menos mutuamente.

2 Comments

Deja una respuesta

Por favor, inicia sesión con uno de estos métodos para publicar tu comentario:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Imagen de Twitter

Estás comentando usando tu cuenta de Twitter. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s