Cuando las primeras aerolíneas empezaron a operar en España, ninguna tenía como base Madrid, sino aeropuertos más secundarios, por ejemplo, Girona. Recuerdo ver anuncios en el periódico publicitando ofertas del tipo Girona- Roma/ Londres/ Bruselas por 10.99€. Flipaba en colores mientras que me moría de envidia.
Aunque con el tiempo se empezaron a ver las costuras de por qué eran tan baratas las tarifas, por ejemplo, porque se volaba/ vuela a aeropuertos que no son los principales de la ciudad anunciada. Es decir, si vas a París, nunca te va a dejar en Charles de Gaulle o en Orly, sino que lo hará en Beaubais, una pequeña ciudad a 80 km de París, con lo que implica de sobrecoste en desplazamiento y en tiempo. Ahora miro esos detalles, por aquel entonces, me daba igual. La idea de pagar tan poco por un fin de semana en cualquier ciudad europea hacía que quisiera ir a vivir a Gerona.
Con el paso de los años, estas compañías empezaron a operar también en Madrid. Gracias a ellas, durante muchos años, tuve vacaciones europeas, que eran allá donde volase Easyjet. Tal cual. Londres, París, Lisboa, Sofía o Marrakech. Lo paradójico del asunto es que pagaba más por una noche de hotel que por el vuelo y, aunque facturase maleta, que eran unos 15€ más, seguía compensando.

Sin embargo, esos precios tan maravillosos de 12€ i/v no los he visto nunca. Por muy barato que consiguiese el billete, lo pagado nunca era lo indicado en el anuncio. Además, tampoco he conocido a nadie (nadie de confianza) que haya comprado nunca a esa cantidad, siempre pasaba algo: tarifa sólo aplicable a la ida, sólo para los 10 primeros, sólo para volar al tercer aeropuerto lituano en importancia. ¿Publicidad engañosa?
Con el tiempo, los precios de las aerolíneas de bajo coste y las que no lo eran, se fue igualando. Soy incapaz de decir si unas subieron la tarifa o si las otras la bajaron. El caso es que, según la ruta, era indiferente viajar con una o con otra o, incluso, prefería la que no era lowcost porque tenía mejores horarios o incluía la maleta.
De esta manera, la segunda vez que volé a Ámsterdam fue con KLM; la última vez que fui a París, la oferta de Air France era muy tentadora. También se puede achacar a que, como decía mi amigo Javi, el dinero aburguesa. Empezaba a valorar otros aspectos, aunque el precio fuese ligeramente superior.
Sin embargo, creo que el último vuelo con una lowcost, sin ser consciente de que era el último, fue en 2015, cuando recorrí el Norte de Europa. Madrid- Estocolmo por 50€ y Estocolmo- Helsinki, por 13€. El abono transporte mensual era más caro.

¿Y cuál es la contrapartida de todo esto? En lo personal, me ha malacostumbrado. ¿Por qué tengo que pagar 150€ por ir a París si he pagado sólo 60€? ¿Por qué he ido a Marrakech por 40€ y uno de los motivos por los que descartamos ir a Eslovenia el verano pasado fue que cada billete i/v nos costaba 450€? ¿Qué ha pasado que me he perdido?
Pero, por otro lado, es la democratización del turismo mal entendida. Para que quede claro, gracias a la democratización del turismo, yo he podido viajar. Por lo que no sería justo que dijese que, lo que he tenido yo no quiero que lo tengan los demás. Sin embargo, no creo que se tenga que seguir democratizando el turismo, sino que lo tenemos que hacer sostenible. Como se explica en este artículo de El Periódico, los residentes de las ciudades que reciben turistas se quejan del aumento de precios en vivienda y transporte y del deterioro de las infraestructuras. Por no hablar de la pérdida de identidad de las urbes, en las que los centros se están vendiendo a los visitantes (desaparición del comercio de barrio, cafeterías cuquis, restaurantes a los que un local no iría ni muerto, etc.).
Sé que el asunto es muy complejo y entran en juego muchas variables e intereses como para ser analizados en un simple post de un blog desconocido y muy minoritario como el mío. Sin embargo, antes de continuar con el tema, me gustaría contar que, cuando visité Ohrid, en Macedonia del Norte, la guía nos explicó que el país está haciendo mucho para atraer turismo internacional. Pensé “inconscientes”.

Volviendo al tema que hoy nos ocupa y nos preocupa, permitidme que me queje una vez más. ¿Dónde se han quedado los billetes de bajo coste?
Se me ocurrió escribir este post después de pagar un absoluto dineral por los billetes a Escocia. Como he comentado, descartamos Eslovenia por los precios (cotilleando por internet, se aconseja hacer al menos uno de los trayectos hasta Zagreb y coger después un autobús o un tren y, aun así, sale más barato) pero lo que nos costó el billete a Edimburgo no estuvo muy desencaminado. Cada trayecto lo hicimos con una compañía diferente. Ryanair estaba en línea de lo que es. La clavada vino por parte de Easyjet: tarifa muy cara y palo a la hora de facturar maleta. Una absoluta locura. Y el servicio no ha mejorado ni lo más mínimo desde que volaba con ellos, por lo que, ¿por qué los precios se han incrementado de esa manera?
No me gusta ser mal pensada ni suelo dar mucha vuelta a las teorías de la conspiración pero, ¿es posible que lanzaran el anzuelo y que hayan estado a la espera tantos años? ¿Puede ser que estemos pagando los dos años de COVID en los que se ha viajado y volado bastante menos? Preguntas a las que yo nunca voy a tener respuesta, aunque voy a tener que pasar por el aro si me quiero mover. Tendré que volver a llevar embutido envasado al vacío en la maleta o a comer un bocadillo comprado en un súper. O volver a mis viajes en grupo: como pagas todo del tirón, realmente no sabes cuánto cuesta el billete.
Aún así, y por si no ha quedado claro, me vuelvo a quejar ¿dónde se han quedado los vuelos de bajo coste?