Preparación del viaje a Viena: planificación, ruta y consejos

Lo que tienen los cambios de departamento en la primera mitad de año es que te arriesgas a entrar y que las vacaciones de verano ya estén asignadas. Y eso es lo que me pasó en marzo: salí de un departamento en el que no se había pronunciado la palabra “verano” y entré en otro en el que ya estaba todo repartido. El lado bueno, entre otros aspectos, es que he podido coger 15 días en julio; el malo, es que este año me venía mejor coger agosto y no ha podido ser. Revisando el calendario estival, vi que, en la última semana de ese mes, todas mis compañeras del equipo de trabajo ya estaban de vuelta, así que, para poderme escapar unos días con el partner in crime, hablé con mi nueva jefa, le conté la situación y me autorizó esos días para hacer una escapada. ¡Toma ya! Toca decidir destino.

Tenemos 5 días, por lo que un viaje de ruta queda descartado dado que, teniendo en cuenta los desplazamientos, no habría mucho tiempo disponible para la visita, de manera que optamos por visitar alguna ciudad europea, de un tamaño adecuado a esos días, sobre todo, para no tener la sensación al segundo día de haber terminado y estar viendo cómo rellenar los días restantes.

En el Stadtpark lo saben: es hora de ir a Viena

Londres y el carnaval de Notting Hill

Por las fechas en las que nos movíamos, se me iluminó la bombilla al instante: el carnaval de Notting Hill en Londres. Miro los vuelos y tienen unos precios bastante correctos, especialmente, si tenemos en cuenta la época actual en la que están disparados. Primera prueba superada. Miro los alojamientos y casi me caigo al suelo. Cuatro noches en Londres superaban los 1.000€ euros. Sí, los mil euros, no lo he escrito mal ni se me ha escapado un cero. ¿Estamos locos? Cada noche sale por 250€ y no estamos hablando de hoteles de lujo. Lo único que baja de esa cifra (y no es un regalo ni mucho menos) es alguna residencia universitaria, tal y como vimos en nuestro recorrido por Escocia, en esas fechas, las residencias están vacías y aprovechan para ofrecerse como alojamientos turísticos. Según lo que leí en su momento, son una opción para considerar si tienes menos de 30 años (¡juergaaaaa!) o si sólo vas a estar una noche, al final, son habitaciones individuales con baño compartido y remarco: el precio no es un regalo.

Sigo buscando de forma optimista por Booking y encuentro un hotel rondando los 600€, tiene buenas críticas y lo reservo sin dudar, ya lo pensaremos más tarde. Y ese “más tarde” llega pronto: hay algo que no me termina de cuadrar y, si ya tenemos claras las fechas y el destino, ¿por qué no comprar los billetes de avión? Cuando lo reviso con más calma, entiendo por qué tiene ese precio: según Google maps, está a 16km de la Torre de Londres y, en metro, se tarda en torno a los 80 minutos en llegar a este enclave, a otros, bastante más. Es decir, en transporte público te dejas un auténtico dineral y es que, en Londres, no hay tarjetas turísticas de varios días: compras la Oyster card, cargas dinero y vas pagando en función de la distancia y de las paradas recorridas. Optamos por cancelar el hotel y pensar en otro destino. El carnaval de Notting Hill tendrá que seguir esperando.

Y pensar que casi nos perdemos esta belleza de plaza…

¡Viena!

Volvemos a pensar en destinos: Estambul (vuelos que parece que te compras el avión); París (se está preparando para los Juegos Olímpicos del año siguiente); Berlín (ya lo conozco, prefiero ir a otro sitio). ¡Pues Viena!

Viena es, de las grandes capitales europeas, la única que me queda por conocer. En la guía de Ciudades con encanto de El País Aguilar, aparece y, según iba tachando las visitadas, Viena se me resistía. Ya hablé de ella en la película La dama de oro, como ciudad que me inspira para viajar, aunque, sinceramente, no creo que se necesiten muchas películas para que apetezca ir a conocerla.

Vemos los vuelos y, aunque son más caros que los de Londres, no llegan a los de Estambul, en cualquier caso, maldita subida de precios. Buscamos hotel y encontramos alternativas a precios competitivos, así que reservamos uno que me ha entrado por los ojos. Es verdad que está retirado, al sur del Belvedere, muy cerca de la estación de trenes, por lo que la llegada desde el aeropuerto va a ser cómoda, aunque necesitaremos metro para movernos todos los días. Todo no se puede tener y, si queríamos un alojamiento más céntrico, teníamos que desembolsar una cantidad muy superior. Preferimos hacer unas paradas en metro…

A pocas paradas de metro del centro y de Karlsplatz

Tenemos los vuelos y el alojamiento, sólo queda lo (segundo) más importante: ¿qué vamos a ver? O, mejor dicho, qué vamos a descartar. La Lonely Planet tiene una idea de planning para 4 días que está muy bien, el problema de estas sugerencias es que no suelen tener en cuenta las colas y la cantidad de gente, de modo que conviene tener cuidado, además, no siempre lo sugerido coincide con lo que a ti te apetece ver. Hago la búsqueda fácil en Google “Viena en 5 días” y encuentro un montón de blogs con muchos itinerarios. Y, aunque me parecen muy prácticos y son de gran ayuda, para mí hay una laguna muy importante: casi ninguno incluye la visita a museos que, para mí, son un imprescindible en cualquier ciudad. ¿Cómo voy a ir a Viena y no visitar el Albertina o el Kunsthistorisches? Me temo que voy a tener que basarme en la sugerencia de la guía e ir descartando o metiendo en función de los intereses. ¡Qué nervios! Como mis últimos viajes han sido en grupo, no he tenido que preparar nada, me lo han dado todo hecho. ¿Habré perdido la práctica de cómo es preparar tu propio viaje?

Planificando la ruta

Me leo la guía y me surge un contratiempo: quiero verlo todo. Me estaría un par de semanas en la capital descubriendo cada columna barroca, sentándome en cada banco de cada parque, admirando hasta el lienzo más pequeño de un museo. Como esto no es posible, y no por falta de ganas, no queda otra que “sacrificar” cosas. Así que decido empezar a ser práctica, algo que lleva bastante tiempo. Preparo un Excel con los lugares turísticos que me interesan y voy añadiendo columnas: días que abren, horarios, precio, precio con la Viena Pass y la Viena Card, tiempo estimado de visita y notas. Visto así, parece fácil, y lo es, pero tienes que saber dónde buscar la información para tenerla lo más actualizada posible. Para ello, por muy prácticos que sean determinados blogs, esa información se queda desactualizada de un año para otro, por ese motivo, conviene ir a la fuente. Doy prioridad a las páginas web oficiales y, en el caso de que no haya, esté sólo en alemán o esa información no esté disponible, la página de turismo de Viena que, además, es muy completa.

Motivos para visitar el Albertina: Emil Nolde. Este cuadro es Noche de luna, 1914

Una vez que he rellenado el cuadro, que me lleva unas cuantas horas divididas en varios días, procedo a leer opiniones de otros visitantes para filtrar y decidir a dónde ir y a dónde no. Aunque las carga el diablo, uso las reseñas de Google, ese sitio en el que te puedes encontrar a gente que dice que la Galería Uffizi no merece la pena o que el museo de cera de cualquier ciudad es de visita obligatoria. Sé que mis gustos no coinciden con los de todos, en consecuencia, los comentarios conviene cogerlos con alfileres y leer unos cuantos para hacerse una idea propia. De esta manera tan cruel se queda un listado algo más asumible y realista para el tiempo que tenemos y, aun así, queda un punto bastante importante para revisar: ¿compensa comprar tarjeta turística?

Tarjetas turísticas

Pequeño inciso: hay dos tarjetas turísticas: Viena Pass y Viena Card. La Pass incluye la entrada completa a todas las atracciones incluidas, además de no tener que hacer colas, de ahí su precio; la Card es más barata porque ofrece un pequeño descuento sobre el precio de compra, por lo que hay que pasar por taquilla. Queremos ver bastantes sitios, Viena es una capital cara, los precios de las entradas superan, y en algún caso, con creces, los 15€, de esta manera, nos ponemos a echar cuentas y comprobar qué es lo que nos compensa. Me temo que no hay otra manera de saber si tarjetas de este tipo salen rentables o no: hacer tus propios cálculos.

Con toda la información recopilada, sumamos y, aunque parezca mentira con todo lo que queremos ver, la Pass no nos resulta rentable por unos 20€. Ouch. Sin embargo, hay dos aspectos que resultan determinantes para comprarla: el primero, es que ya nos hemos gastado el dinero antes, así que el chorreo de gastos en destino lo evitamos; el segundo, que evitamos las colas. Y fue este último el que nos hizo decantarnos, además, si hay al final nos daba tiempo, podríamos visitar algo más.

Quiero visitar TODO de Viena

Y también Bratislava

Por si no fuera poco con todo esto, añadimos a nuestro planning una variable más: Bratislava. Viena y Bratislava son las capitales europeas que más cerca se encuentran, unos 55km de distancia en tren y con muchas recomendaciones de ir a pasar un día a esta ciudad si tienes tiempo suficiente. ¿Lo tenemos? Pese a mis “quiero verlo todo” y “me estaría dos semanas”, Bratislava está demasiado cerca como para dejarla escapar y, aunque me gustaría ver algo más de Eslovaquia (las ruinas del castillo de Isabel de Bathory sobrevuelan mi cabeza desde hace años y, sí, quiero ir a todas partes porque me gusta y me llama la atención todo), es el típico destino que nunca se sabe cuándo va a caer. Por si acaso tarda más de la cuenta, incluimos Bratislava en nuestra escapada.

En los próximos días, iré publicando los posts correspondientes a este viaje. Espero que os gusten.

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Puedes ver más fotos de este destino en el álbum de fotos de Viena publicado en la cuenta de Facebook de Descalzos por el mundo. También puedes encontrar otro álbum de fotos de Bratislava, que complementa el viaje.

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