Uno de los motivos por los que nunca antes me había atrevido a crear un blog de viajes es porque he viajado, principalmente, en grupo. Me encantaría haberme cargado la mochila e irme yo sola a algún destino “diferente” o poco masificado, pero no ha sido mi caso y tenía la sensación de que era un pufo: al fin y al cabo, estaba contando el recorrido que otros habían diseñado.

Reconozco que no he tenido la valentía que han tenido otros, unido a mi presupuesto: vivía sola y bastante que conseguía llegar a fin de mes después de pagar el alquiler, la luz, el agua, el teléfono, el abono transporte… bastante que conseguía salir de vacaciones todos los veranos, aunque fuese a aquellos destinos a los que llega una compañía de bajo coste.
Tampoco he tenido amigos especialmente aventureros por lo que, intentar convencer a alguien para que vaya contigo a Albania o Macedonia, por muy baratos que sean, suele ser difícil. Y, además de todo esto, cuando he tenido pareja, por distintos motivos, no viajaban muy lejos.

Con lo cual, me veía yo sola con ganas de comerme en mundo… pero no tenía cubiertos, hasta decidí que es mejor comer con los dedos.
Tuve suerte en el trabajo con una subida bastante importante y me dejó de importar que nadie me quisiera acompañar: eran mis vacaciones. Investigué y se abrió ante mí un abanico de agencias no tradicionales, especializadas en viajes de aventuras o en gente que viaja sola y, dejando vergüenzas y miedos, me embarqué en ese proyecto. Viajaba sola acompañada.

La experiencia fue maravillosa: he conocido a gente fantástica en destinos de ensueño. Y, lo que empezó por Sri Lanka, terminó en un safari fotográfico por Tanzania y Kenia, pasando por Vietnam, Islandia, Uzbekistán y Jordania. En todos estos destinos he conocido a gente que también iba sola, por motivos más o menos parecidos a los míos. Y no pasa absolutamente nada. Nadie te mira mal ni te juzga, aunque hay que reconocer que, en determinados países les choca mucho que una mujer viaje sola sin su marido o que, a mi edad, no estuviera casada.

He querido acompañar este texto por fotos de estos viajes y animo a todo aquel que esté en duda sobre si lanzarse o no, a que lo haga. ¡La vida son dos días y uno está lloviendo!


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