Entre copas

Este mes, la película que me inspira para viajar, lo hace para un destino, en Valle de Napa, en California, y un tipo de turismo, el enoturismo. La película de la que hablo se trata de Entre copas (Alexander Payne, 2004).

Cartel promocional de la película

Miles y Jack son un par de amigos que, como despedida de soltero de Jack, se desplazan un fin de semana a las bodegas de este valle con intención de pasarlo bien y beber buen vino. El plan es sencillo y fácil, hasta que la disparidad de objetivos de la escapada es evidente: Miles quiere disfrutar del vino perfecto y Jack, aprovechar hasta el último suspiro de soltería y soledad. Si, además, añadimos la entrada en acción de dos trabajadoras de los viñedos, Maya y Stephanie, el caos está garantizado.

La primera vez que vi esta película fue en el cine y, como el buen vino, me dejó buen sabor de boca. Por aquel entonces, seguía estudiando, por lo que viajar a California, contratar una cata de vinos o, simplemente, recorrer bodegas, sonaba a galaxia alternativa, lo que no quitó para que la película me encantase y me hiciera preguntarme cómo sería una escapada tan gourmet. En todos estos años, la he visto un par de veces más y, sin ningún género de dudas, la incluiría en mi Top 10 de favoritas, de hecho, el año pasado, la obra de teatro se estrenó en Madrid y tuve la oportunidad de ir a verla, aunque, en esta última, la acción ocurre en La Rioja. Que tampoco es mal destino para ir de catas de vinos.

La vida con una copa de vino en la mano es mejor. Foto de http://www.imbd.com

Nunca he practicado el enoturismo, aunque está en mi lista, como tantas otras cosas… snif. Cuando he hecho turismo por países productores de vino, me gusta pedir y probar el producto local y me he llevado ya alguna sorpresa, como en Macedonia del Norte o en Bulgaria, pero nunca he hecho un tour por bodegas.

La Rioja es el destino más obvio y el primero que viene a la mente: la idea de maridar cata de vinos y visitar patrimonio es muy motivadora. No sólo en esta provincia, sino que hay recorridos por las bodegas de la D.O. Rueda (cuando paso por carretera por la A6, fantaseo con hacerlo un fin de semana) y me lo encontré, también, en nuestro breve paso por la Ribeira Sacra: había/ hay un bus que une las distintas bodegas, para que la gente no conduzca y pueda disfrutar de la experiencia, sin embargo, en 2020, cuando estuve, este servicio no se prestaba.

Vino y amigos. Foto de http://www.imbd.com

En agosto de 2022, cuando seguimos el curso del río Duero por Portugal, en la parada intermedia de Pinhão, pensamos en acercarnos a alguna cata: el problema es que dependíamos del coche, por lo que Javi sólo estaría para acompañar, teniendo en cuenta, además, no encontramos gran cosa: como no teníamos claro que lo fuésemos a hacer, no nos afanamos en buscarlo.

En Oporto, ya fue otra historia porque, aunque a nosotros no nos gusta demasiado el oporto, los vinos de la zona sí, y los pudimos disfrutar con calma. De hecho, la anterior vez que visité Oporto (febrero 2010), participé en una cata de vinos de la zona en el Palacio de la Bolsa que sigo recordando. Para estas últimas vacaciones estuve buscándolo, pero no encontré evidencias claras de que se siguiera ofertando. 

También tengo pendiente conocer las bodegas de la región francesa de Champagne: de esta escapada hedonista me hablaron hace ya bastantes años y se quedó grabado en mi memoria, en el listado de pendientes, como el de la ruta por el Rin y el Mosela y la uva riesling. Cuántos viajes y qué poco tiempo… Por si acaso, voy cogiendo ideas para hacerlo (cuando sea).

Como he comentado, la inspiración de la película no sólo viene del enoturismo, ya que nos encontramos el Valle de Napa, conocido por ser una de las principales regiones vinícolas del mundo. Creo que no me equivoco demasiado si afirmo que no son muchas personas las que cruzan “el charco” y, en un viaje por la Costa Oeste de EE.UU., deciden incluir esta región en su recorrido (al menos, los que tenemos un presupuesto medio y miramos el precio de este tipo de actividades). En mi mente, asocio California a Los Ángeles, Hollywood, San Francisco y, de una manera bastante más amplia, a Las Vegas y los parques nacionales de la costa Oeste. Ya de por sí es un viaje largo y caro, por lo que añadir unos días más no siempre es posible, ya sea por los días de descanso limitados, o por presupuesto y, en el caso de que queramos hacerlo, es probable que tuviéramos que renunciar a algo. Pero ¿por qué no? ¿Por qué no dedicar un par de días a explorar el Valle de Napa de bodega en bodega? Si soñar es gratis, si planificar unas vacaciones que, al menos de momento, no van a ser tangibles, no nos cuesta ni un duro, ¿por qué no fantasear con terminar un viaje tan exigente con unos días de cata de vinos? A mí me suena estupendo.

Valle de Napa. Foto de http://www.gastronomadas.com.mx

Buscando en mis guías favoritas (Lonely Planet, vamos a dejarnos de eufemismos), en los itinerarios sugeridos por California, sólo uno incluye este valle, por lo que no parece que sea un imprescindible, por lo menos para los turistas. Si recurro a Google, encuentro algo más de información que, básicamente, se reduce a un tour de un día, con origen y destino San Francisco, en el que te llevan a bodegas con aspecto de palacete. Aunque suena interesante, no es lo que elegiría: no quiero beber como si no hubiese un mañana durante unas horas, sino que me gustaría algo más reposado, saborear el momento en varios días, tal y como lo hacen o, mejor dicho, lo intentan, Miles y Jack en la película, de la misma manera que lo haría aquí en España. Sin embargo, tampoco voy a esbozar el fin de semana para hacerme una idea de cuánto costaría: es un viaje que, por ahora, no voy a realizar y, por lo que he leído en alguna página, parece que es para presupuestos elevados, así que me temo que, de momento, disfrutaré del Valle de Napa en mi imaginación, o viendo las correrías de nuestros amigos.

Como en ocasiones anteriores, os dejo la crítica en Filmaffinity

***

Lee otros artículos relacionados:

Deja un comentario