Veliko Tarnovo

Veliko Tarnovo, antigua capital de los zares, está en un marco natural incomparable. Situada en las colinas que forman los distintos meandros del río Yantra, resulta indispensable buscar un buen mirador para contemplar las vistas. Serpenteantes curvas del río, colinas, valles, cúpulas de iglesias, monumentos socialistas, mazacotes de hormigón y, en un lugar privilegiado, la fortaleza Tsarevets.

Esta ciudad, de algo menos de 70.000 habitantes, es de las más antiguas de Bulgaria y se respira historia medieval allá por donde pisas. Fundada en el 3000 a.C. por los tracios, los romanos levantaron murallas de la fortaleza y, en el siglo VI, el emperador bizantino Justiniano construyó una ciudadela. En 1185, Tarnovgrad fue un foco de rebelión contra el dominio bizantino y, cuando se fundó el Segundo Imperio Búlgaro, la ciudad se convirtió en capital. Para ser conscientes de su peso e importancia históricos, en aquel entonces, sólo era superada por Constantinopla.

Veliko Tarnovo desde la fortaleza de Tsarevets

Dada su gran importancia, aquí se redactó la Constitución de Bulgaria en 1879 y donde se proclamó la independencia del Estado Búlgaro en 1908. Como no todo puede ser positivo, en 1913 sufrió un terremoto que destruyó un tercio de la localidad.

Todo esto suena muy interesante, sin embargo, nos encontramos con dos problemas: el primero, al llegar, empezó a llover. Lo que al principio era una lluvia fina, se convirtió en tormenta. Menos mal que las ganas de conocer de Jose, Inma y mías podían contra las inclemencias del tiempo. El segundo, el poco tiempo que dedicamos a la ciudad. La primera tarde, era libre, y nosotros tres, por nuestra cuenta, salimos a explorar, aunque vimos poco más que el Barrio de los Artesanos; la mañana siguiente, la dedicamos a la Fortaleza, antes de volver a subir al autobús para poner rumbo a la costa del mar Negro. Así que todo esto, hizo que nos llevásemos una imagen que, por lo que he leído a posteriori, no hace justicia. En Lonely Planet, la recomiendan como una de las grandes visitas al país y a la que hay que dedicar más de un día; en distintos blogs que he leído, sacan bastante más jugo. La parte mala de los viajes en grupo.

Iglesia de San Constantino y Santa Elena, Veliko Tarnovo

Después de dejar las maletas al hotel, salimos a dar una vuelta. La guía nos había recomendado que nos centrásemos en el barrio de los Artesanos, en concreto, en las calles Samovodska Charshiya y Georgi S. Rakovski, llenas de tiendas de artesanía y, con el auge del turismo, de souvenirs sin ningún tipo de encanto. En la calle paralela, Vastanicheska, comenzamos a callejear, subiendo cuestas muy empinadas de calles adoquinadas, bajando escaleras de peldaños irregulares, nos topamos con la iglesia de San Cirilo y San Metodio y no vimos ninguna lógica entre lo que nos indica el mapa y lo que nos encontramos. En cualquier caso, el paseo por el barrio nos dejó un poco fríos: el conjunto, visto desde la lejanía, es bonito, tiene encanto, pero, una vez que te acercas, no encuentras esos detalles, esos puntos, esas casas bonitas que enamoran.

Decidimos dar por terminada esta zona y paseamos por la calle principal de Stefan Strambolov, en la que hay distintos miradores al río Yantra, a la fortaleza o Sveta Gora, donde se encuentra el Monumento Asenid.

Veliko Tarnovo desde la estatua de Stefan Strambolov

Comenzamos a caracolear por las pequeñas calles, buscando iglesias y edificios con encanto, como la iglesia de San Constantino y Santa Elena o la biblioteca, hasta que llegamos al puente de piedra que sirve de entrada de la fortaleza.

Como el tiempo no acompaña y la ciudad nos ha dejado bastante fríos, ponemos fin a nuestro paseo y regresamos al hotel.

A la mañana siguiente, nos levantamos y, nada más desayunar y dejar el hotel, llegamos hasta el puente de piedra en el que nos habíamos quedado la noche anterior.

La fortaleza de Tsarevets es uno de los iconos de Bulgaria. Aquí vivieron zares medievales y se hallan restos de más de 400 casas, 18 iglesias, el Palacio Real y la roca de las ejecuciones. Debido a la insuperable situación estratégica, la colina en la que se asienta fue usada por tracios y romanos como posición defensiva. Es difícil de imaginar cómo sería de imponente un edificio de estas características, ya que fue destruido y saqueado en 1393 durante la invasión turca.

Entrada a la fortaleza de Tsarevets, Veliko Tarnovo

Cruzamos por el puente y dos puertas y, ante nosotros, se abre un basto recinto, con suelo muy irregular y sobre el que hay salpicadas rocas de distintos tamaños. Las murallas llegaron a tener 12 m de altura y 10 m de grosor. Al norte, se hallan los restos de un monasterio del siglo XIII y la roca de las ejecuciones. En lo más alto, se halla el Complejo del Patriarca, también llamado iglesia del Santísimo Salvador, que data de 1235, aunque está totalmente restaurado, y que luce un interior plagado de frescos del artista Theophanes Sokerov que, desde luego, no dejan indiferentes, aunque a mí me gustaron mucho por el dramatismo que expresan, lo que eché en falta fueron explicaciones de los murales y de lo que presentan. Desde el exterior de la iglesia se tienen unas vistas de Veliko Tarnovo insuperables.

El Complejo del Patriarca, en la fortaleza de Tsarevets, Veliko Tarnovo

Debajo del Complejo del Patriarca están los cimientos del Palacio Real, en el que habitaron 22 reyes consecutivos y, por lo que se cree, contaba con un trono descomunal y columnas romanas traídas de Nicópolis del Istro.

En este momento, acabó la visita a la ciudad y pusimos rumbo a Nesebar, en la costa del mar Negro. Tengo que admitir que esperaba más, la sensación generalizada fue un poco aséptica, no sé si por el tiempo lluvioso y frío, por la falta de explicaciones o porque apenas vimos mucho.

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