Lucía y el sexo

Este mes me gustaría hablar de una película que contribuyó a poner en el mapa un pequeño lugar, por aquel entonces desconocido para la mayoría de las personas y que, desde entonces, se ha convertido en una de las mecas del turismo. La película es Lucía y el sexo (Julio Medem, 2001) y, el lugar, la isla de Formentera.

Cartel promocional de la película

La película está formada por tres historias diferentes. La primera de ellas sitúa a Lorenzo y Elena, dos absolutos desconocidos en una playa, por la noche que, sin saberlo, conciben a una niña. En la segunda historia, un tiempo después de aquella noche, Lorenzo conoce a Lucía, se enamoran y comienzan una relación hasta que, algunos años más tarde, todo se trunca, Lorenzo desaparece y Lucía corre a refugiarse en un lugar costero sin nombre, hasta que se cruza con él y le habla sobre esa hija concebida en el pasado y del reencuentro con Elena. La tercera historia es el hilo conductor entre las dos anteriores: Lorenzo conoce a Belén, enfermera que atendió el parto de Elena y de la que se hizo amiga y que, involuntariamente, le descubre que es el padre de Luna y, junto ella, se enfrenta al peor escenario posible, lo que le hace caer en una depresión y alejarse de Lucía.

Y todas estas historias tienen dos nexos en común, Madrid, lugar en el que viven los protagonistas, y Formentera. Mientras que la primera de ellas se nombra y se muestra, de la otra sólo vamos viendo retazos que, por aquel entonces, la hacían indistinguible para la mayoría de nosotros, teniendo en cuenta también que no se la menciona en ningún momento, sino que se refieren a ella como “refugio”.

La película la fui a ver al cine con una amiga y las dos salimos encantadas, tanto por la película, como por los paisajes. Ninguna sabíamos dónde se había rodado, pero los escenarios mediterráneos se quedaron en mi retina. Con el paso del tiempo, uno de los secretos se desveló, el boca a boca funcionó y nos enteramos de que ese lugar lleno de mar y de luz era Formentera.

Un buen refugio (foto de Tiempo de cine)

¿Formentera? En el colegio, soltábamos de carrerilla el nombre de las Baleares: Mallorca, Menorca, Ibiza, Formentera y Cabrera. Mallorca era la meca del turismo alemán de lujo; Ibiza, estaba llena de discotecas; Menorca, más vinculada al turismo familiar. ¿Y Formentera? De Formentera no se oía ni se sabía nada y no tardé mucho en poner en marcha la máquina de investigación.

En el 2001 tenía internet en casa y encontré información al respecto, aunque no toda la que me hubiese gustado. Lo primero, fue descubrir que no tiene aeropuerto. Entonces, ¿cómo se llega? ¡En ferry desde Ibiza! Si es complicado llegar a un lugar, seguro que no está masificado y es un paraíso. Ay, ilusa de mí…

Cuando el secreto a voces dejó de ser un secreto, todas las revistas y suplementos, no necesariamente de temática viajera, publicaban artículos del tipo “todos los escenarios de Lucía y el sexo en Formentera”, “qué hacer en la isla durante 7 días”, “los mejores alojamientos que nadie conoce” o “cómo de bueno es darse un baño de barros”. Formentera se empezaba a abrir al turismo masivo y es ahí cuando me enteré de que era uno de los destinos predilectos de los italianos y de una pequeña pensión que no tenía web pero que el número de teléfono para reservar circulaba de mano en mano.

Sin embargo, mis ganas de ir a este destino subían como la espuma. Me moría por alquilar una bici o una motocicleta y recorrer sus 19 kilómetros de largo, parando en faros, calas de arena blanca y mar turquesa, chiringuitos, sentarme a ver atardecer en una calma total, tener unos días de relax absoluto. Y, llamadme inocente si queréis, pero durante muchos años esa era mi idea de la isla.

En mi imaginación, Formentera es así (foto de formenteraisla.es)

Según fueron pasando los años tras el estreno de la película, Formentera se fue convirtiendo en un destino cada vez más demandado por turistas de todas partes del mundo y con billeteras abultadas. Cada vez queda menos sitio para los presupuestos medios, por no decir nada. Y, lo que es peor, las noticias que llegan no son nada inspiradoras: recibos de comidas por varios cientos de euros, yates de famosos que llegan hasta la misma orilla, precios desorbitados, etc.

Conozco a muy poca gente que haya estado aquí y la mayoría de ellos fue a pasar el día desde Ibiza, así se ahorraban el pernoctar. En lo que sí que coinciden es que es el paraíso, saturado, pero paraíso. Las pequeñas calas siguen teniendo ese color blanco que hace daño a los ojos, el agua del Mediterráneo tan turquesa que parece pintada, los faros parecen sacados de un cuadro de Edward Hopper. En eso y en qué hay que evitar los meses de verano. Pero, ¿hay algún momento en el que haya menos gente? Si alguien ha estado en esta isla y ha estado tranquilo, que me escriba un email para chivármelo y prometo que me llevo el secreto a la tumba.

Siendo sincera, me dan pereza los lugares tan masificados, donde tienes que estar a la carrera constantemente para llegar a la playa, comer, entrar en una iglesia o tomarte una cerveza. Para mí, eso no son vacaciones, corro más que para ir al trabajo y no perder el metro, sin embargo, llevamos unos años en los que ya no hay diferencia entre temporada baja y alta: directamente, todo está masificado siempre. Haciendo un pequeño inciso, en las fechas en las que estoy escribiendo esto (octubre 2022), estoy siguiendo por Instagram el viaje a Croacia de Callejeros Viajeros y estoy alucinando: ¿de verdad es octubre? No quiero pensar cómo tiene que estar en julio o agosto.

… pero me temo que es así (foto de ferryibizaformentera.es)

Volviendo a Formentera pero continuando con Viajeros Callejeros, en julio hicieron un recorrido por las islas Baleares y no terminaron muy contentos con la experiencia en la isla: ya saturada de gente, precios por las nubes para comer o beber, obligación de reservar con muchos meses de anticipo el alojamiento y con varios días los restaurantes y, sobre todo, ruido. Demasiado ruido.

Como en el caso de las islas Phi Phi cuando hablaba de la película La playa, ¿es esto lo que entendemos por paraíso? ¿Son así nuestras vacaciones soñadas? ¿Habría que poner límites al turismo?

Creo que habéis podido adivinar que no he estado en Formentera y es un sitio al que me encantaría ir. Pero yo quiero ir a la Formentera de Lucía y el sexo. Esa isla que es un refugio, que está en calma, que se oyen las olas del mar, que puedes llegar a la cala de turno sin pegarte con nadie, que puedes decidir sobre la marcha si prefieres comer unos calamars a la bruta, una ensalada con peix sec o una paella. En fin, quiero ir a una Formentera que parece que ya no existe, ¿o quizás sí? ¿Qué tal una escapada a primeros de mayo o en octubre? Renuncio a bañarme en el mar, sólo quiero calma y recorrer los mismos parajes que vi en 2001.

Una vez más, os dejo la crítica en Filmaffinity de la película.

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