Foodie love

La serie de la que voy a hablar esta vez me inspira para viajar de una manera diferente. Se trata de Foodie Love (Isabel Coixet, 2019) y nos invita a conocer Barcelona a través de sus restaurantes. Nos presenta a dos personas amantes de la comida, que se han conocido a través de una app gastronómica, que comienzan a quedar, cada vez en un restaurante distinto (son locales reales y la lista es fácil de encontrar) y, entre bocado y bocado, el amor surge entre ellos, aunque con las típicas dudas de los inicios en una relación y con heridas del pasado que se vuelven a abrir. ¿Os imagináis unas vacaciones gourmet de ese nivel? Suena muy bien y seguro que sabe mejor. Además, si tenemos en cuenta que incluye escapada culinaria a Italia, ¿qué más se puede pedir?

Cartel promocional de la serie

Y, como ya me pasó con Sexo en Nueva York, puedo decir que he estado en el destino. Sólo he visitado esta ciudad un par de veces y hace varios años (mal por mí) pero, lo que no he disfrutado, ni en ni en ningún otro sitio, son unas vacaciones gourmet. Aunque suene raro, no soy de estas personas que disfrutan comiendo y, aunque me encantaría ir a un restaurante “de categoría”, creo que no lo iba a valorar lo suficiente. Además, el precio de estos menús es bastante elevado y no sé hasta qué punto estaría dispuesta a pagarlo.

He estado en ciudades y regiones en las que se come de maravilla y es fácil encontrar restaurantes de prestigio (País Vasco, Cataluña, París, etc.) pero en ningún momento pensé en intentar reservar: con lo que cuesta, prefiero ir a otro sitio e invertir la diferencia en una estancia más larga. Como tengo que elegir, elijo no estar en casa.

Comida y risas

Volviendo a Barcelona, mi primera vez debió ser en la segunda mitad de los años 90 y no tengo demasiados recuerdos. La segunda vez, aprovechando que tenía días de vacaciones del año anterior, nos escapamos a Barcelona por cinco días que estuvieron más que aprovechados. Nos alojamos en un hostal entre La Rambla y la Plaza Cataluña, así que podíamos ir andando a todas partes. Me gustó el contraste de ciudad medieval con modernista, lo bien cuidada que estaba la ciudad, el poder ver con mis propios ojos monumentos que, hasta ese momento, sólo veía en fotografías o en la tele. Me parece que la ciudad tiene una oferta cultural inmejorable, pero la parte mala, desde el punto de vista de un turista, es que te obliga a seleccionar, quedándote con la sensación de que no lo estás viendo todo. Compramos la Barcelona Card porque compensaba, pero la trampa que tenía es que, aun llevándola, tenías que pagar una cantidad por entrar al monumento elegido. Es decir, con la tarjeta, lo único que conseguías era un descuento. En 2012, cuando fui, las entradas ya me parecieron caras y, pese a este descuento, era inviable ver todo lo que nos hubiese gustado. Tuvimos que dejar para la siguiente vez otros sitios. Todavía no he vuelto a Barcelona, pero por suerte, me sigue esperando.

Mercado de La Boquería, allá por 2012

Sé que digo una obviedad si afirmo que la obra de Gaudí me encantó: La Pedrera con sus chimeneas que parecen guerreros, la casa Batlló y sus calaveras en los balcones, la Sagrada familia con los pináculos que escalan hasta el cielo pero, sobre todo, el parque Güell. ¿Puede haber un parque más bonito? Lo que no tengo tan claro es hasta qué punto lo disfrutan los vecinos ya que siempre está lleno de turistas.

Otra visita que me parece imprescindible es el Palau de la Música, con una cúpula invertida preciosa y un balcón de columnas de trencadís. Por cierto, en aquella época no se podía salir al balcón, aunque veo en Instagram que ahora sí, y que la foto entre las columnas es un imprescindible. Los aspectos negativos de esta red social… Supongo (y reitero lo de supongo porque no lo sé) que las colas para acceder al balcón y hacerse la foto (no se puede hacer mucho más, además de admirar las columnas, claro) también son de impresión.

La famosa columnata del Palau de la Música, cuando no se podía acceder al balcón

Sin embargo, si intento hacer un homenaje a Foodie Love hablando de cómo comí en Barcelona me temo que va a ser un homenaje muy descafeinado. Venga, va el susto: no comí nada bien. No encontramos ningún restaurante de menú del día, ni uno que nos aportase algo, ni pudimos probar un alioli en condiciones. En este aspecto, no conservo ese recuerdo en los labios. Culpa nuestra, sin lugar a dudas, que fuimos incapaces de encontrarlo. Así que, ¿qué mejor plan que volver a Barcelona y seguir las recomendaciones de Isabel Coixet?

Las chimeneas de La Pedrera me lo piden: vuelve a Barcelona que vas a comer mejor

Como otras veces, os añado el vínculo de Filmaffinity.

https://www.filmaffinity.com/es/film400175.html

PD. Hace poco, en una comida con amigos, hablando con Josele que había estado hace pocas semanas en Barcelona, me confesó que tampoco había comido muy allá. ¡Ouch! Tenemos que ponernos las pilas y llevar el trabajo hecho desde casa.

***

Cada vez tengo más noticias desde hace un tiempo de gente que se da un descanso de RR.SS. o, incluso, sale de ellas.

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