Aspectos negativos de Instagram

El otro día hablaba de los aspectos positivos, desde el punto de vista viajero, que, para mí, tiene Instagram y hoy, me gustaría comentar los negativos.

El primero es la saturación de lugares. Una cosa es lo que vemos en una foto y otra lo que hay detrás de la foto: colas eternas en Roys Peak (Nueva Zelanda) o haciendo malabarismos para que no se vea a otra persona en nuestro posado en la calle Cremieux de París. ¿Cómo de auténtico es el sitio en cuestión si no lo puedes disfrutar porque hay más gente que en la Gran Vía en Navidad? Si es un secreto a voces, ya no es un secreto.

Y, si se satura un lugar, se pone de moda. Un claro ejemplo es Oporto. Todo el feed lleno de (las mismas) imágenes de esta ciudad. Precios que suben exponencialmente y que expulsan a los vecinos. O los campos de girasoles. No eras nadie si no tenías una foto entre estas flores. Es verdad que bastantes propietarios se sacaron un buen dinero cobrando entrada pero, ¿y los que no aceptaban turistas? Mucha gente primaba su derecho a tener una foto con un girasol sobre el derecho del propietario a no dejarte pasar a su terreno. Por no hablar de los lugares que no existen, por el simple hecho de que las fotos están muy retocadas (montaña de los Siete Colores en Perú) o se han utilizado artilugios para “hacerla bonita” (templo Pura Lempuyang en Bali).

Fotos antes de instagram: Oporto

Y, la saturación de un lugar, nos lleva al postureo. Qué queréis que os diga pero, a mí, esas fotos artificiales, poniendo morritos, mirando hacia los pies o llevando ropa que no conjunta con el destino (¿de verdad alguien va a visitar un castillo medieval en tacones o lleva un vestido vaporoso en un bosque?) no me gustan nada. No sigo páginas en la que el postureo es la premisa.

Fotos antes de instagram: Ámsterdam

Y, las fotos de postureo a las que me refiero (que suelen repetirse en perfiles femeninos), nos lleva a la discriminación que hay en perfiles viajeros. A ellos se les consiente que lleven pantalones de trekking o zapatillas llenas de polvo, eso sí, tienen que estar remando en una piragua, practicando snowboard o en un 4×4 en el desierto. Ellas, tienen que estar impecables con ropa de fiesta y pamela, pero pueden estar en la Toscana o Viena.

Porque ya sabemos que, lo más importante es vivir el momento, sentirte afortunando por estar ahí. ¿O no? ¿Lo importante no es hacerte la foto? Da igual que llegues al campamento base del Everest, si no hay foto, no has estado. Da igual que estés disfrutando del atardecer en la isla de Pascua, tienes que hacer foto y subirla a redes. ¡He llegado a ver tours en Bali que recorren la isla por todos los lugares de Instagram! ¿De verdad ese es nuestro objetivo al viajar a Bali?

Fotos antes de instagram: Ella, Sri Lanka

Y, al final, todas las fotos son iguales porque todos queremos tener las mismas fotos molonas (pero ya no tan originales) en los mismos sitios que tienen los demás. He estado en Sri Lanka y no monté en tren en Ella, por lo que no tengo un recuerdo asomándome cuando el tren coge una curva. ¿Significa eso que no he estado en Sri Lanka? Cuando visité Ámsterdam, no hice foto a los edificios del canal Damrak, entonces, ¿mi viaje a Ámsterdam no está completo?

Creo que este post me ha servido para desahogarme sobre todo lo que pienso de la red social que, después de tantos años, sigue trayendo a tanta gente de cabeza.

Fotos antes de instagram: Bukhara, Uzbekistán

He ido ilustrando esta entrada con fotos de viajes a destinos que he conocido antes de que se pusieran de moda y que, por cierto, disfruté enormemente.

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