Entrevista viajera a Naike

Durante el confinamiento, la revista Traveler hizo un cuestionario viajero a distintas personalidades del mundo de la cultura.

Un día, me quedé pensando y me dije a mí misma que a mí también me gusta viajar y que me merezco que me hagan una entrevista viajera. Como no conozco a nadie que me la pueda hacer, ¡me entrevisto a mí misma!

Si tú también quieres que te entrevisten, escríbeme a descalzosporelmundoblog@gmail.com y te explicaré cómo proceder.

  1. Tu anécdota viajera inconfesable

En 2017, volviendo a Madrid desde Saigón, estaba en la cola de facturación cuando un hombre se situó detrás de mí con su maletón. Tenía rasgos de países del Golfo Pérsico y llevaba ropa, joyas y un móvil que se veían muy caros.

De repente, le llaman y, por no irse con la maleta, me pide que se la guarde, que llegaba enseguida. Y, lo que es peor, ¡lo hice! De verdad, parezco nueva.

Mientras que se movía la cola, yo iba tirando de las dos maletas hasta que, un rato más tarde, viendo que no aparecía, decidí dejar su maleta de lado y seguir sólo con la mía.

En unos minutos se presentó la policía preguntando de quién era la maleta y les contesté narrando toda la situación. Yo creo que me debieron ver cara de chica sola súper inocente y lo único que me dijeron es que no volviese a hacer eso nunca más. Se fueron con la maleta y, cuando conseguí facturar la mía, el hombre del teléfono no había regresado. 

2. Un hotel secreto

Pues, sin duda, el hotel en el que me alojé en Ciudadela que, sinceramente, no recuerdo su nombre, aunque lo tengo apuntado porque, cuando vuelva a Menorca, tengo clarísimo que me vuelvo a quedar en el mismo sitio.

Desde nuestra ventana

Lo encontramos en un portal de reservas y lo reservamos porque el precio nos cuadraba, teniendo en cuenta lo cara que puede llegar a ser la isla en verano. Los trabajadores eran encantadores, tenía unas vistas de impresión a una lengua de agua en la que nos dimos los mejores baños del mundo y, aunque el desayuno no estaba incluido, por el precio, merecía la pena. Además, no estaba en todo el mogollón, por lo que se podía dormir sin jaleo. Volveré.

3. Un pequeño gran lugar alejado de las multitudes

¡Eso ya no existe! No recuerdo ningún sitio en el que haya saboreado la soledad. Pero, pensando mucho, voy a decir dos, más o menos solitarios.

En Islandia, una de las granjas en las que nos alojamos, estaba en mitad de la nada y había jacuzzi fuera. Los ocho integrantes del grupo nos metimos y estábamos iluminados por poco más que un farolillo y, entonces, llegó la magia: la primera aurora boreal que vi. Muy tenue, eso sí, pero aurora. Y siendo ocho personas, no había mucha tranquilidad, pero sí estábamos alejados de las multitudes.

El otro que comento es Cabo de Gata. En las playas más conocidas es difícil encontrar esa soledad pero, una de las veces que fui, seleccionamos una al azar, cala El Carnaje, y fuimos. La llegada es dura, hay que andar un buen trecho una vez que dejas el coche y, la playa es de piedras. Pero piedras enormes. Cuando llegamos, había 2 ó 3 parejas, todas totalmente desnudas porque era una cala nudista. Con la tranquilidad que se respiraba allí, era lo normal. Sólo se oían las olas del mar.

4. Una fiesta en un restaurante en cualquier lugar del mundo

Volvería a uno de los restaurantes en los que cené en Hoi An. No recuerdo cómo se llamaba y no lo he encontrado tampoco, pero estaba más retirado. Simplemente, lo vi anunciado en unas pizarras y seguí mi instinto. Me encontré con un lugar poco turístico en el que un vietnamita estaba tocando los Conciertos de Aranjuez. Tengo muy buenos recuerdos de ese momento.

Los Conciertos de Aranjuez en Hoi An

5. Un libro que te inspire para viajar

Cualquiera de Javier Reverte, y eso que tengo que confesar que nunca me ha ido la literatura de viajes… Increíble pero cierto.

Si tengo que elegir uno, El río de la luz. Está muy bien escrito y, además, de aprender sobre la fiebre del oro en Alaska y Canadá, narra su propio viaje por la zona. Cuando me enteré de que ese viaje existe y se sigue haciendo, sólo puedo pensar en apuntarme y no puedo dejar de envidiar a los que compartieron el tour con él.

6. Y una película

De ésas tengo unas cuantas… jajaja. Venga, me mojo y me quedo con Lost in translation. Tengo unas ganas loquísimas de ir a Japón.

7. Un lugar en el que te hayas enamorado

Asturias, mi primer viaje con Javi. Soy una romántica. O se me subió la sidra.

Pero también, Masai Mara, en Kenia. Y es que ver las jirafas, con unas miradas muy tiernas, unas pestañas larguísimas, ¡cómo no te vas a enamorar!

¡Cómo no te vas a enamorar!

8. Una aerolínea o terminal

Salidas en Barajas, porque significa que el viaje comienza.

9. Tu tienda favorita de souvenirs

Pues no es una tienda como tal sino un sitio que, todo el que va a Londres, pone el pie: el mercado de Portobello. Me encantaron los puestos, las tiendas, el ambiente y, lo que es peor, me gasté un auténtico dineral.

10. Una canción que suene a vacaciones

De viaje, de Los Planetas. A vacaciones no suena, pero el mejor viaje es el que hacemos tú y yo por el Sol, en una nueva dimensión.

11. Tu lugar favorito en el mundo

La ribera del Sena, en París. Es la ciudad que más me gusta. Me encantaría estar allí sentada, viendo el agua, los barcos, la gente, la vida pasar.

… y ver la vida pasar

12. El destino pendiente

Hay tantísimos… Si ahora pudiese ir a un lugar, sin importar el presupuesto, o las condiciones sanitarias, me iría a la Isla de Pascua, en Chile. Me enamoré de ese lugar siendo niña y está pendiente desde hace muchos años. Iré, estoy segura.

13. Tres imprescindibles en tu maleta

Cámara de fotos, porque me gusta más que las fotos del móvil. Guía de viajes e información variada sobre el destino. De hecho, cuando no he llevado nada, me siento desnuda, como si no hubiese preparado nada. Y maquillaje. Lo siento, no puedo vivir sin el corrector. Cada uno tenemos lo nuestro…

Eso sí, también ropa interior de sobra y zapatillas de deporte, que son comodísimas, soy lo contrario a una instagramer abusando del postureo.

14. Una iniciativa que haga del mundo un lugar mejor

Cruz Roja, actuando en todos los países del mundo, sin importar la situación. Open Arms, valientes que se echan al mar a ayudar a gente que casi ha perdido la esperanza.

Pero, también, el Museo de la Paz en Guernica o el Museo de los Restos de Guerra en Saigón. Por desgracia, muy necesarios.

Museo de los Restos de Guerra en Saigón

Deja una respuesta

Por favor, inicia sesión con uno de estos métodos para publicar tu comentario:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Imagen de Twitter

Estás comentando usando tu cuenta de Twitter. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s