Lost in translation

Este mes me gustaría hablar de una película que, independientemente del número de veces que la haya visto, me sigue generando las mismas ganas, o más, de viajar a un determinado destino. La película es Lost in translation (Sofia Coppola, 2003) y, el destino, Japón.

Cartel de la película

Estamos ante la historia de dos personajes que coinciden en Tokio. Por un lado, Bob, un actor venido a menos que se desplaza a la capital japonesa a rodar un anuncio de televisión; y, por otro, Charlotte, una joven que acompaña a su marido, que está en Tokio como fotógrafo. Las soledades de los dos se cruzan, intentado sobrevivir perdidos en la traducción de un país totalmente diferente a lo que conocen.

Bob y Charlotte sienten esa conexión mutua y tratan de encontrar su sitio en la gran ciudad mientras que se dedican a recorrer las calles, cruzar Shibuya, cantar en un karaoke, hacerse entender a la hora de pedir comida, vamos, lo mismo que me pasaría a mí si viajase a Japón. Y digo viajase porque, efectivamente, no he estado en Japón, y no por falta de ganas, sino porque no se han dado las circunstancias.

Si vas a Japón y no te desgañitas en un karaoke, es como si no hubieses estado

Ya deseaba ir al país del sol naciente (¿hay alguien que no lo haga?) pero, cada vez que veo esta película, lo deseo más aún, así que, en cierto modo, sentarme a verla es una forma de tortura. Lo considero como uno de los grandes destinos y, sobre todo, lo veo totalmente alejado de aquello que puedo llegar a conocer. Y no sólo por la distancia en kilómetros, que también, sino por lo lejos que lo siento en cultura, idioma, costumbres pero, ¿y qué? ¿No se viaja, entre otras cosas, para conocer otras formas de vivir y entender la vida? De hecho, uno de los aspectos que más me choca es cómo puede ser tan diferente una metrópolis que tiene todos los elementos para ser occidental pero que es oriental. Una mezcla bastante curiosa.

Conozco a gente que ha visitado este país y todos coinciden en lo mismo: “tienes que ir”. Me han hablado del choque que experimentas, del subidón por estar tan lejos, de las lolitas góticas y de las geishas pero, sobre todo, me han confesado las ganas que tienen de volver. Y es que Japón es un país grande. Si una persona viniese a España dos semanas de vacaciones (o tres, con mucha suerte y presupuesto), ¿le daría tiempo a verlo todo? Pues lo mismo en este caso: hay que elegir, aunque me temo que la primera visita suele ser la misma para todos: Tokio, Kioto, Nara, Osaka, Hiroshima.

Tokio me espera

Quiero el pack completo: cruzar Shibuya y verlo desde arriba, cabina privada en un karaoke, probar muchos tipos de sushi, templos, ver una boda tradicional, la subasta de atún y un combate de sumo. ¡Quiero ser turista primeriza en Japón! Y, como apunte friki, ya tengo elegidas las guías que voy a comprar. Y es que no me basta sólo con una turística, quiero también las que te explican las tradiciones (o, al menos, lo intentan), la manera de comportarte, la ceremonia del té o los distintos tipos de comida (que no sólo de sushi se vive).

Lo que sí me parece curioso es que sea un país factible para hacer por tu cuenta, sin rutas guiadas. Pese a lo diferente del idioma, te acabas apañando, y creo que ese es el motivo por el que he sido un poco reacia a pedirlo en agencias cuando tocaba planear las vacaciones, siempre con la esperanza de que algún año alguien se animara a recorrerlo conmigo.

Lo más cerca que he estado de alcanzarlo fue cuando, a comienzos de 2018, vi un anuncio en la tele de turismo de Japón y, sin mucho esfuerzo, me convencieron. Me planteé seriamente que ese fuese mi destino vacacional, estaba dispuesta a renunciar a viajar por libre con tal de ir, pero uno confirmado a Uzbekistán se cruzó por mi camino (los que me conocéis, ya sabéis que Uzbekistán era un sueño hecho realidad). Había que elegir y elegí el desierto y las caravanserai.

En Kioto, haré lo mismo que Charlotte

Japón lleva cerrado dos años al turismo extranjero y no hay noticias de que vaya a cambiar la situación y tengo la impresión de que va a haber “avalancha” cuando abran. No digo que esté en la frontera el primer día pero sí que tocará reconsiderar la opción de ir. Mientras tanto, leo el comic “El viaje” de Agustina Guerrero y veo, una vez más, Lost in translation, al fin y al cabo, soñar sigue siendo gratis.

Y vosotros, ¿conocéis Japón? ¿Qué es lo que más os gustó? ¿También lo recomendáis a los que no hemos estado?

Por cierto, el tono de llamadas de mi móvil es Alone in Kyoto, de Air. Homenaje a la película y a las noches casi infinitas de hace dos años.

https://www.filmaffinity.com/es/film587836.html

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