Imprescindible o trampa para turistas

Hace un tiempo, me encontré con este artículo de la Revista Viajar. El título me pareció bastante llamativo y, sinceramente, creo que es buena idea aconsejar desde la lógica, y no desde la mitomanía, el visitar un determinado punto turístico.

Sin embargo, me surge una pregunta, si yo he estado en un sitio, ¿cómo le digo a otra persona que no vaya? ¿Que no merece la pena, que es muy turístico o muy caro? Si yo lo he visto con mis propios ojos, ¿por qué impido que alguien más lo haga?

También es cierto que mi editorial favorita de guías (qué leches, si los que me conocéis sabéis que soy de Lonely Planet) recomienda muchos puntos: iglesias, edificios históricos, con una fachada llamativa, una fuente en un parque o un columna en mitad de una plaza. ¿Y son todos recomendables? Imposible que lo sean. Os voy a poner un ejemplo práctico: plaza de la Bastilla en París. En ese lugar, hace siglos estaba la fortaleza de la Bastilla, que fue tomada el 14 de julio de 1789 por el pueblo, siendo el origen de la Revolución Francesa. Es decir, un punto que cambió el curso de la Historia. Casi nada. Hoy en día, dicha plaza está tomada por el tráfico y sólo hay una columna (la columna de Julio) en el centro de dicha plaza que recuerda el lugar donde estuvo la fortaleza.

La plaza de la Bastilla. No se ven ni los coches ni la guillotina

¿Merece la pena ir? Desde mi punto de vista, es un sí rotundo, por lo simbólico del lugar. ¿Recomendaría ir a visitarlo? Pues depende: sería sincera y describiría a quién me preguntase lo que se va a encontrar. Y que ellos decidan.

Hace un tiempo, antes de viajar a Jordania, una antigua compañera de trabajo me dijo que, para ella, Petra nocturna no merecía la pena. Ojiplática me quedé. Decidí no tener en cuenta su opinión, ir y juzgarlo por mí misma y, hoy en día, puedo decir que es una de las mejores experiencias que he vivido. Prometo escribir sobre ello.

Pero bueno, que me desvío, en el artículo se desgranan varios lugares de los que más turistas reciben y, como conozco alguno de ellos, voy a analizarlos.

El primero de ellos es la Plaza San Marcos. Si me habéis leído, os acordaréis de que hace varias semanas hablaba de mis vacaciones en Venecia. ¿Qué más se puede decir de esta plaza que no se haya dicho ya? No mucho. Al final, es el centro neurálgico de la ciudad y hay que luchar contra demasiados elementos para no cruzarla.

La plaza no es bonita, es maravillosa. Merece la pena acercarse todas las veces que sean necesarias, aunque, por desgracia, lo más probable es que te la encuentres saturada de gente. Es imposible hacerse una foto sin que se vea a alguien más. Como le pasa al resto de los que están allí.

La plaza San Marcos con «poca» gente

El artículo aconseja visitarla en temporada baja. ¿Eso existe en Venecia?

El segundo punto es la Galería Uffizi, en Florencia. Sólo he estado en esta ciudad una vez, en mi viaje de 3º de BUP y, dado que sólo estaríamos en la ciudad un día, los profesores nos aconsejaron no visitar este museo. Por aquel entonces, no existía internet (de verdad, no existía), por lo que comprar las entradas por anticipado era imposible. Si querías visitarla, tocaba hacer cola que, por lo general, podían ser varias horas. Mis amigas y yo decidimos hacerles caso y pasear por Florencia, y no porque no me guste el arte, que me gusta y mucho, sino porque no queríamos dedicar tantas horas a un solo lugar y no ver nada más.

Entrada a la Galería Uffizi, sin gente. ¿Cuándo se hizo la foto? ¿Un 30 de febrero? Foto de Buendía Tours

Aunque no haya repetido no quiere decir que no lo tenga en mente: iré y lo disfrutaré. Si hace un tiempo me llegan a preguntar si merece la pena visitar la Galería Uffizi (intercambiable por Museo del Prado, MoMA, Museo Británico o Centro Pompidou, por mencionar unos pocos), contestaría que sí, que es un imprescindible de estas ciudades, que no puedes visitar estas urbes y no acercarte a esos templos de arte, pero confieso que, después de leer el artículo, ha cambiado mi punto de vista. No a todo el mundo le gusta el arte, no a todo el mundo le gustan los museos y, por lo general, las entradas no son económicas. ¿Por qué pagar por algo que no nos gusta o que no vamos a disfrutar como se merece?  Así que no puedo estar más de acuerdo con la opinión que publican en la que te aconseja que no vayas si no eres un apasionado del arte, algo que, los que lo somos agradeceríamos enormemente. Así podríamos disfrutar de un museo con menos gente (y no se nos partiría el alma viendo a personas que realmente no quieren estar allí, sentadas mirando sus móviles).

Por cierto, he leído las reseñas negativas que hay de la Galería en Maps y todas hacen referencia al mal funcionamiento, a la saturación, a las colas, a la falta de amabilidad del personal o los elevados precios de la entrada. La colección, magistral.

La lista continúa en la plaza de Tertre, en el parisino distrito de Montmatre. En las múltiples veces que he visitado París, he ido a este lugar, una de las zonas imprescindibles y, por supuesto, he paseado por la plaza. Tiene encanto pero, con el paso de los años, está más y más saturada de turistas y de pintores. Es muy complicado poder acercarte a, simplemente, curiosear entre los puestos, las tiendas o, por qué no, a hacerte un retrato o una caricatura.

Según comenta el artículo, los retratistas asaltan a los visitantes, te dibujan y te obligan a pagarlo y, todo esto, sin tu permiso. Yo no he visto nada así, aunque la última vez que estuve fue en el 2013 y, si realmente ocurre así, definitivamente, me parece un lugar para evitar.

Buscando la salida de la plaza de Tertre

Creo que todos nos hemos encontrado con los atrapa- clientes de restaurantes y bares que te persiguen con las cartas casi metiéndote dentro del local en cuestión y creo que, para la mayoría de nosotros, es bastante incómodo y molesto. Puedo hacerme a la idea en lo que, tristemente, se ha convertido la plaza de Tertre.

Cuando visité Montmatre en 2002, una de las chicas con las que viajaba, se quiso hacer un retrato. Por aquel entonces, a lo mejor porque era febrero, había poca gente (o poca para lo que puede ser), pudimos disfrutar como ya no se puede. La mala noticia es que el retrato no era demasiado bueno…

Y, de París, pasamos a Londres y nos pensamos si entramos en la abadía de Westminster. Cuando estuve en la ciudad, habíamos hablado para concretar qué sitios no nos queríamos perder y, la abadía era uno de ellos. No se puede mentir, el precio de la entrada es muy elevado, sin embargo, si tenemos en cuenta que los museos estatales (Británico, National Gallery, Tate Modern, Victoria & Albert Museum, por mencionar algunos) son gratis, el precio queda compensado con todo lo que no estás gastando en otras entradas.

Claustro de la Abadía de Westminster

Y, aunque dentro no se pueden hacer fotos, ¿dejamos de ir a un sitio porque no se pueden hacer fotos? Yo, no. El recuerdo permanece en otro lugar. Además, me pude pasear entre las sepulturas de celebridades como Shakespeare o Lawrence Olivier.

¿Recomiendo la visita? Pues ni sí ni no. No creo que sea un imprescindible pero no está de más verlo con tus propios ojos para valorarlo.

Los siguientes dos lugares, acantilados de Moher y la piedra de Blarney, no los conozco. Los acantilados de Moher son los más conocidos de Irlanda, lo que no sé es si son los más bonitos o los que más merecen la pena, aunque me cuesta creer que sea así en una isla con una costa tan escarpada.

Si fuese a Irlanda, ¿los visitaría? Es probable, como también lo es que buscase una alternativa menos masificada.

El artículo ofrece un truco para verlos en soledad, pero ya sabemos lo que pasa con los secretos a voces…

Los acantilados de Howth no son tan espectaculares como los de Moher pero los vimos sin gente

Sobre la piedra de Blarney, tengo que confesarlo, soy una friki de todas estas cosas. Y, si encima, me va a dar el don de la elocuencia, ¡¿cómo no voy a ir?!

Ahora viene lo malo, entrar al castillo son 18€ (que no está nada mal) y, es de esperar, que las colas de besadores son considerables. Lo sé, el proceso es un poco guarri guarri, sin embargo, la acrobacia digna de El Circo del Sol parece divertida.

¿Iría? No lo sé. La chorrada de la piedra me encanta, pero el precio de la entrada y la cola me echan para atrás y, lo más seguro, es que Javi me quite la idea de la cabeza (o que me diga que me espera en el parking).

Sobre el Castillo de Praga, admito que no estoy nada de acuerdo. Sé que la opinión es totalmente subjetiva, ya que es una de las ciudades que más me han gustado y, si no visitas el Castillo, te estás perdiendo uno de los puntos más importantes.

El castillo de Praga, ¿seguro que te lo quieres perder?

Respecto a las entradas, es verdad que hay varias modalidades a la hora de comprarlas y leerlo con cuidado antes para tener claro que estás comprando lo que quieres. Justo lo mismo que ocurre con las de La Alhambra y no recomendaríamos a nadie no ir porque el proceso de compra de entradas puede ser algo complicado. Entonces, ¿por qué sí se dice esto del Castillo de Praga?

¿… y perderte también esta maravilla de Alfons Mucha?

Y el artículo termina con la Isla Mainau, en el lago Constanza de Alemania. No había oído hablar de ella hasta que lo leí, pero por lo que comenta, puedo afirmar que no me verán por allí. ¡Incluso las entradas para Keukenhof son más baratas! Eso sí, lo de tener que comprar los billetes con tantos meses de anticipo, me echa para atrás.

Isla Mainau. Foto de depositphotos.com

¿Y vosotros qué pensáis? ¿Iríais a alguno de estos lugares o huiríais como de la peste? Seguro que hay muchos más lugares que están en el límite de imprescindible o trampa para turistas.

Por cierto, Las guías del Trotamundos sí que evalúan los distintos puntos turísticos, algo que es bastante práctico y de mucha ayuda. Ojalá mis guías favoritas hicieran lo mismo…   

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