Durante el verano de 2015, realicé una ruta por capitales del norte de Europa y tuve la oportunidad de visitar una de las grandes de Europa, San Petersburgo, dedicándole tres días, cantidad suficiente para conocerla, aunque, si se le puede dedicar alguno más, mejor. Una de esas ciudades que tenemos en la retina y que parece un imposible. Cuando dije que visitaría Rusia durante una semana, la gente me miraba ojiplática, me preguntaban que si no me daba miedo, que no hablan inglés o yo que sé qué más. Si San Petersburgo no está en tu lista, debería estarlo (cuando se pueda volver a viajar a Rusia).
Pese a que se la conoce como la Venecia del Norte por los canales que la recorren, a mí me recordó mucho más a París, pero un París más decadente, como si estuviera habitado por burguesía o antiguos actores del Hollywood dorado, todos ellos venidos a menos, que siguen soñando con sus años de grandeza. Suena a El crepúsculo de los dioses…Para que os hagáis a la idea, con ese aspecto melancólico que podían tener Lisboa y Oporto antes del boom turístico de los últimos años. Ay, lo malo de la globalización, que no podemos ir a un sitio sin que nos recuerde a otro ni de tener ese déjà- vu tan particular.

Generalidades sobre San Petersburgo
San Petersburgo ha tenido varios nombres a lo largo de los siglos, Leningrado, Petrogrado y, actualmente y de manera coloquial, Piter. Viven algo más de 5 millones de personas, lo que la convierte en la segunda ciudad más poblada del país y es una de las capitales europeas de la cultura y el arte.
No podemos afirmar que sea una ciudad con solera, ni que tenga varios centenares de años de historia a sus espaldas, ya que fue fundada en 1703 por Pedro el Grande, que la convirtió en capital durante más de doscientos años, hasta 1918, con la Revolución Rusa, cuando la capitalidad regresó a Moscú.
Arquitectura en San Petersburgo
Según la normativa vigente, está prohibido construir edificios altos en el centro de la ciudad, por lo que los rascacielos se encuentran a las afueras, teniendo en cuenta, además, que el centro histórico de la ciudad y los edificios anexos son Patrimonio de la Humanidad desde 1990.
La arquitectura dominante es de estilo barroco y neoclásico de los siglos XVIII y XIX y el edificio más antiguo que aún se conserva en pie data de 1703. Se trata de una casa de madera a orillas del río Nevá, cerca de la plaza de la Trinidad.

Centro histórico de San Petersburgo
Pasear por el centro de es un auténtico placer. Hay que estar preparado para andar y para visitar multitud de sitios.
Comenzamos por la Fortaleza de San Pedro y San Pablo, levantada como fortaleza militar, sin embargo, se usó, principalmente, como prisión política. En su interior encontramos la catedral de San Pedro y San Pablo, en la que están enterrados todos los zares rusos.

Continuamos con una de las iglesias más conocidas, la del Salvador sobre la Sangre Derramada. Construida donde Alejandro II fue asesinado, un sitio trágico de una belleza inconmensurable, siempre que no os espante el horror vacui y os gusten los mosaicos. Cuando la visité, me dejó totalmente boquiabierta. Si buscas horror vacui en el diccionario, aparece una foto de su interior. Puede resultar demasiado, pero me gustó.
El estupendo Palacio de Invierno alberga uno de los principales museos del mundo: el Hermitage. Para mí, se trata uno de esos museos a los que llamo “museo total”, como expliqué cuando hablaba del Kunsthistorisches en Viena, ya que exhibe, además de pintura y escultura, objetos de arqueología y tesoros de todo tipo y época histórica. Al visitar el museo, compramos las entradas por anticipado antes de viajar para asegurarnos que podíamos ir y, por desgracia, sólo pudimos dedicarle una mañana, aunque yo me hubiese quedado toda una semana.

La catedral de San Isaac se ve a distancia gracias a su cúpula dorada y las vistas que se tienen desde la columnata (y la propia columnata en sí) son una maravilla, eso sí, que se alcanza tras subir 262 escalones.
Como nos gusta lo morbosillo, no muy lejos, se puede visitar el Palacio Yusupov. Dicho así, es probable que no os suene de nada, pero si os digo que fue el lugar donde fue asesinado Rasputín, la cosa cambia. Nosotras no pudimos entrar por falta de tiempo, al final, hay que elegir qué se queda para la siguiente visita. El Palacio organiza un tour temático sobre este asesinato y la única forma de ver determinadas estancias es en este tour que hay que reservar por anticipado y sólo es en ruso.
La muerte de Rasputín está rodeada de un halo de misterio y leyenda y, dado que en la corte imperial se sabía de su “impetuosidad masculina”, se dice, se cuenta, se rumorea que, cuando encontraron su cuerpo, le habían cortado el pene. Según mi acompañante en ese viaje, se exponía en el Museo de la Óptica (??) y, por echarnos unas risas, decidimos acercarnos. Por supuesto, en el Museo de la Óptica no se expone el pene de nadie y, menos aún, el de Rasputín, que se exhibe orgullosamente en el Museo Erótico de San Petersburgo. En cualquier caso, para los que os gusta la historia y los complots, os comparto este artículo de la revista Historia de National Geographic donde se habla de la vida y muerte (y nunca mejor dicho) de este personaje.

Estos lugares son una minúscula parte de todo lo que se puede visitar en San Petersburgo, pero por algún sitio hay que empezar.
Otros lugares de San Petersburgo
En esta ciudad también encontramos una gran avenida por la que es una delicia pasear, Nesvsky Prospekt. Con sus 4 kilómetros de largo, tenemos garantizada una buena caminata, en la que veremos el Almirantazgo, el palacio Stroganov, el edificio Singer, que hoy en día alberga una librería y una cafetería en la que repusimos fuerzas, o los jardines de Catalina.

También son imperdibles las dos columnas rostrales, que eran faros que se encendían con petróleo y que se construyeron para conmemorar grandes victorias de la armada rusa. Desde aquí se tienen unas vistas alucinantes de la ciudad.
Para los amantes del arte, hay algo que no nos podemos perder: los museos. El Hermitage satisface, y mucho, y saber que existen todas esas maravillas, me pone la piel de gallina; el Museo Ruso, con una de las mejores colecciones de arte de este país; el Palacio Menshivov, que es otra sede del Hermitage; el Museo de Antropología y Etnografía, que exhibe toda la colección de objetos macabros de Pedro el Grande.
No nos olvidamos de la Catedral de Nuestra Señora de Kazán, la principal catedral de la ciudad, y consagrada a la Virgen de Kazán, el icono más venerado del país. Se ordenó construir en 1801, de estilo neoclásico, aunque fue cerrada en 1917, tras la Revolución Rusa y, desde 1932 fue abierta como Museo de Historia de la Religión y el Ateísmo, suponiendo un modelo de museo que fue copiado a lo largo de toda la Unión Soviética. En 1992 se consegró de nuevo como catedral ortodoxa.
Apuntes finales sobre San Petersburgo
La ciudad es muy grande y la mejor manera de moverse es el metro. Ya hablé en un post sobre el metro de Moscú, y el funcionamiento es exactamente igual, por lo que no hay que tenerle miedo. Al principio puede resultar confuso y seguro que te bajas en una parada que no es la tuya, pero la gente es muy amable y, en mi caso, nos ayudaron cuando lo necesitamos. Se cuenta con una red bastante eficiente y amplia, aunque se ha quedado muy anticuada. Eso sí, no esperes la espectacularidad de las estaciones moscovitas…
Por otro lado, a no ser que haya cambiado en los últimos años, los carteles, nombres de las calles y estaciones están escrito en ruso con caracteres cirílicos y latinos, por lo que es mucho más fácil para orientarse y encontrarse.
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