La gran belleza

Este mes viajamos a Roma, pero no a la que recorrieron Audrey Hepburn o Nani Moretti en Vespino, sino a la Roma hedonista, llena de fiestas hasta el amanecer, de dolce vita, dolce far niente y de postureo y lo hacemos de la mano de La gran belleza (Paolo Sorrentino, 2013).

Cartel promocional de la película

La película nos presenta a Jep, un escritor napolitano, que se había mudado a la capital italiana siendo joven, con tan solo una novela publicada muy exitosa y que se dedica a colaboraciones puntuales como periodista. Vive en un apartamento de auténtico lujo con unas vistas de escándalo, acude a las distintas fiestas organizadas en palacios y villas por distintos personajes, entre los que se encuentran artistas, alto clero, políticos, nobleza venida a menos, mafiosos y otros sin trabajo definido. El hastío y el cinismo le pueden, no obstante, presencia en primera fila este desfile de decadencia con cierta amargura. Quiere volver a escribir, pero la repulsión que siente hacia todos los que le rodean, incluido él mismo, le paralizan y, sobre todo, la belleza infinita de la ciudad en la vive, que consigue que no lleve a cabo su cometido. Una película que es una versión moderna de La Cenicienta y de La dolce vita: ¿qué pasará cuando el reloj dé la hora y la fiesta se acabe?

Puede parecer que Sorrentino reduce esta urbe a un escenario insustancial, de gente que es todo máscara y que no aporta nada, sin embargo, desde mi punto de vista, nos enseña la gran belleza de Roma, el poderla saborear en soledad, de noche, iluminada, con unas postales de la ciudad por las que daríamos un brazo por poder tener. ¿Os imagináis haceros una foto como Jep en el cartel de la película? Sentados delante de una escultura, con grandiosidad, con pose, sin nadie alrededor. Temblad instagramers. ¿Os imagináis cruzaros con una pareja de monjas paseando bajo la lluvia con sus paraguas? Que la grandiosidad de Roma se presente ante ti, mostrándose tal cual es. Y, lo que es más, ¿qué hay que hacer para poder vivir en un apartamento como el de Jep? El interior es lo de menos, lo que importa es la terraza: grande y con asientos en primera fila al Coliseo. ¿Esa terraza existe? ¿Ese edificio es verdad o tan solo un decorado? En una búsqueda en internet, al parecer, la casa en la que vive nuestro protagonista forma parte de un palacete en la misma ubicación en la que se muestra en la película y que no está abierto al público, aunque se trata de un bed and breakfast con unos precios que provocan un infarto, antes de que lo hagan las vistas desde La Terraza.

La terraza del apartamento de Jep con vistas al Coliseo

¿No habéis pensado en viajar alguna vez, por ejemplo, a Roma, por mencionar una, y disfrutar de la juerga de ese lugar? Sin preocuparse de que el despertador suene (lo siento, pero cuando quieres hacer turismo no te queda otra que madrugar), hacer colas para entrar en el Coliseo o los Museos Vaticanos, pelearte con el resto de los turistas por una mesa para comer, por hacerte una foto en la Piazza Navona, entre otras de las decenas de situaciones que se pueden dar cuando estamos de vacaciones. Vamos, un caos y un agobio. Si seguimos a Jep nos lo quitamos de un plumazo: en el mes de agosto, sorprendentemente apenas hay turistas ni hace calor (¿seguro?), no se cruzan con nadie por las calles, la tienes a tu disposición. ¿Os imagináis preparar la maleta y sólo meter ropa para salir de fiesta? Sinceramente, creo que esa época pasó para mí: si ya no salgo a quemar la noche en Madrid, no me veo capaz de hacerlo en otra ciudad y, menos aún, si el desplazamiento y el alojamiento cuestan dinero. De la misma manera, los tiempos de turismo de día y copas de noche quedaron en el pasado. ¡Qué época! Como digo en otras ocasiones, soñar es gratis, así que, ¿por qué no? Para ello, creo que también habría que tener muchos más días de vacaciones, además de dinero, tanto como para que no nos importe dedicarlo a una dolce vida desenfrenada. Como he dicho, soñar es gratis. 

Y mientras que salimos de fiesta en fiesta junto a Jep, me surge otra pregunta: ¿cómo es Roma cuando sólo es Roma? Una respuesta difícil de contestar porque, en cierto modo, parece que todas las ciudades se ponen sus mejores galas, esperando a que lleguen los turistas y se queden con una mínima parte de ellas, lo que quieren que veamos, esos escenarios de cartón piedra que quedan bonitos en las fotos y que no nos dejan rascar para ver lo que hay debajo, que no nos dejan adentrarnos más allá para ver los barrios “de verdad”, donde vive la gente. Nuestro amigo no sólo se mueve por palacetes, por las principales y más llamativas atracciones turísticas, sino que lo hace también por esos lugares fuera del radar, que no aparecen en ninguna guía, que sólo conocen los locales y que, es probable, o quiero pensar que lo es, cruzan los dedos para que sigan permaneciendo en el desconocimiento del resto del mundo y de redes sociales.

Cuando Roma es Roma

Mientras que buscaba en internet sobre la posible existencia de la casa de Jep, me he encontrado con este artículo que hace un recorrido por la Roma de La gran belleza. Como sólo están mencionados los lugares más turísticos, lo comparto, si no, si se desvelasen las ubicaciones “secretas”, me lo guardaría, para no colaborar con la cada vez mayor saturación turística. Recorrer cada uno de estos lugares, para los que habéis estado en Roma en los últimos años o, simplemente, a través de Google imágenes, es un auténtico canto de amor a la ciudad al que nos invita Sorrentino, esa Roma orgullosa de su infinita belleza. Pero, lo que se trata de un auténtico canto de amor son las imágenes de los créditos finales: recorrer el Tíber en barco sí que es la gran belleza.

Como en meses anteriores, os comparto la crítica de la película en Filmaffinity.