Cartagena

Cartagena es una de las ciudades más injustamente desconocidas de nuestro país. Hasta hace pocas décadas, se trataba de una ciudad industrial y portuaria, con poco encanto, cercana a La Manga del mar Menor, uno de los principales polos turísticos españoles, y poco más. Pero una historia de 3000 años no podía pasar inadvertida y estaba ahí, enterrada, deseosa de ser sacada a la luz. Y así fue.

Cuando en 1988 se derribaron las casas bajas del Molinete para construir un parking, las primeras gradas comenzaron a asomarse de entre los escombros. Eran las gradas del teatro romano. La historia cartagenera salía a la luz y ya era imparable. Antes de nada, vamos a hacer un repaso brevísimo por ella.

El Teatro romano de Cartagena, descubierto en 1988

Breve historia de Cartagena

Se han descubierto restos de asentamientos del Neolítico y la Edad de Cobre en La Manga, así como restos arqueológicos en Los Nietos y en distintos lugares de la costa, sin embargo, la primera evidencia se encuentra en el año 227 a.C., cuando el general cartaginés Asdrúbal la fundó, recibiendo el nombre de Qart Hadast. La amuralló y la convirtió en la principal base de los cartagineses en España. Fue de aquí de dónde partió Aníbal hacia su expedición en Italia.

En el 209 a.C., el general romano Escipión el Africano tomó la ciudad, pasando a formar parte del Imperio Romano, siendo renombrada como Carthago Nova. Continuó siendo romana hasta el siglo VI d.C., cuando fue conquistada por el emperador bizantino Justiniano I hasta que, en el 622, los visigodos la asolaron y tomaron.

Ya en el siglo X, en pleno periodo andalusí, experimentó una lenta recuperación y llegó a tener mezquita y alcazaba. En 1245, el príncipe Alfonso, hijo de Fernando III el Santo, la reconquista y, pocos años después, el Papa restaura la Diócesis de Cartagena. Durante los siglos siguientes, se sigue recuperando y aumenta el número de habitantes y su puerto se convierte en la principal base militar del Mediterráneo de la Monarquía Hispánica.

Desde el puerto se ve la Catedral Antigua y el parque Torres

A partir del siglo XVIII, con la dinastía de los Borbones, Cartagena se convierte en capital del Departamento Marítimo del Mediterráneo y se trasladan desde Barcelona las Atarazanas Reales, lo que conlleva un crecimiento demográfico de una importancia significativa, debido a la cantidad mano de obra que era necesaria. Se levantan, además, construcciones militares que hoy forman parte del skyline marítimo: Galeras, la Atalaya o San Julián, entre otras, además de cuarteles y las murallas defensivas de la ciudad.

A finales del siglo XIX, las minas de La Unión resurgen y el desarrollo económico ya es imparable y que, entre otros factores, se traducen en enormes fortunas concentradas en pocas familias, naciendo una nueva burguesía que reconstruye la ciudad según las modas de la época. El modernismo llega a Cartagena.

También en este siglo se produjo la Revolución Cantonal en 1873, durante la I República, siendo Cartagena su epicentro. Los republicanos federales iniciaron esta revolución, cuyo objetivo era instaurar en España “desde abajo” la República Federal, sin esperar a que las Cortes Constituyentes elaboraran y aprobaran una nueva Constitución Federal. El Cantón de Cartagena fue, de todos los cantones, el de mayor duración, ya que consiguió resistir al asedio del Gobierno central hasta enero de 1874.

En el siglo XX, se mantuvo fiel a la República, aunque cayó el 31 de marzo de 1939, tras la ofensiva final, cuando fue ocupada. Durante el régimen franquista, se apostó por la construcción naval y la industria energética, sin embargo, la reconversión de las últimas décadas del siglo la sumen en una profunda crisis. Crisis que se está revirtiendo con la recuperación del centro histórico, la creación de la Universidad Politécnica, la inauguración de distintos museos o la designación de sus fiestas y Semana Santa como Interés Turístico Internacional.

Y el street art también llegó a Cartagena. La mirada del niño, Sfhir

Como veis, Cartagena tiene mucho que contarnos y, como empezaba este post, es una de las grandes desconocidas y ya va siendo hora de que hagamos justicia poética con ella.

Centro peatonal y modernista

Uno de los aspectos que más me gusta es que el centro es prácticamente peatonal y muy accesible. Con las calles del Carmen, Puertas de Murcia y Mayor, se crea un eje comercial y hostelero en el que los peatones somos los únicos invitados. Paseando nos podemos fijar en los edificios modernistas que salen a nuestro paso. La gran mayoría son edificios de viviendas, con molduras, balcones, ventanas o azulejos que encandilan a todos los que nos gusta este estilo arquitectónico. Hasta que llegamos a la primera de sus grandes joyas modernistas: el Gran Hotel. Siguiendo por la calle Mayor y, poco antes de llegar al puerto, sale a nuestro paso la otra joya modernista: el Ayuntamiento.

El Gran Hotel

El Gran Hotel fue diseñado por Víctor Beltrí e inaugurado en 1916, convirtiéndose en el edificio modernista más importante de La Región de Murcia. En su día, como su propio nombre indica, fue el principal (y más bello) hotel de la ciudad y estaba considerado uno de los mejores de España; hoy, pertenece a la Obra Social de La Caixa y, por desgracia, está cerrado a cal y canto.

El Ayuntamiento, o Palacio Consistorial, fue construido entre 1900 y 1907 por el arquitecto Tomás Rico y es uno de los principales edificios modernistas que se pueden disfrutar. Tiene la planta triangular y la fachada es de un mármol blanco inmaculado. Informaros sobre los horarios de las visitas guiadas gratuitas para poder admirar, también por dentro, el edificio, donde destaca la escalera imperial. Además, la planta baja suele acoger pequeñas exposiciones de artistas locales.

El Ayuntamiento modernista de Cartagena es uno de los mejores ejemplos de este tipo de arquitectura

El puerto tiene un paseo bastante agradable, pese a que, desde mi punto de vista, los astilleros y el puerto militar, le restan encanto. En el horizonte se ven los restos del pasado industrial y militar de la zona. Si giramos a la derecha, en el edificio de la Universidad, descubrimos el primer submarino construido por Isaac Peral, si preferimos girar a la izquierda, llegaremos a la muralla de Carlos III, volviendo a entrar en el centro de la ciudad.

También podemos seguir andando, hasta llegar a los dos faros, el de Navidad y el de La Curra. ¡O lo vemos todo y no nos perdemos nada! Por cierto, por todo el muelle de La Curra hay una muestra de street art en la que cada cubo de hormigón ha sido pintado de una manera distinta.

Cartagena romana

Las ruinas por las que Cartagena es más conocida son las romanas: el teatro, la casa de la Fortuna, el foro y el Augusteum, además de un pequeño museo, diseñado por Rafael Moneo, que da paso, de una manera muy curiosa, al teatro. Merece la pena comprar el ticket turístico que incluye la visita de todos estos lugares. Aunque parezca que es mucho, todo queda muy cerca, se llega andando muy fácilmente.

Sin alejarnos, hay otros puntos que no conviene olvidar: la plaza de San Francisco; el cerro del Molinete, que acogía su particular barrio Rojo y donde vivía Caridad la Negra, muy conocida en la ciudad y con una historia muy particular durante la Guerra Civil y la postguerra; y el Museo Regional de Arte Moderno.

Vista del yacimiento del foro romano de Cartagena desde el Molinete

La plaza de San Francisco es un lugar de contrastes. Lo primero que llama la atención son los enormes árboles que allí se encuentran, que nos regalan una sombra muy apetecible, sobre todo en verano. Detrás, podemos ver, por un lado, edificios modernistas que, como el Gran Hotel, permanecen cerrados, una auténtica pena; y, por otro lado, edificios abandonados hace tiempo. Porque me temo que ésta es una constante en las calles cartageneras: el abandono.

Gestionar el urbanismo de una ciudad en la que, si escarbas un poco aparece una villa romana, no tiene que ser fácil, lo que ahuyenta (y con razón) a constructores, unido a que los vecinos prefieren vivir en las afueras (esto no sólo pasa aquí): edificios nuevos, posibilidad de moverte en coche, colegios y centros comerciales cercanos, sin tanto ruido ni molestias.

El resultado de estos factores, y de otros tantos que se me escapan, es la tormenta perfecta: casas semi derruidas, otras abandonadas, fachadas apuntaladas. Deterioro por doquier. Sinceramente, una localidad que está recomendada como destino turístico internacional y que aspira a ser Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, no se puede permitir esa dejadez. Y, principalmente, por la gente que allí vive, que se merece tener una ciudad en la que podemos llegar a pensar que, las calles principales son un escenario de cartón piedra que trata de ocultar lo que está detrás y que no quieren que veamos los turistas.

Casa Maestre, en la plaza de San Francisco, donde se cree que se localizaba el Foro

Regresando al pasado romano de Cartagena, debajo de esta plaza se cree que se haya gran parte del antiguo foro romano, ya que al lado se sitúa el yacimiento arqueológico del foro romano (subid a lo alto de El Molinete para verlo desde lo alto) y la casa de la Fortuna y el Augusteum.

Y, en los próximos meses, se añadirá un nuevo punto de interés, ya que, en las excavaciones del anfiteatro, se ha descubierto la “fossa bestiaria”. ¡Qué ganas de visitarlo! Os comparto este artículo de Historia de National Geographic donde se da más información.

Antes de terminar con los restos arqueológicos, saliros del centro para visitar la muralla púnica. Queda cerca de la estación de trenes y el centro de interpretación informa muy bien sobre los orígenes y fundación de la ciudad, además, de que, en el subsuelo, se descubrió una basílica paleocristiana con frescos en las paredes que aún se pueden admirar.

Cerca de la muralla, se puede visitar el Museo Regional de Arte Moderno, MURAM, ubicado en el Palacio Aguirre, que nos muestra, por un lado, un recorrido por el arte del siglo XX de artistas locales y, por otro, en un ala de la casa diferente, cómo estaba todo dispuesto en la época. ¡Y no os olvidéis de salir a la terraza!

Palacio de Aguirre, sede del Museo Regional de Arte Moderno

Y, sobre todo, lo mejor que se puede hacer en Cartagena es pasear por las calles y buscar el modernismo por ellas, os sorprenderá todo lo que hay, meterse en algún bar y pedir una marinera y una caña. ¡Uno de los mejores aperitivos!

… y cerca de Cartagena

Fuera de la ciudad, pero sin irnos muy lejos, se hallan puntos que complementan nuestra visita a Cartagena.

El Parque Regional de Calblanque y Cabo de Palos es lo más conocido y ya hablaré de ellos en un próximo artículo.

La escarpada costa de Cartagena, no se ve mucha playa…

Si os gusta el senderismo, recomiendo hacer la ruta de las Baterías o, por lo menos, acercarse a alguna de ellas. Se trata de antiguos destacamentos militares que han quedado abandonados y a los que se puede entrar sin problema. No os preocupéis, las instalaciones militares que siguen en uso se reconocen fácilmente y el acceso está restringido.

Una de las más conocidas es la de Cenizas, con una arquitectura inspirada libremente en el Méjico azteca (no es broma). Han dejado dos cañones Vickers- Armstrong con la potencia suficiente para disparar un proyectil a 35 km de distancia. Otras que están en mejor o peor estado, pero a las que también se puede llegar, son Castillitos, La Atalaya, Fajardo o El Roldán. Os comparto esta entrada del blog Agenda Menuda donde se detallan todas.

Entrada a la Batería de Cenizas (en España, no Méjico jajaja)

La Unión, municipio que pertenece al Campo de Cartagena, presume de mercado modernista, que es bastante llamativo, y de un museo que rememora el pasado minero. Este último no he podido visitarlo aún, eso sí, lo tengo en la lista de pendientes. Además, si subimos a la Batería de Cenizas se puede ver desde arriba la playa, en la que la arena amarillenta ha sido sustituida por otra más negra, que no es de origen volcánico precisamente, sino de la minería. Sinceramente, yo no me bañaría allí, no me resulta atrayente, sin embargo, las vistas desde lo alto son llamativas.

Los pueblos que bordean el mar Menor, para mí, no tienen mayor atractivo turístico, aunque no está de más acercarse a dar una vuelta por Los Alcázares, donde luce una buena colección de murales de street art, un balneario de comienzos del siglo XX con unas paredes de color bermellón muy bonitas y fotogénicas y, en la playa, una casetilla balneario muy decorativa.

Cuando comento que suelo ir a menudo a esta parte del país, la gente me pregunta, principalmente, dos cosas, que si Cartagena merece la pena y si me baño en el mar Menor. A la segunda, respondo con un rotundo no, creo que el fondo marino ha sido aniquilado por la mano del hombre con el beneplácito de algunos políticos y, sinceramente, con las noticias que nos han llegado en los últimos años de la muerte por asfixia de miles de peces, no meto un pie ni en broma. A la primera pregunta, también respondo rotundamente: por supuesto, ve a comprobadlo.

El mercado modernista de La Unión

Y a eso os quiero invitar a los que no conocéis esta ciudad, espero haberos animado a hacerlo.

Como nota final, en una de las últimas ediciones de Lonely Planet de España (guía sólo en inglés), en el mapa en el que señalan sus off the beaten tracks, una especie de “fuera de los caminos habituales”, se mencionaba Cartagena. ¿Necesitas más motivos para ir? 

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