Descubriendo Bilbao: guía para la ciudad con mejor rollo

Bilbao es una de las ciudades que más me gustan y en las que más veces he estado. Vale, no tiene el encanto francés de San Sebastián, ni la historia de Burgos, ni la arquitectura modernista de Barcelona, y ni falta que le hace. Es una ciudad con buen rollo, por la que merece la pena perderse, pasear por la orilla de la ría del Nervión hasta llegar al Guggenheim y, allí empaparse de arte.

La he visitado varias veces en los últimos años y, pese a esto, cuando planeamos la ruta por el País Vasco, teníamos clarísimo que Bilbao estaría en la lista.

Antes de enumerar los puntos de interés y que merecen la pena conocer de esta ciudad, voy a hacer un pequeño repaso por su historia.

Brevísima historia de Bilbao

Diego López de Haro V fundó la villa de Bilbao mediante una Carta Puebla fechada el 15 de junio de 1300. Tan solo 10 años más tarde, consiguió nuevos privilegios, convirtiéndose en paso obligado del comercio de Castilla hacia el mar.

Con el paso de las décadas, fue ganando cada vez más privilegios, importancia y peso, llegándose a convertir en uno de los principales puertos de España y culminando, en 1602, cuando fue designada como capital de Vizcaya, en detrimento de Bermeo. 

Hoy luce mucho más moderno, pero del muelle Martzana se tiene constancia desde el siglo XIV

Durante la Guerra de la Independencia, la población se convirtió en un foco de resistencia. En agosto de 1808 los franceses tomaron la villa por la fuerza y la saquearon. Desde febrero de 1810, quedó bajo las órdenes del general Thouvenot, gobernador general de toda Vizcaya (considerando Vizcaya las tres provincias vascas), que tenía la intención de anexionarlas a Francia.

Pese a que Bilbao fue escenario de la primera y tercera guerras carlistas, pudo desarrollarse económicamente en el siglo XIX y comienzos del XX. Llegó el ferrocarril, se fundaron el Banco de Bilbao y la Bolsa de Bilbao, nacieron empresas siderúrgicas y fábricas y, al mismo tiempo, la ciudad se modernizó gracias a la construcción de paseos y alamedas, el Hospital de Basurto o el Teatro Arriaga.

El teatro Arriaga

Durante la Guerra Civil fue bombardeada en varias ocasiones y asediada en junio de 1937, lo que no impidió que, una vez terminada la guerra, el crecimiento industrial, económico y demográfico se recuperara. De esta manera, muchas personas procedentes de distintas regiones del país se desplazaron en busca de un empleo.

En la década de 1990 se inició el camino contrario, empezando un proceso de desindustrialización debido a la crisis de la metalurgia. Para convertirse en una ciudad del sector servicios fue necesario la construcción e inauguración del metro, la aprobación de distintos proyectos de desarrollo, la torre Iberdrola y, especialmente, el Museo Guggenheim Bilbao.

En la actualidad, viven cerca de 350.000 personas y casi un millón contando con la zona que se extiende por la ría del Nervión.

Paseo por el Casco Viejo de Bilbao

Una de las cosas que más disfruto cuando visito una ciudad es perderme por los barrios históricos. Pasear entre esas calles, por lo general, estrechas y sombrías, de piedra, observando las ventanas, balcones y puertas, los comercios y los rincones que van saliendo a mi paso. Y, en Bilbao, el paseo por el Casco Viejo cumple todas las expectativas.

Empiezo mi camino en el teatro Arriaga, que pese a ser del siglo XIX, está justo en la entrada de la zona y supone una imagen totalmente opuesta a lo que voy a ver. Por un lado, un edificio neobarroco y, por otro, los orígenes medievales de Bilbao.

Iglesia de San Nicolás de Bari, en Bilbao

Se construyó como un homenaje al compositor bilbaíno Juan Crisóstomo de Arriaga y, aunque ha pasado etapas en las que permaneció cerrado, en la actualidad, es uno de los principales teatros, así que no está de más echarle un ojo a la cartelera antes de viajar a Bilbao. Si se combina la visita con una obra de teatro en el mismo teatro Arriaga, lo bordas.

Por si quieres bordarlo, aquí va la web oficial del Teatro Arriaga.

Enfrentada al teatro, destaca la iglesia San Nicolás de Bari, de estilo barroco, con planta de cruz griega e inaugurada en 1756. Se construyó sobre la ermita del barrio de pescadores fuera de la villa cuando quedó en ruinas tras unas inundaciones.

Ahora sí, me meto de lleno en el Casco Viejo, o siete calles, zazpi kaleak en euskera, ya que fueron siete calles las que conformaban el antiguo núcleo urbano (ésta es la nueva teoría, frente a la clásica de que primero hubo tres calles y se fueron añadiendo más).

El ambiente por una de las calles del Casco Viejo de Bilbao

Las famosas siete calles son Somera, Artecalle, Tendería, Belosticalle, Carnicería Vieja, Barrencalle y Barrencalle Barrena y la zona ha sido declarada Monumento Histórico- Artístico y no es para menos.

Es fácil recorrerlas, apuntarse al txikiteo y enamorarse. En Artecalle se conserva un antiguo farol de aceite que alumbraba la entrada a la calle y que dejó de utilizarse cuando la encargada de encenderlo murió a causa de la viruela. Carnicería Vieja toma su nombre de la primera carnicería municipal que se abrió en la villa que, obviamente, fue en esta calle. En Barrencalle se alojaban reyes y nobles cuando iban a Bilbao. 

Paseos infinitos por el Casco Viejo de Bilbao

Imposible no pasar por la calle Ronda, uno de los pocos lugares, junto con la iglesia San Antón, en el que podemos ver restos de la muralla que rodeaba el Casco Viejo

En el Casco Viejo se ubica el Euskal Museoa, un museo de cultura vasca que es todo un referente. Ubicado en un edificio del siglo XVII que fue la primera sede de los jesuitas en la ciudad, ofrece una colección de piezas, principalmente, de carácter arquitectónico y escultórico, así como objetos etnográficos relacionados con el País Vasco.

En el momento de escribir este post, el museo se encuentra cerrado por una remodelación integral, esperemos que vuelva a abrir pronto sus puertas. Os comparto su página web oficial para más información.

El callejeo sin mapas me lleva hasta la catedral de Santiago, etapa del Camino de Santiago. Templo gótico de mediados del siglo XIV, aunque la fachada principal y la torre son bastante posteriores: de 1880 y obra de Severino Achucarro. El claustro, el coro y la cripta se levantaron sobre el templo original.

La catedral gótica de Santiago, en Bilbao

Y de templo en templo, llegamos a la iglesia de San Antón, de estilo gótico y que aparece en el escudo de la ciudad, junto al puente homónimo. En su interior, podremos ver restos de la muralla original, situados tras el altar.

Muy cerca de aquí se encuentra uno de los lugares más de moda en los últimos años de Bilbao: el mercado de la Ribera. Es el mercado de abastos más grande del mundo, con unos 10.000 m2 repartidos en dos plantas en los que hay puestos de verduras, carne o pescado y tenemos la posibilidad de comer, ya que se ha convertido en un punto gastronómico de referencia.

Cierro el paseo por el Casco Viejo bilbaíno de una manera similar a como lo empecé: en un lugar que poco tiene de viejo, la plaza Nueva.

Los soportales de la plaza Nueva de Bilbao

Situada entre el teatro Arriaga y el metro de Casco Viejo, la plaza se comenzó a construir en 1786 y se inauguró 65 años más tarde, convirtiéndose en la primera de la ciudad. Es de estilo neoclásico, con soportales que albergan bares, restaurantes y distintos tipos de comercios. La plaza Nueva es, sin duda, uno de los centros neurálgicos de Bilbao.

El Casco Viejo es compacto y peatonal, por mi experiencia, puedo recomendar cerrar mapas y guías, calzarse las zapatillas más cómodas posibles y empezar a andar. Tus pasos te llevarán a todas partes.  

Un paseo por la ría del Nervión

La ría divide la ciudad en dos partes totalmente diferenciadas, el Casco Viejo y el Ensanche, más moderna, por lo que, para llegar de una a otra, tal solo tenemos que cruzar uno de sus puentes.

Como con el paseo anterior, comienzo por el teatro Arriaga y cruzo por el puente del Arenal. Caminando por toda la ribera, vamos dejando puentes atrás y, entre todos ellos, destaca el de Zubizuri.

Uno de los iconos de Bilbao: el puente de Zubizuri

Construido por Santiago Calatrava en 1997 se ha convertido en una de las imágenes icónicas de Bilbao por su arco inclinado de color blanco. Sin embargo, no ha dejado indiferente a nadie porque la pasarela era resbaladiza, doy fe de ello… La última vez que visité Bilbao y crucé el puente Zubizuri se había colocado una alfombra para evitar accidentes. 

El paisaje de esta zona es muy diferente y no hay nada más que fijarse en los calles, más anchas y rectas, y en sus edificios, como el edificio El Tigre, con una estatua de hormigón de un tigre en lo más alto; la torre Iberdrola, de 165m de alto, y el icono financiero de Bilbao; el Palacio Euskalduna, un centro de convenciones y espectáculos y sede de las Orquestas Sinfónicas de Bilbao y Euskadi y, por supuesto, el Guggenheim, del que hablaré en otro apartado.

El Guggenheim, aunque no necesita presentaciones

Es un paseo bastante majo y, para descansar un rato, nada mejor que el parque de Santa Casilda, de estilo inglés y con un estanque de patos y cisnes, así como pavos reales y una pérgola de los años 20.

Muy cerca de aquí, se ubica otro de los grandes museos de la ciudad, el Museo de Bellas Artes, con una de las colecciones de arte más importante y que cubre desde el siglo XIII hasta nuestros días, con obras de pintores notables como El Greco, Murillo, Tàpies o Francis Bacon.

Todavía no he tenido ocasión de visitarlo, porque siempre me he centrado en el Guggenheim, pero, con lo que me gusta Bilbao, no tengo la más mínima duda de que volveré y podré recorrerlo.

Por si tenéis la ocasión, os comparto la web oficial del Museo de Bellas Artes con información práctica.

Las sirgueras, obra de Dora Salazar, que homenajea a las mujeres trabajadoras de Bilbao a orillas del Nervión

Y, como estoy poniéndome deberes, menciono también el funicular que lleva al mirador de Artxanda, que sale cerca del Campo Volantín, cruzando el Zubizuri desde el Guggenheim. Las vistas desde lo alto son de escándalo, así que ya me puedo ir poniendo las pilas para volver a esta ciudad.

El museo Guggenheim de Bilbao

Diseñado por Frank Gehry, desde que se inauguró en 1997 cambió por completo la ciudad. De ser una industrial, gris y sin apenas atractivos, pasó a ser uno de los principales núcleos de turismo cultural, dinamizando la ciudad, la sociedad y la economía de la región y convirtiéndose en uno de los símbolos de Bilbao.

Un edificio con un diseño totalmente innovador para la época que, por desgracia, suscitó críticas en la, en términos generales, tradicional sociedad española. Formas curvas y retorcidas, piedra caliza, cortinas de cristal y planchas de titanio conforman el edificio de 24.000m2, de las cuales, casi la mitad están destinados a exposiciones.

Mamá, obra de Louise Bourgeois

Pero no sólo se ve arte en el interior, sino que merece la pena darse una vuelta alrededor, no sólo para admirar el diseño y cómo incide la luz en cada uno de sus puntos, sino porque en el exterior hay arte.

Arte en forma de west highland terrier, de 12m de altura y confeccionado con miles de flores por Jeff Koons y que es más conocido como Puppy. Arte como Mamá, una enorme araña de 9m de bronce, mármol y acero inoxidable obra de Louise Bourgeois y desde la que se obtienen, para mí, las mejores vistas del atardecer en Bilbao. Arte como la escultura compuesta por 73 esferas de acero inoxidable de Anish Kapoor o como los tulipanes de colores de Jeff Koons.

Puppy, de Jeff Koons, la mascota de Bilbao

Yo recomiendo visitar el interior del museo: diáfano, con vistas al exterior, con un enorme pilar, una estructura metálica y los ojos de los visitantes que no saben dónde mirar.

El espacio expositivo está dividido en tres plantas: colección permanente, colección temporal y colección de artistas vivos. Entre las obras maestras se pueden mencionar Sin título, de Mark Rothko; Lo profundo es el aire, de Eduardo Chillida; Like beauty in flames, de Jenny Holzer; Nueve discursos sobre Cómodo, de Cy Twombly; o, mi favorito, La materia del tiempo, de Richard Serra. Esta última es una colección de ocho esculturas de acero patinable y que nos permite percibir la evolución de las formas escultóricas del artista.

La materia del tiempo, de Richard Serra

Si visitas Bilbao, te acercarás hasta el Guggenheim en más de una ocasión, en diferentes horas del día porque, en cada momento, la luz es distinta y se aprecia como antes no lo habías hecho.

Para que no os perdáis nada del Guggemheim, os comparto su web oficial.

Otros puntos de interés de Bilbao

Los jardines de Albia, en el barrio de Abando, con 6.000m2 de superficie suponen un pulmón para la ciudad. Un estanque y árboles frondosos dan la bienvenida y ofrecen un merecido descanso.

El Palacio Chávarri es la sede de la Subdelegación del Gobierno en Vizcaya. El estilo es totalmente ecléctico y remite al renacimiento flamenco. Fue ordenado construir en 1888 por el empresario Víctor Chávarri.

Palacio Chávarri, en Bilbao. Foto de Josu Orbe para Wikipedia Commons

El Palacio de la Diputación Foral de Vizcaya es un edificio señorial, del siglo XIX, y considerada una de las obras cumbre del eclecticismo alfonsino en la región, además de un intento de la burguesía de mostrar su poderío económico.

Las torres Isozaki es un complejo de siete edificios diseñado por Arata Isozaki. Está compuesto por dos torres gemelas de 82m y 23 plantas y cinco edificios anexos de un máximo de 8 plantas. La idea del arquitecto es diseñar una gran escalinata, equivalente a la de la plaza de España en Roma.

Las torres Isozaki, en Bilbao, diseñadas por Arata Isozaki

Imposible no hacer una visita por Azkuna Zentroa, o la Alhóndiga de Bilbao. Un centro cultural y deportivo sobre un viejo almacén de vinos y que son una muestra más de la transformación de la ciudad. En sus 43.000m2 podemos encontrar salas de cine, biblioteca, auditorio, gimnasio, sala de exposiciones o piscina. ¡Un motivo más para ir a Bilbao!

En su web oficial podéis encontrar toda la información práctica.

No puedo cerrar el artículo sin dedicar un punto a los más futboleros, como el partner-in-crime que, como en otros viajes que hemos hecho, me ha hecho desplazarnos para ver el campo de fútbol de la ciudad. En este caso, el estadio Nuevo San Mamés.

Llegamos andando, haciendo una parada en el parque de Santa Casilda, porque ya empezaba a apretar el calor y dimos la vuelta al estadio, antes de regresar a por el coche, ya que nuestro viaje continuaba por otros puntos de la provincia de Vizcaya y de los que hablaré en un post futuro.

Bilbao es una ciudad que me encanta, espero haber podido trasmitir un poco de ese amor y animarte a que la visites, en el caso de que no lo hayas hecho, o a volver, si ya has estado. Que es lo que debería ir pensando yo en hacer…

Para más información y actividades turísiticas en Bilbao, lo mejor es consultar la web oficial de Turismo de Bilbao.

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