El recorrido por Bolivia ha llegado a su fin y, en términos generales, puedo afirmar que me ha gustado, que las visitas culturales y las de naturaleza han estado bien compensadas y ha sido muy útil para hacerse una idea, más que general, del país andino. En cualquier caso, creo que conviene hacer un balance de los mejores y peores aspectos, así como hablar de aspectos esenciales para tener en cuenta.
Itinerario seguido y puntos pendientes
Nuestro viaje comenzó aterrizando en Sucre, donde pasamos unos días, principalmente, para acostumbrarnos a la altura. No es recomendable volar directamente a La Paz porque, para los que no vivimos a varios miles de metros de altura sobre el nivel del mar, nos puede acarrear problemas de adaptación.
Desde Sucre nos desplazamos a Potosí, una ciudad bastante más alta y fría, en la que, además de darnos de bruces con la historia más cruel, visitamos una de las minas de extracción de distintos minerales, enfrentándonos con el presente más cruel.
Nos desplazamos hacia el sur, al lado de la frontera con Argentina, para hacer una ruta de cuatro días por el altiplano, uno de los paisajes que caracteriza a Bolivia, pese a que dos terceras partes del territorio corresponde a selva amazónica. Lo que vimos en esta región fue espectacular: lagunas llenas de flamencos, desiertos pintados por Dalí, la naturaleza haciendo de las suyas, la blancura extrema del salar de Uyuni.

Dejamos el silencio del desierto para entrar de lleno en el caos de La Paz, donde nos entregamos a calles y plazas llenas de vida, de gentes y de coches. Sobrevolamos los tejados en teleférico, uno de los medios de transporte público, y nos perdimos entre el gentío de mercados al aire libre.
Desde La Paz hicimos dos salidas a los alrededores visitando el valle de la Luna y el yacimiento arqueológico de Tiahuanaco, ambos muy recomendables.
Nos esperaba un reto sólo apto para no cardiacos: llegar a Coroico por la antigua carretera que unía esta población con la capital, la carretera de la muerte. Tras más de un susto y notar el vacío bajo mis pies, aprovechamos para ver un escenario totalmente distinto: el de la puerta de entrada al Amazonas.
Por último, teníamos pendiente un par de días en Copacabana y la isla del Sol, en el lago Titicaca que, sin ninguna duda, es de lo que más me ha gustado.
En total, estuvimos 16 días de recorrido, sin contar los días de viaje y, desde mi punto de vista, creo que el ritmo ha sido bueno, sin días especialmente cargados, aunque las jornadas dedicadas a Coroico se me quedaron un poco vacías, ya que es un sitio en el que poco más hay que hacer. No sé si compensa tanto desplazamiento para tan poco, aunque reconozco que es complicado obviar el trayecto por la carretera de la muerte.
Como los días y el presupuesto no son infinitos, había que optar por dejar algunas maravillas pendientes para la próxima vez, aunque con una espinita clavada en el corazón. Entre lo que no hemos podido visitar, quiero destacar Santa Cruz y las misiones jesuíticas y la Amazonía, en concreto, el Parque Nacional de Madidi.
Dado que el primer pie que pusimos en Bolivia fue en el aeropuerto de Santa Cruz, podríamos haber aprovechado para hacer una visita de toma de contacto a esta ciudad, que entremezcla la arquitectura colonial con otra más moderna.
Santa Cruz es el punto de partida perfecto para la ruta por los siete pueblos de las misiones jesuíticas. Una región que desborda historia y que, no en vano, fue declarada Patrimonio de la Humanidad en 1991.
La cuenca del Amazonas está plagada de parques y reservas nacionales. Si tuviese que elegir una sería el Parque Nacional de Madidi, uno de los ecosistemas más puros y vírgenes de Latinoamérica, de hecho, hay científicos que aseguran que es el lugar de mayor biodiversidad del mundo.

En las agencias españolas que he consultado, no he encontrado ninguna que incluyera días en el Amazonas y, estando en Bolivia, algunas agencias locales gestionan la visita.
Por desgracia, la cuenca del Amazonas es una región muy desconocida, en la que la fiebre amarilla es un virus endémico. Al mismo tiempo, se trata de un ecosistema muy frágil y ya sabemos lo que puede ocurrir en estas zonas con la llegada de turistas: pasa de “frágil” a “en peligro” en un momento.
Además, la visita a estos parques no se puede hacer totalmente por libre, sino que se suele contratar un paquete que incluye alojamiento y comida por unos días y no es nada barato. Entiendo perfectamente que sea caro y que eso deje fuera de juego a muchos visitantes, entre los que me incluyo. Lo barato no se suele valorar. Valoremos el Amazonas.
Gastronomía boliviana
Uno de los temas que más suele preocupar o interesar a la gente sobre un determinado destino es la gastronomía. En Bolivia comimos muy bien. Suele ser comida elaborada basada en la carne y las verduras.
Uno de los mordiscos más conocidos, sabrosos y baratos son las salteñas. Unas empanadillas, normalmente, rellenas de carne y jugo. Se venden por las mañanas en cualquier plaza o calle, así que si quieres probarlas, que no se te vaya la hora. Por cierto, las de El Hornito en Potosí están de muerte.
Un plato que comimos y que es muy recomendable es el pique macho. Consiste en un plato de carne de res (vaca), chorizo, patatas, cebolla, huevo duro y locoto (un tipo de pimiento picante). Todavía recuerdo el que nos comimos entre los dos en una terraza de Sucre… qué buenos recuerdos. Por si sois cocinillas, os dejo la receta.
Como viajamos a Bolivia durante el invierno austral, las sopas son un primero muy socorrido. Para los que somos soperos, es una estupenda manera de entrar en calor. Por cierto, la sopa de maní (cacahuete) está deliciosa.
La carne suele ser de res o llama y, si se ha dejado secar al sol, se conoce como charque. Además, en el plato se acompaña de choclo (maíz), verduras o patata. Hay patatas de todo tipo: grandes, pequeñas, negras, moradas, redondas o alargadas. Y están todas riquísimas. Por cierto, sí, en Bolivia se come llama, es algo cultural y está rica. En el grupo hubo gente que no quiso probarla, sin embargo, yo lo hice y sabe a carne, no puedo decir mucho más.

Respecto al pescado, se come de río. En Potosí fuimos a un restaurante especializado en trucha del Amazonas (¡!). Estaba muy sabrosa, el filete es muy consistente, pero con muchas espinas. Por la zona del Titicaca, también se come bastante trucha del mismo lago, cocinada de distintas maneras, y merece la pena. Creo que no volveré a comer una trucha tan rica.
No pueden faltar las frutas y, si te gustan las tropicales, es tu lugar. Como fruta de temporada, sandía, papaya, piña o caqui, entre otros. Se suele tomar mucha fruta en forma de jugos (zumos) y el de papaya era una auténtica maravilla.
Dejo para el final el plato que más me volvió loca: la kalapurka. Es un plato precolombino, hecho con harina de maíz y carne de llama, muy espesa que, como sorpresa, se pone una piedra volcánica caliente. Yo la comí en Potosí y no la vi en ningún otro sitio, así que supongo que es típica de esta ciudad. Con el frío que hacía, el calor de la kalapurka llegó hasta los dedos de los pies. Aquí va la manera de prepararla.
Calidad de los alojamientos
Si estás buscando grandes lujos, por lo general, olvídate. Los hoteles suelen ser sencillos, quizás algo anticuados y la calefacción funciona de aquella manera. Lo mismo que con el agua y, si es caliente, mucho más. En Potosí tuvimos que llamar a recepción para que nos explicaran qué había que hacer para tener agua caliente en la ducha y en otros, había que dejar corriendo el grifo durante varios minutos. Qué dolor y qué derroche de agua.

En la zona del altiplano, en cuanto sales de las ciudades, lo que vas a encontrar son refugios de montaña muy básicos. Al salir, no teníamos garantizado poder dormir en una habitación privada ni el baño, que podían ser compartidos. No hay calefacción y la luz se corta a una determinada hora. Por lo demás, las camas estaban bien provistas de mantas y no pasamos frío ni fue necesario usar el saco de dormir. En cualquier caso, hablo de mi experiencia, por tanto, mejor infórmate de la ropa de cama disponible, por si acaso no hay mantas.
Dinero y seguridad en Bolivia
Respecto al dinero, es un país barato. El uso de la tarjeta no está muy extendido, de manera que conviene llevar efectivo y cambiar. Yo no pagaría ni en euros ni en dólares porque, no tienen por qué aceptarlos y porque te pueden hacer un cambio totalmente libre.
Ten en cuenta que, cuando vayas a volver a España, mejor cambiar todos los bolivianos sobrantes a euros porque intentar hacerlo aquí es muy complicado y no los aceptan en muchas oficinas.
Allí gastamos poco dinero, pero no por no querer gastarlo, sino porque es un país barato, aunque seguro que pagamos la turistada en algún sitio. La última comida que hicimos en Sucre, estuvimos en un restaurante de la plaza 25 de mayo, situado en una primera planta y en la mesa de la terraza, con vistas a la plaza. Es decir, turistas haciendo de turistas. Pedimos dos cervezas y un pique macho para dos y todo nos costó 90 BOB, es decir, al cambio que nos dieron a nosotros, 9 euros. Pagamos con un billete de 100 BOB y les dijimos que se quedasen con la vuelta. ¡Vinieron todos los camareros a darlos las gracias y a saludarnos! No quiero ni pensar cuál es el sueldo de esta gente…

La seguridad es un tema de los que más me preocupaban. Durante mucho tiempo hemos oído historias sobre lo peligroso que es moverse por América Latina, noticias de muertes, asesinatos, violaciones y tragedias varias. Si entras en la página del Ministerio de Asuntos Exteriores se te quitan las ganas de ir, ya no solo a Bolivia, sino hasta a Portugal (eso sí, sin bromas y hablando en serio, es importante leer las recomendaciones del Ministerio y registrarse en el Registro de Viajeros). Desde la agencia me aseguraban que no pasaba nada, que era seguro, si no, no llevarían grupos y, menos aún, les dejarían solos. Comencé a buscar información en otros blogs de viajeros españoles y, lo que leí, me tranquilizó mucho.
Por mi experiencia, puedo afirmar que Bolivia es un país seguro. En ningún momento tuve la más mínima sensación de peligro. A nadie del grupo le pasó absolutamente nada. Sí que nos recomendaron que, en mercados o grandes concentraciones de gente, llevásemos las mochilas por delante y los móviles o carteras a buen recaudo. Vamos, como cuando vas un domingo a El Rastro de Madrid.
Usa el sentido común no haciendo grandes ostentaciones de dinero, no hace falta llevarte la ropa de las mejores marcas y, si te sientas en algún sitio, mejor guardarlo todo en la mochila o el bolso. Como harías en tu ciudad o en cualquier otra de Europa.
Mal de altura
El mal de altura, o soroche, es un malestar que se presenta por la falta de adaptación del cuerpo a la falta de oxígeno por la altura. Suele empezar a sentirse a partir de los 2500 msnm, especialmente, en las personas que vivimos por debajo de los 1000m.
Es por eso aconsejable no volar directamente a La Paz o Potosí, por lo que Sucre suele ser la entrada a Bolivia y estar aquí unos días hasta que el organismo se adapte.
El primer día yo tenía dolores leves de cabeza, que también pueden ser achacados al cansancio. También afecta a la calidad del sueño, junto con el jetlag y, sorprendentemente, a la congestión nasal. Además, cualquier esfuerzo físico cansa y cuesta mucho más de lo normal. ¡Cuidado al subir escaleras!

Por suerte, ninguno de los que fuimos en el grupo tuvimos ningún síntoma grave, sin embargo, el mal de altura puede llegar a ser fatal. El guía nos pidió encarecidamente que le comentásemos cualquier molestia que sintiésemos porque, en caso de necesidad, se llevaba botellas de oxígeno.
Conviene evitar el alcohol por unos días, no hacer grandes esfuerzos físicos y beber mucha agua. Es típico entre la población local mascar hojas de coca. Pero una o dos no van a hacer nada, es sólo la broma para los turistas. Si te fijas, verás a muchos hombres con el bolo a uno de los lados de la cabeza. Si la hoja de coca se lleva usando durante siglos para evitar el soroche, por algo será.
Aspectos negativos del viaje
Sí que quisiera remarcar un aspecto que no me ha gustado y es la tremenda desigualdad de la sociedad boliviana.
En Potosí ya te das de bruces con la cruda realidad: edificios coloniales que son patrimonio de la humanidad a pocos metros de una de las mayores minas del mundo y que más vidas se ha llevado por delante en varios cientos de años. Opulencia frente a la lucha por la supervivencia y llevar un suelo mísero a casa.
En La Paz la situación no es muy diferente. Cuando sobrevuelas la ciudad en teleférico, pasas por barriadas de casas extremadamente humildes, en el mejor de los casos, o que llegan a ser chabolas. Viviendas al borde un de precipicio, otras a las que se llega tras una subida muy considerable por una escalera que ríete tú del Himalaya. Según nos dijeron, todas la población tiene agua corriente, luz eléctrica y alcantarillado. No he encontrado la información contraria, así que habrá que creerlo, pero me reservo el derecho a permanecer escéptica.

Gente, mayoritariamente mujeres de elevada edad, que monta en la calle un tenderete en el que se vende cualquier cosa que te puedas imaginar: flores, papel higiénico, helados, pescado, frutas o zumos. Lo que sea. Nadie, y remarco NADIE, vive y trabaja en esas condiciones por gusto y, menos aún, a esas edades.
La contrapartida es la zona Sur de la ciudad: restaurantes caros, tiendas de firmas internacionales, casas individuales con cámaras de videovigilancia, gente a la que no verás en áreas más populares.
Como decía uno de los integrantes del grupo, mejor que estén en la isla de Sol, con sus vacas, tejiendo lana y esperando a los turistas que malviviendo en La Paz, y no puedo estar más de acuerdo.
Creo que Bolivia ha sido el país de mayor contraste social que me he encontrado.
Aspectos positivos del viaje
Bolivia ha sido mi primera experiencia en América Latina y estoy deseando volver a este continente. Pese a que no ha habido un choque cultural como el que se experimenta en Asia, ver ruinas precolombinas o presenciar rituales que combinan el cristianismo con el paganismo me ha sorprendido.
Los paisajes son espectaculares, desde la inmensidad blanca infinita del salar de Uyuni, sobre todo visto desde la isla de los Cactus, hasta el sol brillando en las aguas del lago Titicaca. De las ciudades, Sucre sube directamente a lo más alto en el listado de ciudades que me apasionan, junto con París y Praga; La Paz está en el de ciudades que me hacen vibrar. Y todavía lo consigue cuando pienso en los días que pasamos allí.
Me ha llamado la atención la cantidad de carteles y pintadas que se encuentran fácilmente en cualquier ciudad o pueblo dirigidas a niños y mujeres alertando sobre la violencia sexual y el maltrato. La boliviana es una sociedad machista y conservadora, por lo que explicar a los niños que un adulto no puede tocarte y los pasos a seguir en el caso de que se produzca es muy necesario y conveniente. De la misma manera, concienciar a las mujeres (y a la sociedad) de que el maltrato es un delito y que el amor no es la hostia. El centro Juana Azurduy hace un trabajo magnífico en Sucre y, entre otras muchas actividades, tiene la ciudad repleta de carteles con datos sobre la violencia hacia las mujeres.

Pero si hay un rasgo que me gustaría remarcar es el de poderme comunicar con la gente. Cuando he estado en Asia, muy poca gente habla inglés, si acaso, camareros o recepcionistas de lugares destinados al turismo internacional. En un mercado o en un autobús es muy complicado poder hablar con alguien.
En los zocos de muchos países musulmanes te cruzarás con vendedores natos que hablan cualquier idioma imaginable. En Essaouira, escuché como se dirigían a una turista japonesa en japonés. Me pinchas y no sangro. Salvo contadas excepciones, no se acercarán a ti con curiosidad, sino con intención de venderte algo o sacarte el dinero de alguna manera.
En Bolivia ha sido diferente: ¡puedes hablar a la gente en español! Te entienden, te contestan, los niños te miran con una mezcla de vergüenza y curiosidad, te preguntan que de dónde vienen, no te piden una moneda. Ha sido una experiencia maravillosa.
Recomiendo Bolivia como destino a todo el mundo. Todavía no ha llegado el turismo masivo, los precios están contenidos, la población no está “maleada” para exprimir y acosar al turista. Si estás pensando en ir, no lo dudes y ve; si no se te había pasado por la cabeza, ¿necesitas más motivos? No lo dudes y ve. Bolivia es un destinazo con mayúsculas.
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Lee el resto de artículos de este viaje:
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- Descubriendo el centro histórico de Potosí
- El lugar más feo del mundo: las minas de Potosí
- El altiplano de Bolivia: Tupiza y los alrededores, Sur Lípez y las joyas andinas
- El altiplano de Bolivia: la Reserva Nacional Álvaro Avaroa
- El altiplano de Bolivia: Uyuni, salar de Uyuni y momias de Coqueza
- Explorando La Paz: un viaje a la ciudad más alta del mundo
- Conociendo los alrededores de La Paz: el valle de la Luna y el yacimiento arqueológico de Tiahuanaco
- Bolivia: desde La Paz hasta Coroico por la Carretera de la Muerte
- El lago Titicaca en Bolivia: Copacabana, isla del Sol e isla de la Luna
Hola Naike, interesantes comentarios. Solo dos preguntas; fuiste con una agencia desde España o contrataste en Bolivia las visitas? Y otra pregunta, ¿tuviste que lidiar con cortes de carretera por protestas ciudadanas?
Gracias
Vicent
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Hola Vincent, gracias por tu mensaje.
EL viaje lo llevamos contratado desde España con una agencia española.
Respecto a las protestas, nosotros sólo encontramos una manifestación en La Paz que, por lo que nos dijeron, es algo bastante habitual. Nada en el resto del país.
Espero que te animes a visitar Bolivia.
Un saludo,
Naike
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