En ruta por Sierra Morena en Jaén: Baños de la Encina y El Centenillo

Anoche soñé que volvía a El Centenillo. No tiene tanto glamour como Manderley, en la famosa novela de Rebeca de Daphne du Maurier, pero es que fue así como ocurrió: una noche soñé que estaba de nuevo en El Centenillo, una pequeña pedanía dependiente de Baños de la Encina, en la que mis padres tenían una casa cuando yo era pequeña.

Me levanté tan feliz que sólo tenía ganas de saber del estado actual del pueblo y, por supuesto, de volver. Como decía Joaquín Sabina, no hay que volver a los lugares en los que has sido feliz, sin embargo, a veces conviene llevar la contraria. Y, en mi caso, volver a ser feliz allá donde lo fui de pequeña, cumplir un sueño (sí, hay sueños que se hacen realidad) y conocer una zona de la provincia de Jaén durante el puente de diciembre.

Viaje en el que aprovechamos para hacer una pequeña ruta entre Baños de la Encina, El Centenillo, Andújar, Baeza y Linares. En este post, hablaré de los dos primeros, en otro, de Andújar y Linares y, sobre Baeza, lo haré en un futuro. Fue una escapada de tan sólo tres días y la verdad es que nos hubiese gustado tener, al menos, uno más, ya que tuvimos que descartar algún que otro pueblo por falta de tiempo y alojándonos dos noches en el primero.

Los tejados de Baños de la Encina

Antes de nada, vamos a situar esta localidad y saber algo más sobre ella.

Brevísima historia de Baños de la Encina

Situada en Sierra Morena, se tiene constancia de que la zona ha estado poblada desde el Neolítico gracias a unas pinturas rupestres que se encontraron. La minería es una actividad importante desde el II milenio a.C. por los yacimientos de cobre y bronce y ya, en época del Imperio Romano, la extracción de plata fue una actividad principal.

Con la ocupación romana, se produjo un desarrollo de la villa, en la que ya se empezaron a diferenciar la zona rústica de la urbana.

La historia medieval está unida a la fortaleza califal, que se terminó de construir en el año 968 para que sirviera de acantonamiento de las tropas bereberes. Fue muy disputada entre musulmanes y cristianos, cambiando de manos varias veces, pasando definitivamente a dominio de Castilla en 1225.

El impresionante castillo de Burgalimar, en Baños de la Encina

En la Edad Moderna, la estructura social estaba muy jerarquizada y la riqueza se concentraba en manos de tres familias, sin embargo, la mayor parte de los habitantes eran jornaleros agrícolas, que trabajaban a sueldo de esta élite o circulaban por la región en busca de empleo. Se vivieron sucesivas crisis tras varias privatizaciones de suelo comunal, así como un conflicto entre ganadería y agricultura.

En 1855, con la Desamortización Civil de Madoz, se lleva a cabo un movimiento privatizador sin precedentes, perdiendo, en consecuencia, la práctica totalidad del patrimonio forestal público.

En la actualidad, viven algo más de 2.500 personas y, desde 2021, pertenece a la asociación de los Pueblos más Bonitos de España.

Qué ver en Baños de la Encina

Sin ninguna duda, lo más interesante es el Castillo de Burgalimar, al que le dedicaré un epígrafe aparte, pero hay otra serie de puntos que no nos queríamos perder.

Pasear por el centro histórico nos lleva a otra época. Casas y calles de piedra, escaleras, cuestas, palacetes familiares con blasones en la fachada. En la plaza de la Constitución se encuentran la iglesia de San Mateo y la Casa Consistorial.

La iglesia de San Mateo, con torre octogonal, en Baños de la Encina

La iglesia de San Mateo, del último tercio del siglo XV, con una portada principal manierista se caracteriza por tener una torre octogonal y rematada con pináculos. En su interior, destaca el coro de madera de nogal, la tribuna reservada para altos representantes de la temida Inquisición y un sagrario de ébano, carey, marfil y plata.

La Casa Consistorial se remonta a los tiempos de Carlos I. La fachada es muy sobria y luce el emblema de los Austrias.

La plaza de la Constitución está muy bien cuidada, con unos bancos, fuente y el monumento a la Virgen de la Encina.

Merece la pena caracolear sin rumbo por las calles y, más que estar en Jaén, yo tenía la sensación de estar en algún pueblo de Castilla: la piedra, las rejas en las ventana, la austeridad de las fachadas.

La torre del homenaje del castillo de Burgalimar sobre los tejados de las casas de la plaza de la Constitución en Baños de la Encina

Cogimos aire porque la localidad está en cuesta y nos lanzamos a descubrir las casas palaciegas más interesantes, símbolo del poderío económico de la nobleza, que quiso dejar su impronta en la arquitectura. Palacetes como el Palacio de Escalante, la Casona de los Pérez Caballero, la de Caridad Zambrano, la del notario Guzmán, Herrera Cárdenas o el Palacio de los Priores, del siglo XVII.

Algunas de estas casas funcionan como hoteles, otras permanecen cerradas a cal y canto y en ningún sitio he visto que sean visitables o que haya algún museo, por lo que entiendo que seguirán siendo viviendas particulares.

Muy cerca del castillo está la calle de Santa María, en la que, además de casas solariegas, vimos el arco de Benalúa y los restos de la cripta y ábside de Santa María, una antigua mezquita al lado del castillo integrada en la muralla almohade. Al final de esta calle hay un mirador, el de Cerro del Cueto, donde se puede admirar el mar de olivos que tanto caracteriza a la provincia de Jaén.

El castillo de Burgalimar, sobre la cripta y el ábside de Santa María, en Baños de la Encina

Ermita de Jesús del Llano

Cogiendo aire para no echar el higadillo, subimos por la calle de la Mestanza para llegar hasta la ermita del Jesús del Llano. Vista desde fuera, no impresiona, parece una iglesia más, pero el interior nos sorprendió y nos alegramos de haber pagado la entrada.

Se trata de un camarín- torre del siglo XVIII que se construyó sobre un antiguo descansadero de ganado. Las pinturas del interior aluden a los textos del Evangelio y son bastantes descriptivas, era la manera que se tenía de enseñar a la gente en una época en la que pocos sabían leer y escribir.

La ermita de Jesús del Llano, con nido de cigüeña incluido, en Baños de la Encina

Lo que más llama la atención y deja con la boca abierta es el camarín barroco rococó, del que se dice que es uno de los más bellos de Andalucía.

Al camarín se accede por una escalera interior en el lateral y, como está abierto, lo podemos ver desde la nave de la iglesia, de la misma manera, que veríamos toda la ermita desde el mismo.

En el centro del camarín hay una escultura del Cristo de Jesús del Llano, con un juego de cuatro espejos que, si te sitúas en un punto estratégico, se ve reflejado en todos. El Cristo está rodeado de una barroca ornamentación de yeserías policromadas. No queda ni un solo hueco sin decorar, lleno de motivos vegetales, ángeles, vírgenes y santos. Desde luego, recomendable para amantes del horror vacui.

Por cierto, la visita a la iglesia no es gratis, hay existe la posibilidad de comprar entrada combinada con otros puntos de interés. Se hace en pequeños grupos y es explicada y no nos arrepentimos ni lo más mínimo.

El camarín barroco de la ermita de Jesús del Llano, en Baños de la Encina

Al salir de la ermita, y continuando por la calle Ermita, llegamos hasta el Matadero del Santo Cristo. Un edificio de una sola planta, que aún conserva la sala de matanza, aunque hoy en día se dirige a actividades más lúdicas…

Lo bueno de venir hasta aquí es que, para ir al castillo, tuvimos que atravesar por la avenida del Tamujoso, en la que hay naranjos y, un poco más adelante, una calle en escaleras desde la que se obtienen muy buenas vistas del castillo.

Os comparto la página de turismo de Baños de la Encina con mucha información turística.

El castillo de Burgalimar

La primera vez que vimos el Castillo de Burgalimar fue de noche. Cuando llegamos desde El Centenillo y dejamos el coche en el parking gratuito. El castillo, imponente, en lo alto, iluminado, te quedarían un rato sentado simplemente observando. Qué pena que hacía frío. Aunque no nos quitó que diésemos la vuelta a su alrededor para disfrutarlo un poco más.

El castillo de Burgalimar o Bury al- Hamma fue construido en el siglo X y, en la actualidad, es uno de los castillos de la época árabe mejor conservados, así como el segundo más antiguo de Europa. Se erigió para uso militar, destinado al acuartelamiento de las tropas bereberes y los materiales de construcción eran más baratos que los que se usaban para los califas, pero también muy resistentes.  

El interior del castillo de Burgalimar, en Baños de la Encina

El castillo tiene catorce torres cuadradas, además de una torre del homenaje, del siglo XV y de construcción cristiana. En el patio se conservan los restos de un aljibe, divido en dos naves y cubierto con una bóveda de medio punto.

Adicionalmente, se han hallado restos de un mausoleo romano y hay constancia de que, tras la reconquista, la parte del interior se convirtió en alcázar, levantando una muralla interior y con un torreón circular, del que sólo se conserva la base. Además, según la tradición, se cree que en 1189 nació Fernando III el Santo entre sus muros.

Desde 1828 se utilizó como cementerio y, cuando se decidió vaciar para restaurarlo, la noticia no fue muy bien recibida por los vecinos… Aunque seguro que les gustó mucho más cuando, en 1969, luce la bandera de la Comunidad Europea, concedida por el Consejo Europeo y sólo compartida con el Castillo de Florencia.

La visita al castillo se puede hacer por libre, no obstante nosotros preferimos apuntarnos al grupo guiado. Lo hicimos directamente allí y en el primero de la mañana, lo que fue un acierto absoluto porque había poca gente y conseguimos esquivar a los grandes grupos turísticos que llegaron más tarde.

El embalse de Rumblar, Sierra Morena y las murallas del castillo de Burgalimar, en Baños de la Encina

Las torres están vacías y no está permitido el acceso, en cambio, a la torre del homenaje, sí. En la primera planta, se proyecta un vídeo corto sobre la Batalla de las Navas de Tolosa, en 1212, considerada una de las más importantes de la Reconquista. Lo verdaderamente bonito es subir arriba del todo, desde donde se tienen una vistas de impresión: el castillo completo, el propio pueblo de Baños de la Encina, el mar de olivos, los montes de Sierra Morena y el embalse del Rumblar.

Os comparto este post de Castillos y Fortalezas de Jaén con información del castillo de Burgalimar.

Otros puntos de interés en Baños de la Encina

Por desgracia para nosotros, no pudimos ver ninguno de los lugares que voy a mencionar a continuación, principalmente, por falta de tiempo. Estuvimos sólo tres días en la zona y teníamos más sitios pendientes, por lo que no queda otra que elegir. Además, como era en diciembre, a las 6 de la tarde ya era de noche y hacía bastante frío, así que a esas horas, donde mejor se estaba era en un interior.

Por si tenéis más tiempo (y luz) que nosotros, otros sitios que me parecen interesantes son el molino de viento del Santo Cristo, del siglo XVIII y de estilo manchego; el yacimiento de Peñalosa, un poblado argárico con más de 4000 años de antigüedad y el ermita de la Virgen de la Encina, patrona de la villa, situada a unos 4km de distancia y edificada en distintas etapas sobre un templo primitivo.

El poblado minero de El Centenillo

Lo más probable es que nunca hayas oído hablar de este lugar. Y no te culpo, si mis padres no hubiesen tenido casa aquí, yo tampoco lo habría hecho. A través de unos familiares que tenían una casa, mis padres lo visitaron, se enamoraron y adquirieron una pequeña casa. Pasé allí vacaciones y puentes desde que nací hasta que la vendieron, cuando tenía 5 años, por motivos que no interesan.

Tengo algunos recuerdos o, mejor dicho, imágenes desdibujadas de otra época. Recuerdos infantiles rodeados de ese aurea mística, ingenua y feliz. Lo que no he perdido en todo este tiempo ha sido el enorme cariño que tengo a esta pequeña pedanía situada en la parte jienense de Sierra Morena, que no tiene ayuntamiento propio, sino que depende de Baños de la Encina. Uno de los lugares de mi vida.

Ruinas de viviendas de los mineros y, al fondo, El Centenillo

Durante el Imperio Romano, las minas de plomo y plata ya funcionaban a pleno rendimiento, sin embargo, tras la caída del imperio, el lugar quedó abandonado hasta el siglo XIX, cuando un grupo de ingenieros ingleses, tras descubrir los restos, decidieron hacer prospecciones.

Por desgracia, los restos arqueológicos se perdieron, ya fuera por el expolio que terminó con ellos en museos británicos, o por el realizado por personas sin ningún tipo de conocimiento de arqueología.

En 1865 los empresarios ingleses Haselden y Rommer crearon la Sociedad Especial Minera Río Grande con la intención de extraer filones de galena argentífera.

Se construyeron viviendas de una sola planta y en hilera para alojar a los mineros y a sus familias, a los técnicos y administradores, que estaban organizadas de manera jerárquica, divididas entre solteros y casados. Además, se dotó de servicios comunitarios como escuela, hospital, mercado, botica, iglesias protestante y católica, correos, centralita telefónica, casino, pista de tenis, campo de fútbol o cine.

Las ruinas de las minas forman parte del paisaje de El Centenillo

En 1964 se clausuraron las minas, debido a las pérdidas durante varios años. Minas que habían estado en funcionamiento durante 100 años y de las que se habían extraído unas 800.000 T de plomo.

Tras el cierre, El Centenillo tenía muchas papeletas para desaparecer, convertirse en un mero recuerdo y en una ruina. Pero no fue así. ¿Por qué? No tengo respuesta. Quizás porque no tenía que ocurrir.

En la actualidad, El Centenillo es pequeño, a unos 42km de Baños de la Encina y a 17km de La Carolina, hecho en piedra, con viviendas bajas, un entramado de calles, con pequeñas plazoletillas. Se siente la calma, si acaso, te escuchas respirar cuando tienes que subir una empinada cuesta. La población censada es de poco más de 100 habitantes, tiene pinta de que muchos con los que nos cruzamos tienen una segunda residencia.

El pueblo está muy cuidado, tiene mucho encanto, dejando atrás ese pasado minero y abrazando el turismo rural, pero sin pasarse, que ya sabemos lo que ocurre con los secretos a voces.

La fuente del Jardincillo, en El Centenillo

Aparcamos el coche en la calle Santa Bárbara, donde los jardines en terraza, con una fuente y una ornamentación de azulejos. Llegamos a la plaza de la Constitución, que mantiene el cartel del antiguo nombre, que se ha borrado, aunque se puede leer sin mucho esfuerzo. Nombre que nos lleva a una época muy oscura de nuestro pasado reciente. También conserva el cartel que indicaba la dirección en la que se hallaba la Guardia Civil.

En esta plaza han colocado un monumento a los mineros: gracias a ellos existe El Centenillo. Es lo mínimo que se podía hacer. De igual forma, es aquí donde se concentra la oferta de hostelería.

El monumento a los mineros, en la plaza de la Constitución de El Centenillo

Nos ponemos en marcha porque queremos hacer una ruta antes de comer. Una ruta de algo menos de 10km que nos llevaría por el mirador del Pozo Nuevo, desde el que se obtienen unas vistas del Valle de Río Grande y la Sierra del Puntal espectaculares. Se conservan las ruinas de algunas minas, pozos y chimeneas y hay paneles explicativos. Comparto el vínculo de Wikiloc con la ruta que seguimos.

Llegamos a las minas de Santo Tomás y El Águila, esta última es de las más antiguas de España. Ambas están inscritas en el Catálogo General del Patrimonio Histórico Andaluz y se conservan la casa de extracción, la escombrera, chimeneas y túneles.

Las últimas ruinas a las que vamos son las del mirador de Pozo Nuevo y Pozo Santo Tomás. Desde aquí, se tienen una vistas magníficas del conjunto, así como de las chimeneas de la mina de El Águila y de Sierra Morena, con los tres picos conocidos como Las Tres Hermanas y un depósito natural de agua denominado como La Charca.

Nos comemos los bocadillos en el parque infantil que no está demasiado lejos y damos otra vuelta por el pueblo. Veo la que era mi casa y no puedo evitar emocionarme. Qué recuerdos tan bonitos, aunque la imagen que tenía guardada no tenía tanto verde como el que nos está recibiendo. Compruebo con alegría que el monte que se quemó cuando tenía 5 años ha sido repoblado y está plagado de pinos. No me quiero ir nunca de aquí.

El Centenillo entre los pinos

Volvemos por la calle Mercado, con sus casas con patios delanteros, pasamos por el antiguo mercado y llegamos a la plaza de la iglesia, la Parroquia de la Inmaculada Concepción, que ya tiene la decoración navideña.

Antes de irnos y llegar a nuestro alojamiento de Baños de la Encina, queremos tomar algo. Qué malo es tener la garganta seca. Nos sentamos en la terraza del bar Alejandro y nos pedimos unas cervezas bien frías que nos sirven en unas jarras de barro. Sé que no suelo decir nombre de bares y restaurantes, pero éste me apetece mencionarlo, por los buenos recuerdos, que no tienen precio.

Entramos al interior para ir al baño y es un viaje en el tiempo, otro más. Me viene a la mente un recuerdo que no sabes ubicar: la barra a la derecha, un salón a la izquierda. Mobiliario que no ha cambiado desde que se abrió y la chimenea encendida. Olor a leña, recuerdos de felicidad.  

Recuerdos de otros tiempos

Los alrededores de El Centenillo están preparados para el senderismo y hay multitud de rutas que se pueden hacer: el complejo minero de Los Guindos, mina El Soldado, mina La Botella, pozo del Macho, barranco del Mirador, Cerro Mirador, Nava Martina o Cerro de la Cuna, por citar unos pocos. Una ruta por el campo y una cerveza fría en el bar Alejandro, sinónimos de felicidad.

Me gustaría terminar este artículo con el poema de Guillermo Sena Medina, IV JORNADA MINERA

Baja la jaula en el pozo,
se pierde en lo alto el cielo,
debajo, el negro agujero
abre sus fauces de ogro
tragándose a los mineros
que respiran en silencio.

Abrazo fuerte, de hermano,
entre martillo y minero,
para taladrar la roca
que lleva plomo en su seno,
que da mineral por vida,
que arranca sudor y miedo.

Al final de la jornada,
negros de sudor y polvo,
empujándose en la jaula
suben al son de tarantas
llevando el carburo al hombro
los mineros por la cabria.

***

Lee otros artículos relacionados: