Tras un atracón de arquitectura modernista y de despedirnos de Marisol, visitamos la Casa Amatller y, al salir, regreso a La Sagrada Familia, ya que Noe no había tenido la oportunidad de verla la primera tarde.
Bajamos andando hasta el puerto, paseando sin ningún tipo de prisa por los aledaños al Palau de la Música y el Born.
El Born y el Palau de la Música
El Born es un barrio de origen medieval que, a pesar de ser una secuencia continua de terrazas y bares, es fácil encontrar puntos de interés.
El citado Palau de la Música Catalana es un cuento hecho con azulejos de colores. Algo de lo que se dieron cuenta en la UNESCO, por lo que es Patrimonio de la Humanidad. Construido por Domènech i Montaner entre 1905 y 1908 para el Orfeón Catalán, os aseguro que su visita merece mucho la pena. El auditorio y el lucernario central dejan a cualquiera con la boca abierta. Tiene un balcón repleto de columnas diferentes entre sí que, cuando estuve en 2012 no se podía visitar, aunque en los últimos años he visto fotos en redes sociales de gente en la columnata.
Desde fuera, la perspectiva de la fachada es complicada de admirar ya que se sitúa en una zona de calles muy estrechas, además, las fotos no salen todo lo bien que nos gustarían.

La Basílica de Santa María del Mar, cuya construcción se inició en 1329 y duró tan sólo 54 años. El exterior llama la atención por las pocas ventanas y aperturas que muestra, además de ser muy sobrio y parece un bloque compacto. El interior está formado por tres naves muy austeras, en las que las paredes son lisas y brilla por su ausencia de decoración. Dicho de esta manera, parece que no invita a entrar, pero hacedlo, no os arrepentiréis. Además, como nota curiosa, la entrada es libre y gratuita. ¡Por fin un edificio gratis en Barcelona! La basílica también es protagonista de la novela La catedral del mar, de Ildefonso Falcones, así que se ha ganado a pulso que nos acercásemos a verla.
Poco a poco, el sol ha ido cayendo y ver los colores del cielo reflejados en el Mediterráneo es algo que no se puede disfrutar todos los días, sobre todo, teniendo en cuenta que nosotras vivimos en Madrid. Dura un instante, antes de que todo se tiña de negro noche. Vamos andando por el Paseo de Colom hasta que llegamos al monumento del mismo nombre. Sabemos que no conviene hacer el tonto con los horarios y, aunque sea lunes, no queremos posponer la hora de la cena mucho más. Con la esperanza y el optimismo de dar con algún lugar por el Barrio Gótico que no sea demasiado turístico, con un mínimo de calidad y con precios que no implique pagar con un órgano vital, nos adentramos en el entramado de calles. A pesar de que hay gente, hay bastante menos que cuando estuvimos el sábado anterior. Ayudadas de Google maps, encontramos una bodega que tiene las tres características que buscamos. El mejor broche para el día.

Parque de la Ciudadela
Nos levantamos por la mañana sabiendo que es nuestro último día en la ciudad. Esta vez, ponemos rumbo a la Ribera, al parque de la Ciudadela. Fue diseñado a imagen y semejanza de los parisinos Jardines de Luxemburgo. Se inauguró en 1881 y en 1888 acogió la Exposición Internacional y es muy conocido por la cascada monumental, en la que cuatro grifos expulsan chorros de agua por la boca.
Después de darnos una vuelta por el parque, nos asomamos a ver el Arco del Triunfo, construido en 1888 como acceso principal a la Exposición Universal. La verdad es que no me acerqué demasiado, sino que me contenté con verlo algo más alejada, a la sombra y es que, pese a estar en octubre, hacía calor de verano…

Desde aquí, nos quedaba un único punto que ver: la Barceloneta. Dando un paseo, llegamos a esta zona popular (o, al menos, antes lo era) de Barcelona.
La Barceloneta
La Barceloneta es un barrio de origen marinero construido durante el siglo XVIII. La zona habitada tiene una distribución de cuadrícula en la que se muestran con orgullo en distintos balcones la bandera del barrio. Hoy en día coinciden desde el moderno edificio con forma de vela de barco del Hotel W hasta casas en bloques de pisos con aspecto de ser muy humildes pero que, tristemente son noticia por echar a los vecinos del barrio para alquilarlas a precios astronómicos a turistas y teletrabajadores de otros países.
Este barrio también es conocido por la playa del mismo nombre. El día era caluroso, tenemos la playa delante de nosotras y no nos podemos bañar, no obstante, las ganas están ahí. Para paliarlo, nos tomamos algo en una terraza antes de irnos a comer. Tengo dos direcciones apuntadas con recomendación directa de una barcelonesa y, la verdad, es que los dos tienen muy buena pinta.

Según llegamos al primero de ellos, las puertas y ventanas están cerradas a cal y canto, pese a que en internet indica que a esa hora estaría abierto. En cualquier caso, da igual lo que diga internet. Está cerrado y punto. Ya sabemos que de los horarios no hay que fiarse en exceso, aunque me pregunto que alguien los tendría que actualizar…
No pasa nada, vamos a la segunda recomendación. Un sitio marinero de toda la vida en la que las raciones de pescado y frituras salen en bandejas. Mal asunto, hay gente esperando de pie y no es ni la 1 de la tarde… Con más optimismo que realismo, nos acercamos a preguntar y nos dicen que no saben a qué hora podrán darnos una mesa. Si fuese cualquier otro día, al ser pronto, nos hubiese dado igual, pero siendo el día en el que nos volvemos a Madrid, mejor no hacer experimentos con gaseosa. Lo tengo apuntadísimo para mi próxima visita a Barcelona, que no tengo la más mínima duda de que la habrá.

Valoración del viaje a Barcelona
Antes de terminar esta serie sobre Barcelona, me gustaría remarcar el comienzo del primero de los artículos. A principios de año, volver a viajar con amigas era sólo un recuerdo del pasado y, sinceramente, no contaba con ello. Por eso, cuando llegó la proposición de Marisol sólo pude decir que sí. Muchas gracias, Noe y Marisol por estos días volviendo a descubrir una ciudad tan maravillosa como Barcelona, por los buenos momentos, los vermuts y las risas. Ya sabéis que para en este 2024 tenemos que repetir la experiencia en un destino nuevo (¡y que se pueda unir Maite!) y que, cuando algo se hace dos veces, se convierte en tradición. ¡Más viajes con amigas!
También me gustaría resaltar que esta vez sí me he quitado el mal sabor de boca que me dejó la gastronomía en mi anterior visita, tal y como comentaba en el post de Foodie Love. Aseguraba que la culpa había sido mía por no saber buscar y, esta vez, he encontrado.
Continúo diciendo que, pese a que haya podido transmitir una imagen negativa de la ciudad, su visita merece mucho la pena. El problema es la elevada saturación turística que lleva varios años echando a los vecinos y sustituyéndolos por turistas, principalmente, extranjeros, ya que los precios de vivienda, ocio u hostelería no están al alcance de los sueldos españoles.
Barcelona es mucho más que la Sagrada Familia, La Pedrera o el Parque Güell, sin embargo, todos acudimos allí, sin importarnos que la visita no vaya a ser todo lo grata que debería. ¿Por qué? La respuesta os la dejo a cada uno de vosotros.
Por último, y no por ello menos importante, quiero subrayar el hecho de que Barcelona es una ciudad totalmente segura, pese a lo que se diga en determinados programas de televisión o periódicos. Ya me lo habían dicho Jordi e Isabel: hay tanta delincuencia, o falta de ella, como la que pueda haber en Madrid, Sevilla o Valladolid. Por favor, no os dejéis llevar por los prejuicios. ¿Te pueden robar? Claro, como en cualquier otro sitio. ¿Hay que tener cuidado con tus pertenencias? Por supuesto, si no, venid un domingo a El Rastro de Madrid.
Este último párrafo se lo quiero dedicar, con un poco de mala leche, a una persona que no conoce de la existencia de Descalzos por el mundo y a la que tuve el dudoso placer de conocer y que afirmaba que en Barcelona te roban hasta las bragas. Pues no. Nosotras volvimos a casa con bragas, bolsos, móviles, monederos y relojes.
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En el perfil de Facebook de Descalzos por el mundo puedes encontrar un álbum de fotos de este destino.
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