Museos de Viena, Prater y Hundertwasserhaus

Tanto para como los que ya conocéis Viena, como para los que estáis buscando el momento para ir (no lo dudéis, ¡id!), hay que tener en cuenta que, por muy espectacular que sea pasear y perderse entre sus calles, hay auténticas maravillas en el interior. No sólo los palacios, que ya son un museo de por sí, sino los propios museos. Y es que, como amante del arte, para mí, la visita a una ciudad determinada no está completa si no recorro, al menos, uno.

En el caso de Viena, los hay para dar y tomar: de distintos periodos de la historia del arte, de música, arqueológicos, de historia natural, de ciencias, casas- museo donde nació y/o vivió una determinada personalidad vienesa, etc. ¿Por dónde empiezo?

Maria- Theresen Platz, Viena

No lo puedo negar, me costó un horror elegir. Me hubiese encantado verlos todos, pero era imposible. Bueno, empiezo señalando los que considero imprescindibles y que sé que no me puedo morir volver de Viena sin haberlos conocido: Albertina y Kunsthistorisches. Por desgracia, todo apunta a que el Leopold y el MUMOK van a tener que esperar para la próxima vez. Eso sí, estaba incluida en el planning de las vacaciones el Palacio Belvedere, que es considerado museo, con una de las mayores colecciones de Klimt del mundo.

Museo Kunsthistorisches

El Kunsthistorisches entra en la categoría de lo que yo llamo “museo total”. ¿Y qué es un museo total? Para los que habéis estado en París, Londres o Nueva York y habéis visitado el Louvre, el Británico o el Met, seguro que os resulta más fácil comprenderlo: museo de arte en el que no sólo se expone pintura y escultura, sino que también se exhiben objetos de arqueología vinculados a antiguas civilizaciones de distintos continentes.

Está situado en el Barrio de los Museos, MuseumsQuartier, una zona de Neubau que se ha convertido en una especie de isla en la que haya la gran parte de museos vieneses. Un auténtico festival para los sentidos. En concreto, el Kunsthistorisches se encuentra en Maria- Theresen Platz, justo en frente del Museo de Historia Natural, Naturhistorisches Museum, y son prácticamente idénticos, de hecho, fueron inaugurados el mismo día de 1891.

El museo de Historia Natural detrás de la estatua de Maria Teresa

El museo se encuentra en un palacio construido exprofeso por el Emperador Francisco José para albergar las colecciones imperiales y mostrarlas al público. Se exhiben objetos, pinturas y esculturas que van desde el Antiguo Egipto hasta finales del siglo XVIII.

Aunque no tengas intención de entrar a ninguno de ellos, sí que recomiendo que te acerques a ver los edificios por fuera: son una auténtica maravilla, en una de las plazas más bonitas que se pueden encontrar. Una vez allí, no podía dejar de mover la cabeza de un lado para otro, alucinando con las similitudes de los dos edificios, tratando de descubrir alguna diferencia entre ellos. Me costaba irme para entrar, por mucho que me apeteciera ver lo que me estaba esperando. Belleza absoluta.

Una vez que dimos el paso, volvimos a alucinar. Ante nosotros una sala decorada con un lujo que es difícil describir con palabras: mármol, estucos, pan de oro y pinturas. Si vuelvo a decir que el Barroco no es mi estilo favorito, no me vais a creer. Además, una escalinata que he visto en muchas fotos y que, por fin, iba a ver con mis propios ojos y, sobre todo, a subir.

La escalinata de acceseo al Museo Kunsthistorisches

Como no teníamos todo el tiempo del mundo (¡ojalá!) y, ni siquiera, el día completo para dedicárselo, nos teníamos que dar un poco de brío. Además, la visita la estábamos haciendo justo antes de la hora de la comida… Después de subir la escalinata, admirar la cúpula y las columnas, vamos directamente a las galerías en las que se exponen obras maestras de Lucas Cranach el Viejo, Durero, Rubens, Rembrandt, Tiziano, Arcimboldo o Velázquez (que pintó varios retratos de la Infanta Margarita Teresa, ya que fue casada con el Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, Leopoldo I. De hecho, la infanta vivió y murió en el Palacio Hofburn).  Como veis, muy difícil nombrar sólo dos o tres autores… De hecho, recorriendo esos pasillos, se me quitó hasta el hambre.

Retrato de Maria Antonieta, de Elisabeth Vigée LeBrun

Pero no me podía ir sin visitar el ala que tienen destinado al Antiguo Egipto, una de mis partes preferidas de un museo, así que, tocaba un vistazo rápido que, por desgracia, no disfruté tanto como me hubiese gustado, y no sólo por la velocidad a la que tuvimos que verla, sino por el viaje a Egipto hace unos meses. El Museo Egipcio de El Cairo es mucho museo… me da que no voy a volver a ver de la misma manera estas colecciones en los museos occidentales (maldito Museo Egipcio de El Cairo), eso sí, ¡que me quiten lo viajao!

Con pesar, tenemos que salir e ir a comer. Por si tenéis en mente hacer una incursión en esta zona de la capital, en los patios de MuseumsQuartier hay varias cafeterías, pertenecientes todas a los distintos museos donde se come bastante bien y a un precio razonable, además de ser un oasis de tranquilidad.

El patio de MuseumsQuartier

Museos Albertina y Leopold

El siguiente que visitamos fue el Albertina. Situado en los antiguos aposentos imperiales para invitados del Hofburn. Es más pequeño que el anterior, más manejable y que abarca un periodo histórico diferente al anterior: desde el siglo XV hasta la actualidad. Nos volvemos a cruzar con Durero, además de El Bosco, Rafael, Renoir, Klimt y Egon Schiele. ¡Una absoluta maravilla!

La colección es más reducida, en consecuencia, se puede ver más tranquilamente, aunque tiene una sede adicional en la que se realizan exposiciones temporales que, por desgracia, no nos dio tiempo a visitar. Y, para los más mitómanos, la entrada es un punto clave en Antes del amanecer. Y, como soy mitómana, hubo foto.

Entrada al museo Albertina

El último museo que visité fue el Leopold. Dentro del MuseumsQuartier, contiene una de las mayores colecciones de arte moderno austriaco, desde el siglo XIX hasta la primera mitad del XX. La verdad es que, después del Kunsthistorisches y del Albertina, no contaba con ver ninguno más, pero el partner in crime se sacó un huequillo de la manga para conseguir visitarlo antes del cierre. Teníamos una hora escasa antes de que cerraran la puerta, la colección es pequeña, y nos tuvimos que dar algo de prisa, por lo que no lo pudimos disfrutar como se merece. Acompañamos en este breve paseo a Klimt, Schiele o Kokoschka, además de ver expuestos distintos objetos de decoración y muebles. Lo que más nos llamó la atención, la réplica de la muñeca a tamaño natural que Kokoschka encargó de su amante, Alma Mahler. Os comparto la historia de esta muñeca que, como poco, es interesante, si bien no deja indiferente a nadie… Y, aprovecho para recomendar la película Alma Mahler, la pasión que sirve para entender o, al menos intentarlo, esta relación tan peculiar y para darse un paseo por la Viena vanguardista de comienzos de siglo.

Muerte y vida, de Gustav Klimt

La capital austriaca tiene mucho más que museos y es que, si hay una imagen icónica de la ciudad es la de Joseph Cotten delante de la noria del Prater en El tercer hombre. Allá que vamos.

El Prater, el parque de atracciones más famoso del mundo

El Prater es un parque de atracciones al norte de la ciudad al que se llega muy fácilmente en metro. Es un recinto abierto, se puede entrar y salir sin problema y sólo pagas por las atracciones a las que quieras subir. La noria está justo al lado de la entrada y no había mucha cola. Nos pusimos, avanzamos rápido, nos hicimos unas fotos típicas de turistas que son caras y en las que salimos de aquella manera y nos montamos en una cabina.

Las cabinas están totalmente cerradas y se comparten con más gente, sin que haya en ningún momento sensación de agobio. Cada vez que una cabina está en la parte más baja, salen los ocupantes y entran nuevos, por lo que la vuelta completa tarda un rato en realizarse, pero ¿acaso tienes prisa? Se tienen buenas vistas de la ciudad, aunque está todo un poco lejano y también de las distintas atracciones del recinto.

Siguiendo los pasos de Joseph Cotten y del tercer hombre en el Prater

Cuando bajamos, dudamos qué hacer. Ni el partner in crime ni yo somos amantes de las descargas de adrenalina en los parques de atracciones, así que, para pasarlo mal, mejor no montar en nada más y la idea de darnos una vuelta por allí tampoco nos motivaba porque, al fin y al cabo, no deja de ser un parque de atracciones. Este fue el momento en el que me propuso visitar el Leopold museum. Vuelta al metro y al centro y nos damos prisa que no queda mucho para que cierre. Como ya habéis supuesto, llegamos a tiempo.

Hundertwasserhaus

Después de todo esto que conocimos de Viena, quedaba algo más que no nos podíamos perder: Hundertwasserhaus. Se trata de un complejo residencial construido entre 1983 y 1985 como viviendas sociales. Pese a que queda cerca del centro, hay que llegar en metro y, desde ahí, un pequeño paseo por una zona muy tranquila, totalmente residencial y con comercios de barrio, no obstante, según te vas acercando, el murmullo va incrementando su volumen cada vez más, señal inequívoca de que habíamos llegado.

Ante nosotros, un edificio de fachada colorida y ondulante, con aceras irregulares y adoquinadas. Un conjunto muy bonito que resalta entre el clasicismo del resto de la ciudad. Por la zona hay poco más que hacer, pero, sinceramente, merece la pena dedicar un rato en llegar hasta aquí para verlo y “hacerse la foto”.

La colorida fachada de Hundertwasserhaus

Hoy en día son viviendas en las que vive la gente, de manera que no se nos puede olvidar el respeto y hacer caso a los carteles que han colocado en los portales, indicando esto mismo.

Y, hasta aquí, el recorrido por una de las capitales más bonitas de Europa, espero que lo hayáis disfrutado.

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Puedes ver más fotos de este destino en el álbum de fotos de Viena publicado en la cuenta de Facebook de Descalzos por el mundo. También puedes encontrar otro álbum de fotos de Bratislava, que complementa el viaje.

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