Aunque la mayoría de intereses turísticos se encuentran en la zona 1, en la 2 hay también algunos barrios a los que merece la pena desplazarse.
Nuestra idea era conocer Londres a pie, pero conviene ser realista: la ciudad es inmensa, no todo está cerca de donde te alojes, lleva bastante tiempo y dedicas tiempo a algo que no aporta demasiado. Así que, sin dudarlo, nos montamos en el metro para llegar a estos lugares más alejados.
Hyde Park y Jardines de Kensington
En la categoría de parques reales (aquellos que fueron creados como coto de caza de la familia real y que pertenecen a la Corona, teniendo uso público por concesión) es el mayor de todos, con unas 142Ha de jardines.
El parque se creó tras la expropiación por parte de Enrique VIII a la Iglesia en 1536, convirtiéndolo en un coto de caza para la realeza y la aristocracia. Abrió al público en 1637 y, ya en el siglo XVIII, se llevaron a cabo importantes mejoras. En 1851 fue sede de la Gran Exposición, para lo cual, se construyó el Palacio de Cristal.
Por si esto no fuese poco, dentro del parque se ubica Speakers’ Corner, un punto de oratoria, discursos y debates libres y sin necesidad de permiso de las autoridades desde 1872.

Las sufragistas y la coalición antiguerra convocaron protestas aquí; Karl Marx, George Orwell o Vladimir Lenin lo frecuentaban y, ya en la segunda mitad del siglo XX, se han celebrado grandes conciertos, como los de Pink Floyd o Queen, así como protestas y manifestaciones masivas. En resumen, podemos decir que Hyde Park es uno de los puntos neurálgicos de Londres.
Como es lógico, Hyde Park tiene varias entradas, siendo la principal la de Victoria Gate, compuesta por tres arcos y situada en la esquina sureste. Nosotros entramos por Marble Arch, en la estación de metro del mismo nombre y donde vemos este arco.
Marble Arch es un arco del triunfo en mármol blanco, diseñado por John Nash en 1827 con la finalidad de que fuese la entrada al patio de honor del Palacio de Buckingham. Sin embargo, pocas décadas más tarde, se trasladó al lugar en el que está ahora, un tanto aislado y descontextualizado.
Me gustaría comentar que en la isla peatonal de Marble Arch estaba situado el árbol de Tyburn, un patíbulo en el que fueron ejecutadas más de 50.000 personas entre 1571 y 1783, muchas de ellas trasladadas desde la Torre de Londres.

Todo aquel condenado a muerte en Tyburn tenía derecho a unas últimas palabras y, una vez que el patíbulo se desmanteló, la práctica del discurso libre permaneció, algo muy importante en tiempos en los que la libertad de expresión estaba prohibida por ley.
El motivo de pasar por aquí era meramente práctico: el siguiente punto al que iríamos era Notting Hill y no quedaba demasiado lejos. Además, como queríamos hacer tiempo para que los puestos del mercado estuviesen montados, dedicamos un rato por la mañana a rodearnos de verde y naturaleza.
Recorrer Hyde Park por entero es imposible, bueno, mejor dicho, es posible, pero lleva demasiado tiempo y, la verdad, desde un punto de vista turístico, no sé si aporta demasiado. Nosotros habíamos planeado un paseo por distintos puntos de interés y, aunque no queríamos hacerlo a toda pastilla, tampoco nos queríamos demorar en exceso.

La parte buena de entrar por Marble Arch es que es la puerta más cercana a Speakers’ Corner. Hay algunos paneles informativos y una zona techada y poco más. A no ser que tengas la suerte (o no, según se mire) de que alguien está hablado o protestando, que no fue nuestro caso.
Desde aquí llegamos andando hasta el Serpentine. Se trata de un lago artificial, que recibe agua bombeada del Támesis. Debe su nombre a su forma curvada, que parece una serpiente y podemos ver cisnes, patos y gansos.
Continuamos por la orilla del lago hasta que cruzamos por el puente Serpentine y llegamos a la Serpentine North Gallery, una galería de arte. No pasamos, pero sí que pudimos ver algunas de las obras expuestas en el exterior.
Desde aquí, optamos por caminar en línea más o menos recta hasta los jardines de Kensington y salir por la salida más cercana a Notting Hill, entre las paradas de metro de Queensway y Notting Hill Gate.

Los jardines de Kensington es un parque el lado de Hyde Park, separados por el lago Serpentine. Forman parte del Palacio de Kensington y, al contrario que Hyde Park, cierra sus puertas al ponerse el sol. Dado que formaban parte de un palacio, resulta más elegante que su vecino.
En estos dos parques hay otros lugares que pueden resultar interesantes, como el Albert Memorial, el monumento que dedicó la reina Victoria a su marido; la estatua de Peter Pan; The Arch, la escultura de Henry Moore; la rosaleda de Hyde Park o el memorial de la Princesa Diana. Las posibilidades son infinitas.
Notting Hill
Si nos pidiesen que nombrásemos un barrio de Londres, rápido, sin pensar, creo que la respuesta mayoritaria sería Notting Hill.
Una película del mismo nombre que el barrio la puso en el mapa y, desde ese momento, no somos pocos los que nos acercamos a ver una zona con casas de colores, buscar una puerta azul y comprar o rebuscar en el mercado de Portobello Road.

La verdad es que Notting Hill no tiene mucho más para ver, además de este mercado, sin embargo, merece la pena pasear y, entre puesto y puesto, observar las casas. Eso sí, lo que no puedo dejar de preguntarme es cómo tiene que ser vivir en un sitio así.
No me refiero a uno con casas preciosas que serían portada de una revista de estilo, sino en uno en el que hay gente que considera normal hacerse una foto en tu puerta o pretender pasar a tu casa porque ha sido la localización de una película (leído en una noticia de 2024) o en uno donde los precios se incrementan constantemente porque otra vez volvemos a las películas o a Stella McCartney que, supuestamente, sigue viviendo aquí y puede ser tu vecina. La cara B del turismo.
Sobre el mercado de Portobello Road hablaré en un post futuro que reunirá todos los mercados de esta ciudad, bueno, casi todos; sobre la zona, me gustaría decir que la misma Portobello Road no es la mejor para soñar con casas bonitas (y hacer fotografías). Para ello, mejor fijarse en las bocacalles o caminar más tranquilamente por las paralelas.

Prembridge Crescent, Denbigh Road y Colville Road transcurren en paralelo y no son tres calles, sino una misma que va cambiando de nombre. Para mí, las casas más bonitas están en Lancaster Road, una calle con la que di por casualidad la primera vez en Notting Hill y volví con la firme decisión de encontrarme con ella de nuevo. Y lo conseguí.
Llegamos hasta el final de Portobello Road, curioseamos un poco en el mercado de ropa de segunda mano y decidimos buscar un sitio para comer.
Ya daré más información, pero adelanto que, en algunas ocasiones, es mejor no volver a los sitios en los que has sido feliz y, para mí, el mercado de Portobello Road, y en lo que se ha terminado convirtiendo, es un ejemplo de ello.
Como os podéis imaginar, en un barrio en el que el poder adquisitivo de los vecinos es elevado y que, además, es híper turístico, comer no es barato y, en muchos casos, ni siquiera pagas la calidad. Nosotros optamos por alejarnos un poco, al final de Portobello Road, cuando ya no hay más puestos, en una calle perpendicular, vimos un par de sitios que nos llamaron la atención y los precios eran correctos.

Uno lo descartamos porque no aceptaban tarjeta y nosotros no llevábamos libras (bienvenidos a la era digital) y optamos por el otro.
No soy de dar nombres concretos, sin embargo, en este caso, haré una excepción, que viene de la mano de una recomendación: Golborne Deli & Wine Store. Éramos los únicos turistas, la comida, pese a ser sencilla, estaba deliciosa, las raciones muy contundentes y, aun cuando preferíamos no pedir vino (con lo que cuesta una copa, sale a cuenta comprarse el viñedo), en esta ocasión, sí que lo hicimos. Además, el dueño, un siciliano afincado en Londres, estuvo charlando un buen rato con nosotros. En sitios así, da gusto.
Si eres curioso y tienes tiempo, en la zona se puede visitar el cementerio de Brompton, uno de los “siete magníficos”, en donde está enterrada la sufragista Emmeline Pankhurst o, cerca del metro de St John’s Woods, el paso de cebra más famoso del mundo en Abbey Road o Little Venice, nombre con el que es conocida la intersección entre Regent’s Canal y Grand Union Canal.
Por cierto, cuando camines por Portobello Road ve atento para no saltarte el Electric Cinema, el cine más antiguo del país.
NOTA: Justo después de terminar este post, he leído este artículo publicado en El Viajero sobre la situación en Notting Hill en los últimos días. Muchos vecinos, hartos de vivir en un epicentro del turismo, han decidido pintar sus casas de negro para que no queden tan bonitas en redes sociales.
Primrose Hill
Como no nos habíamos cansado de ver casas bonitas (o, al menos yo, no lo había hecho), antes de dirigirnos al mercado de Camden, estuvimos dando una vuelta por Primrose Hill.
Como en el caso de Hyde Park, Primrose Hill fue terreno expropiado por Enrique VIII y que perteneció a la Corona británica hasta 1871, abriendo al público un año más tarde.
Antes de pasear por sus tranquilas y coloridas calles, hicimos una parada en el parque homónimo, que coge su nombre de la colina Primrose, de 65m de altura y desde la que se tienen unas vistas estupendas de Londres.

Por cierto, Blur grabó algunas escenas del vídeo For tomorrow en este parque, donde algún fan de la banda escribió en uno de los caminos And the view’s so nice, uno de los versos de la letra, y permaneció durante algunos años, hasta que las pisadas y la lluvia la terminaron borrando. Por cierto, el vídeo es una oportunidad estupenda para ver Trafalgar Square a comienzos de los 90.
Antes de nada, me gustaría decir que, en mi opinión, Primrose Hill no es un imprescindible en Londres. Si tienes poco tiempo o, directamente, no te apetece desplazarte hasta aquí para ver casas bonitas, lo que es perfectamente entendible, Londres tiene un montón de lugares para contentar a todos.
Nosotros incluimos Primrose Hill en la lista porque esa misma mañana íbamos al mercado de Camden y, para hacer tiempo antes de que abrieran todos los puestos, optamos por pasear y aprovechar el buen tiempo y, sobre todo, por las vistas desde el mirador del parque.
Dicho esto, si además de las vistas y de la nostalgia britpopera, necesitas más motivos para ir a Primrose Hill, aquí vamos.

La zona tiene el encanto y elegancia de Notting Hill, pero sin la masificación turística de Notting Hill. No por ello es más barata, sino que yo diría que todo lo contrario: es una de las zonas más caras de Londres para vivir y, entre las tiendas de diseño, ropa, o cafeterías cuquis y la falta absoluta de franquicias, ni el partner-in-crime ni yo nos atrevimos a acercarnos más de la cuenta a curiosear. Por si cobran por mirar, más que nada.
Es uno de esos sitios en los que esperas que no te entren unas ganas de ir al baño terribles o de beber algo, por si tienes que pagar con tu primogénito.
Como mirar es gratis, eso es lo que hicimos. La verdad es que es un gusto pasear por una zona increíblemente silenciosa de una ciudad tan bulliciosa. Una vez que salimos del parque y antes de llegar a Camden, no nos cruzamos con ningún otro turista.
Casas pintadas en colores pastel, glicinas en flor y la lista de “casas que compraría si tuviese infinito dinero” aumentando sin cesar.
De esta manera, nos olvidamos de mapas y nos dedicamos a callejear un rato entre casas de ensueño. Hasta que el partner-in-crime se cansó (o, por lo menos, la primera vez que lo dijo) y decidimos poner ya rumbo hacia Camden Town que, pese a estar en el mismo distrito, está a años luz.

Sobre el mercado de Camden hablaré en un post aparte, como ya he comentado respecto al de Portobello Road. En esta zona no hay muchos más intereses turísticos, aunque, en el caso de que ya conozcas la ciudad, el norte de Londres puede ser una buena área para salir de lo típico y comer en restaurantes o pubs menos trillados.
En cualquier caso, si estás por la zona y tienes tiempo, sin ninguna duda visitaría el cementerio de Highgate, uno de los más famosos de la capital y que, sin ninguna duda, está en mi listado de pendientes.
Brick Lane y otros barrios del Este de Londres
Este barrio es, principalmente, conocido por su mercado, sin embargo, creo que, al margen de éste, merece la pena darse una vueltecilla.
Brick Lane es la calle principal del barrio Tower Hamlets, siendo, además, el centro de la comunidad bangladesí, por lo que es conocida como Banglatown. Paseando por esta zona es imposible no fijarse en el Street art y, sobre todo, en el edificio que domina la calle: Old Truman Brewery. Se trata de un conjunto de edificios pertenecientes a la que fue la mayor fábrica de cervezas de Londres. La fábrica cerró en 1989 y, tan sólo un año más tarde, se llenó de negocios y bares alternativos.

Aquí entramos en la sede de Rough Trade en la zona, imprescindible si quieres comprar música, además, es buena idea mirar el calendario de conciertos que celebra en sus instalaciones.
También en esta zona se puede ver la Gran Mezquita de Brick Lane, con la curiosidad de que ha pasado por todos los cultos inimaginables: en 1743 era una casa de oración para los hugonotes; en 1819, una capilla metodista; desde 1898 fue la sinagoga que daba servicio religioso a los refugiados de Rusia y Europa central, y en 1976, se transformó en mezquita.
Por cierto, para los amantes del crimen y el morbo, en el número 13 de Brick Lane se halló el cuerpo de Mary Nichols, primera víctima de Jack el Destripador. Hay varios tours que recorren los puntos relacionados con estos crímenes y suelen salir de White Chapel, cerca de aquí.

Los barrios del Este de Londres me parecen las zonas perfectas para disfrutar de la ciudad. Vale que no encontrarás un Big Ben o una abadía de Westminster, pero sí barrios más populares, con tiendas alternativas y restaurantes con comida de todas las partes del mundo.
Para mí, lo mejor que se puede hacer por Shoreditch, Hoxton, Clerkenwell o Spitalfiels es pasear con los ojos muy abiertos y disfrutar de sus tiendas y mercados mucho menos masificados.
Y, sobre todo, no os vayáis de la zona sin haber probado los beigels de Brick Lane Beigel Bake: que no os asuste la cola, va muy rápido y están deliciosos.

Sí, además de la comida internacional, las tiendas de ropa molona y un ambiente más local, quieres ver lugares no tan turísticos, yo apuntaría el cementerio de Bunhill Fields; el Museo de la Orden de San Juan, con su puerta medieval que daba acceso al priorato fundado por los caballeros cruzados de San Juan de Jerusalén; el Geffrye Museum, un conjunto de hospicios del siglo XVIII; o la casa de Dennis Servers, asentado en una antigua casa de comerciantes hugonetes que Servers se dedicó a conservar y restaurar.
¡Londres es infinito!
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