Recorrido por Ereván: historia, cultura y gastronomía en la capital de Armenia

Elegante. Soviética. Europea. Vibrante. Tradicional. Moderna. Coches de lujo y Ladas. Sorprendente. Llena de contrastes. De todas estas maneras se puede describir Ereván, la capital de Armenia.

Aunque había visto algunas fotos del Centro Cafesjian para las Artes, no tenía grandes expectativas respecto a esta ciudad. Algún que otro paseo, salir a cenar y a tomar un vino y de vuelta al hotel para dormir. No podía estar más equivocada. Esto es lo que pasa cuando no tienes expectativas de ningún tipo: que te sorprende para bien.

El jardín de las esculturas que da acceso al Centro Cafesjian

No quiero engañar a nadie: Ereván no es Viena, Edimburgo ni Berlín, pero tiene ese punto atrayente, que te engancha, que hace que camines por sus amplias avenidas y pienses “cómo mola”, que te quedes con ganas de haberle dedicado un día más, que recibas un bofetón de dolor en el Museo Conmemorativo del Genocidio Armenio y te arranque una sonrisa con las estupendas vistas del monte Ararat.

Antes de recorrerla, de desvelar sus numerosos puntos de interés, vamos a hacer un repaso por su historia.

Brevísima historia de Ereván

En el año 782 a.C. el rey Argishti I de Urartu construyó la fortaleza de Erebuni, en el ensanche del río Hrazdán en la llanura de Ararat. Dado que es el germen de la actual Ereván, podemos decir que estamos ante una de las ciudades más antiguas del mundo. Por cierto, los armenios comentan con orgullosamente que Ereván fue fundada 30 años antes que Roma y me parece un dato muy interesante para compartir.

Dada su situación estratégica, al igual que el resto del país, fue disputada por persas, romanos y partos, hasta que, finalmente, pasó a dominio musulmán, hasta la anexión rusa en 1828.

Tras el final de la I Guerra Mundial, fue declarada capital de la República Democrática de Armenia, sin embargo, en diciembre de 1920 fue ocupada por el Ejército Rojo, quienes disolvieron la república. Ereván siguió siendo la capital, esta vez, de la República Socialista Soviética de Armenia.

Iglesia de Katoghike, el edificio más antiguo que se conserva en Ereván

En la etapa soviética, se transformó en una ciudad moderna, centro cultural y científico, gracias a, entre otros, el arquitecto Alexander Tamanian. Conviene destacar que Ereván no tiene un centro histórico, ni ruinas con siglos de antigüedad, ya que fue devastada por un terremoto el 7 de junio de 1679 y lo único que se conserva anterior a esa fecha es la pequeña iglesia de Katoghike.

El urbanismo planteado por Tamanian es un tanto peculiar, dentro de la uniformidad de las urbes socialistas: presenta una disposición radial circular, surcada por amplias y largas avenidas, que apuntan hacia el monte Ararat. La parte negativa de esta modernización es que mezquitas, buena parte de las iglesias, caravanserais o distintos edificios históricos fueron demolidos.

Me gustaría resaltar que, en 1965, se celebró una protesta antisoviética, la primera de la URSS, para exigir el reconocimiento del genocidio por parte de las autoridades.

Tras las protestas, se erigió el Monumento Conmemorativo del Genocidio Armenio

Tras la caída definitiva de la URSS, Ereván fue declarada capital de la República de Armenia, no obstante, el camino de la libertad estuvo lleno de peligros: sin suministros de gas ni electricidad, hambre, escasez, mercado negro, pobreza absoluta.

Se han invertido muchos millones en intentar ocultar o borrar los símbolos y características soviéticas que la definían. ¿Lo han conseguido? Si comparo Ereván con Sofía o Moscú, está muy lejos, pero no puede ocultar el pasado socialista, aunque resulta bastante más refinado.

En la actualidad, viven cerca de 1,1 millones de personas, siendo la población con más habitantes del país y atrayendo a un porcentaje muy elevado de habitantes armenios.

Ereván es compacta y cómoda para conocer andando y se puede llegar a pie a la mayoría de puntos de interés. Calzaros las zapatillas de deporte que nos vamos a conocerlos.

Centro Cafesjian para las Artes

También conocido como la Cascada, sin duda, uno de los mayores atractivos de Ereván. Una cascada de piedra, con fuentes en los distintos niveles, esculturas que invita a sentarse y disfrutar de las mejores vistas de la ciudad.

Concebido en la década de 1920 por Alexander Tamanian, las obras no empezaron hasta sesenta años más tarde, a pesar de que se paralizaron por un terremoto en 1988 y por falta de fondos, de hecho, la última planta se quedó sin hacer. El filántropo de origen armenio Gerard Cafesjian completó la financiación y contribuyó a inaugurar este centro cultural de arte contemporáneo.

La fuente de los nadadores, en el Centro Cultural Cafesjian

Antes de entrar y disfrutar de todo el arte que alberga, mejor paseamos por el jardín de esculturas, con obras de artistas como Fernando Botero, Saraj Guha, Christopher Hiltey o Joana Vasconcelos. Según vas caminando, vagando por este museo al aire libre, la Cascada queda más cerca, se puede divisar claramente los distintos niveles, pero lo bueno, está por llegar.

Optamos por subir en las escaleras mecánicas interiores, y pasamos por un espacio muy amplio y luminoso, gracias a las salidas al exterior en las distintas plantas. No está recargado, tiene el número exacto de piezas y se anuncian exposiciones temporales en galerías asociadas.

Sin ninguna duda, el Centro Cultural Cafesjian es un imprescindible de Ereván

Según subimos, nos encontramos con el icónico sofá Bocca, la torre de cristal Swarovski y obsidiana, la orquídea gigante de Maylee Christie o la mariposa gigante de Richard Cresswelle, entre otros. ¡Es un gustazo pasar por aquí!

Cuando llegamos a lo más alto, salimos a la terraza. Nos reciben un conjunto de fuentes con formas de pétalos, las esculturas de los nadadores, Ereván a nuestros pies. Vamos bajando, de nivel en nivel. Todos iguales, todos diferentes. Merece la pena dedicarle tiempo, bajar pausadamente, entretenerse con los detalles y observar. Sí, aunque parezca mentira, esta belleza arquitectónica es de la etapa soviética.

A última hora de la tarde, no pudimos evitar volver por aquí. Los atardeceres suelen ser mágicos en muchos lugares y, en el Centro Cafesjian, se lleva la palma: el sol dorado sobre la piedra blanquecina, las esculturas que luchan contra la oscuridad y, poco a poco, la iluminación anaranjada se torna protagonista.

Una de las fuentes más icónicas del Centro Cultural Cafesjian, sí, de la época soviética

Por cierto, las fuentes de la Cascada no estaban en funcionamiento en abril, época en la que visité Armenia. Según Hasmik, nuestra guía, tanto éstas como las del resto de la ciudad, se encienden en mayo y permanecen todo el verano. La parte mala es que no las pude ver; la buena, que en verano hace un calor del demonio.

Para más información del Centro Cafesjian, os comparto su web oficial.

Museo Conmemorativo del Genocidio Armenio

Necesario e imprescindible. No concibo visitar Armenia y no visitar la exposición sobre el Genocidio Armenio. Aunque duela, aunque se te salten las lágrimas, aunque no dejes de preguntarte por qué el ser humano es capaz de realizar tales crueldades. Uno de los mayores genocidios de la historia que apenas ha sido reconocido por 34 países, entre los que no está España, por cierto.

Un museo inaugurado en 1995, situado en lo alto de la colina Dzitsernagapert, subterráneo, pero con aspecto de fortaleza. Bajamos y recorreos el pasillo curvilíneo leyendo los carteles que explican, en armenio e inglés, los hechos acontecidos. Fotografías de la sociedad de la época, vídeos, portadas de revistas internacionales que lo denunciaron en su momento, los rostros de víctimas, tanto célebres como desconocidos, los rostros de algunos culpables, imágenes de manifestaciones y protestas a lo largo y ancho del mundo denunciándolo. Imposible que no se escape una lágrima.

El renacer de Armenia, en el Museo Conmemorativo del Genocidio Armenio de Ereván

Antes de salir, una ventana a la esperanza: el monumento que simboliza el renacer de Armenia. Un árbol que es tan fuerte que rompe la roca y, en su rama más alta, el ave fénix. Necesario e imprescindible.

En el exterior, y recuperándonos de este rato, nos recibe una muralla de 100 metros de largo con los nombres de las ciudades y aldeas en las cuales se llevaron a cabo estos asesinatos. Al final, se ve la estela, con sus 44 metros de alto que simboliza el renacer de los armenios. A su lado, las 12 losas de basalto que representan las provincias de Armenia occidental que perdió a favor de Turquía tras un armisticio acordado entre Atatürk y Lenin al terminar la I Guerra Mundial. Dentro de ellas, la llama eterna, como signo de duelo.

La llama eterna, en el Monumento al Genocidio Armenio de Ereván

Para más información, comparto su web oficial.

Plaza de la República

La plaza de la República es uno de los centros neurálgico. Diseñada por Alexander Tamanian, rodeada por impresionantes edificios de toba, que evidencian el origen volcánico de la región y que le otorgan color, al diferencia de otras urbes soviéticas. Toba frente a hormigón. Ereván sale ganando.

Antes de 1991 era conocida como la plaza de Vladimir Lenin y había un gran búnker construido durante la Guerra Fría que, por desgracia, se encuentra cerrado. Los edificios son majestuosos, entre los que se encuentran la Galería Nacional Armenia, Museo de Historia de Armenia, el hotel Marriott, así como distintos edificios gubernamentales. En verano, las fuentes danzantes son un espectáculo bastante recomendado, con el agua moviéndose al ritmo de la música, qué pena no haberlo podido ver.

Uno de los edificios gubernamentales de la plaza de la República de Ereván

Nos quedamos en la misma puerta del Museo de Historia de Armenia, no llegábamos a tiempo para la última admisión y no tuvimos más ocasiones para visitarlos. Al final, va a resultar que un sólo día en Ereván no es suficiente. Nos perdimos, entre otros, una colección de objetos de la Edad de Bronce excavados de la necrópolis de Lchashen, cerca del lago Seván.

Paseo desde la plaza de la República hasta el Centro Cafesjian

Un buen recorrido para coger al pulso a Ereván y no perdernos gran parte de sus atractivos es que el une la plaza de la República hasta el Centro Cafesjian. Casi en línea recta, algo menos de 2km y una media hora andando. Pero ¿quién quiere hacerlo a buen ritmo si puedes hacerlo tranquilamente y fijándote en todo lo que sale a tu paso?

Partiendo desde la calle Abovyan, una de las principales y con muchísima vida, llegamos al peculiar cine Moscú, situado en la plaza Charles Aznavour, cantante francés de origen armenio. En esta plaza hay un tablero de ajedrez enorme que funciona como parque infantil, una estatua gigante de una araña, parecida a la de Bilbao, de Ara Alekyan y una fuente, que resulta ser una alegoría del zodiaco y que, por suerte, fue la única que conseguimos ver encendida.

Plaza de la República de Ereván

El cine Moscú sigue en funcionamiento desde la etapa soviética y es el más antiguo de la ciudad, además de uno de los pocos cines que quedan. Lo que no estoy tan segura de la ubicación elegida: para construirlo, se demolió la iglesia de San Pedro y San Pablo, del siglo VII.

Continuamos por la Avenida del Norte, una inmensa calle peatonal, llena de comercios, cafeterías y restaurantes, hasta que llegamos a la plaza de la Libertad.

Se trata de una esplanada en la que llaman la atención los estupendos jardines y, especialmente, el teatro de la ópera. Con representaciones de ópera y ballet de primer nivel, sin duda, es la más importante de Armenia.

Para los que estéis valorando acudir a alguno de sus espectáculos o queráis hacer un tour, aquí va la web oficial con la cartelera y la información práctica.

La ópera de Ereván

Bordeando esta edificio, llegamos a la confluencia de las avenidas Mesrop Mashtots y Sayat- Nova y, aunque pueda sonar a asfalto y hormigón, esta zona está llena de parques, con árboles muy frondosos y fuentes.

Cuando conseguimos cruzar, llegamos al comienzo del jardín de esculturas del Centro Cafesjian, siendo lo primero que vemos una estatua de Alexander Tamamyan, el principal arquitecto, y como curiosidad, un mapa de Ereván.   

Monumento Madre Armenia y vistas del monte Ararat

Hay algo que captó poderosamente mi atención, sobre todo por la noche, cuando está iluminado: el Monumento a la Madre Armenia.

Situado en lo más alto, esta estatua de 22m de alto que representa una mujer de rostro severo y espada en mano. Aquí era donde se erigía la estatua de Stalin y, cuando se retiró en 1967, el pedestal se mantuvo. Si te fijas bien, se pueden ver símbolos de la antigua URSS como la hoz y el martillo.

El monumento a la Madre Armenia

Dentro del pedestal hay un museo militar con fotos de la participación de Armenia en la II Guerra Mundial y, en los alrededores, se pueden ver aviones y distinto armamento militar, distintos memoriales (el fuego eterno, el de los Héroes de la Guerra de Abril o el del Monte Melkonyan) y un parque de atracciones.

Pero, si hay un motivo de peso para subir hasta aquí, es el mirador. Sin ninguna duda, el mejor de Ereván. No es sólo que se vea toda la ciudad, es que, si el día está despejado, el monte Ararat presume de nieves perpetuas. ¡Qué maravilla de lugar!

El monte Ararat presume de nieves perpetuas y el mejor sitio para verlo es desde el mirador de la Madre Armenia

Otros puntos de interés

Cuando comentaba que Ereván es un destino al que merece la pena dedicar más de un día, es por algo: y es que tiene más puntos de interés que resultan muy gratificantes.

La mezquita azul es la única que se mantiene activa en la capital, del siglo XVV y reconstruida con financiación iraní, tienes que saber dónde está porque, desde fuera no se ve nada. Según crucé por la puerta, automáticamente me trasladé a Uzbekistán, a los caravanserais. Nos recibe un jardín con vegetación y una fuente, un centro cultural y madraza con la decoración de mosaicos típica, así como la propia cúpula de azulejos turquesas. Es un remanso de paz y no se escucha nada el tráfico del exterior.

La mezquita azul de Ereván

Ereván está plagada de museos muy interesantes: el ya mencionado Museo de la Historia de Armenia, el Centro de Creación Popular, el Museo de Arte Moderno de Ereván o el dedicado al director de cine Sergei Paradzhanov, por mencionar unos pocos. Debido a la falta de tiempo, sólo pudimos visitar uno, el Museo de los Manuscritos, o Matenadarán.

Se trata de uno de los museos más visitados del país y es todo un orgullo para los armenios. En este edificio soviético, construido en toba en 1957, nos da la bienvenida Mashtots, el creador del alfabeto armenio, además de otras estatuas de distintos escritores.

Teníamos contratada una visita guiada en español, aunque los carteles están también en inglés, y Mari, la guía que nos acompañó, nos habló de que se atesoran en torno a los 23.000 manuscritos, muchos de ellos bellamente ilustrados. Se exponen obraas en griego, farsi o árabe, además de armenio, con distintas temáticas, como filosofía, música, medicina o botánica y algunas con unas portadas que son auténticas obras de arte.

El Museo de los Manuscritos o Matenadarán

Os comparto las páginas oficiales de algunos de estos museos, en inglés, con toda la información práctica: Museo de la Historia de Armenia, Museo de Arte Moderno de Ereván y Matenadarán.

El primer contacto que tuve con Ereván fue el Mercado de Arte, también conocido como Vernissage. Muy cerca de la plaza de la República, es un mercado al aire libre en el que se pueden encontrar piezas de artesanía, juegos de ajedrez, bisutería de distintas calidades y otros souvenirs. Pese a que fuimos en domingo, cuando más movimiento hay, el tiempo no acompañaba y, como empezó a llover y se acercaba la hora de cierre, gran parte de los puestos cerraron, por lo que lo vi de una manera un tanto descafeinada.

En el caso de haber tenido más tiempo, hubiese visitado el templo subterráneo de Levon. Levon excavó, por petición de su mujer Tosia, un complejo de cuevas subterráneas durante más de 23 años, cuando lo que ella quería era un sótano para las patatas.

También me hubiese acercado a la catedral Surp Grigor Lusavorich, o de San Gregorio el Iluminador, que se construyó entre 1997 y 2001 para celebrar los 1700 años de cristianismo en Armenia. Sin embargo, con la cantidad de monasterios que he visitado en una semana de viaje, ¡creo que voy servida!

Uno de los manuscritos que se atesoran en el Museo de los Manuscritos

Por último, como amante de las piedras, me hubiese desplazado hasta el Museo- Reserva Histórico y Arqueológico de Erebuni, que data del año 782 a.C. Restos de la ciudad antigua, la fortaleza de Argishti I, así como un pequeño museo con piezas encontradas en las excavaciones del palacio.

Hasta aquí, el recorrido por Ereván. Dejo para un post futuro su arquitectura soviética, que es muy interesante, así como las mejores muestras que se conservan.

Como veis, Ereván da para más de lo que podemos imaginar. Se abrió ante mí una ciudad apasionante, llena de rincones inesperados. Tuve la inmensa suerte de cenar (sin reservar) en el recomendado Lavash, de haberme sentado en una terraza muy cerca de la Ópera y de haber probado muchas de sus delicias culinarias, como tolma de hojas de parra y de calabaza o los quesos.

Y de postre, una de las fuentes del Centro Cultural Cafesjian iluminada por la noche

Ya sabéis que no soy muy dada a dar nombres concretos de restaurantes o bares, de todas formas, si alguno de vosotros tiene pensado visitar Ereván y quiere recomendaciones, de restaurantes o visitas, que me escriba por privado.

¡No os la perdáis!

***

Lee otros artículos de este viaje y relacionados: