Aranjuez y sus jardines históricos: Patrimonio de la Humanidad muy cerca de Madrid

Aranjuez es un municipio del extremo sur de la Comunidad de Madrid, entre los ríos Tajo y Jarama, con un extraordinario patrimonio que le valió ser declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 2001.

Viviendo en Madrid, he estado en varias ocasiones en Aranjuez y, con la llegada del otoño, el partner in crime y yo decidimos ir a pasar el día para volver a disfrutar de esta localidad, los jardines y los colores en los árboles, excursión a la que se apuntó nuestro amigo Carlos.

Antes de contar cómo fue el día y todo lo que se puede ver en Aranjuez, vamos a dar unas pinceladas para ubicarla.

Brevísima historia de Aranjuez

Aranjuez lleva varios siglos siendo asociado a nobleza y realeza, sin embargo, por el hecho de estar en la confluencia de dos ríos, hizo que pobladores de distintas culturas se asentaran en estas tierras. Se han encontrado hallazgos procedentes del Neolítico, la Edad de Bronce y la Edad de Hierro.

Durante la romanización del territorio, fue escenario de la batalla del Tajo, entre los cartagineses de Aníbal y los carpetanos, en el 220 a.C., aunque, tras la ocupación de Toletum en el 193 a.C. toda la zona pasó a ser posesión romana.

El Palacio de Aranjuez y el Jardín de la Isla

Ya en el siglo XVI, durante el reinado de Felipe II, el rey concibió un palacio y dictó una orden por la cual no se podían construir casas particulares. Todas las tierras quedaron a disposición del rey y se dedicaron, prácticamente en su totalidad, a la caza.

Con la llagada de los Borbones al trono, Felipe V reanudó las obras en el palacio, que recuperó el esplendor bajo el reinado de Fernando VI y Bárbara de Braganza que, además, abolieron todas las prohibiciones para facilitar que se erigiera una ciudad, con el fin de que la nobleza, embajadores, funcionarios o criados acompañantes pudiesen acomodarse.

Jardines del Parterre, Jardín de la Isla y Jardín del Rey

El Jardín del Parterre es un ejemplo de jardinería clásica francesa y data de los tiempos de Felipe V. Al entrar por la puerta, nos dio la bienvenida la Fuente de Hércules y Anteo y, justo detrás, la Fuente de Ceres, diosa de la agricultura, las cosechas y la fecundidad. Pero, además de este conjunto monumental con el palacio de fondo, hay algo que, sin ninguna duda, va a atraer todas las miradas: el río Tajo.

Nos asomamos por el puente, donde el río trascurre más mansamente y, de fondo, los colores otoñales de los árboles del Jardín de la Isla hacen que la visión sea muy bucólica.

Los colores del otoño en el Jardín de la Isla y el río Tajo a su paso por Aranjuez

Seguimos paseando tranquilamente, no tenemos prisa y, sin darnos cuenta, estamos ya en el Jardín de la Isla. Pasando al lado de una esfinge, cruzamos por un minúsculo puente, justo al lado de la Cascada de las Castañuelas, y nos vemos rodeados de más fuentes y los colores amarillentos y ocres de los plátanos centenarios.

El Jardín de la Isla se llama así por estar entre las aguas del Tajo y es un ejemplo de jardín renacentista italoflamenco. Caminando por la calle central, tenemos los jardines a un lado y el río al otro, mientras que, por encima de nuestras cabezas, los plátanos nos protegen.

Después, merece la pena entrar en los jardines y caminar sin rumbo por sus senderos, con el manto de hojas secas en el suelo, pisarlas, levantarlas al andar, oír el crujir. Esto es el otoño para mí. Aunque hay gente, es fácil encontrar la soledad y el silencio que se agradecen en un lugar así.

Esta parte de los jardines tiene muchas fuentes, alguna de ellas muy conocidas, como la de Hércules e Hidra, la de Neptuno o la del Reloj, cuyo chorro de agua va marcando las horas sobre el borde de la fuente. Una de las más famosas es la Fuente del Niño de la Espina, en la que vemos a un niño sentado quitándose una espina del pie izquierdo. El niño queda rodeado por cuatro arpías de las que salen distintos chorros de agua.

La Fuente del Niño de la Espina, en el Jardín de la Isla, una de las más conocidas de Aranjuez

El último jardín que recorremos antes de entrar al palacio es el Jardín del Rey, ya integrado en el mismo. Es mucho más pequeño y su uso era exclusivo del rey, en el que la simetría es la protagonista absoluta que rige las galerías y los setos.

Salimos por la puerta adyacente a este último jardín y, bajo los soportales, llegamos a la entrada del palacio.

El Palacio Real de Aranjuez

Cuando planeamos la visita a la ciudad, teníamos muy claro que había que visitar el interior del palacio. Compramos las entradas por anticipado para evitar sustos y entramos sin esperar colas.

El palacio que vistamos hoy en día se debe a Fernando VI, que ordenó la reconstrucción del lugar tras un incendio. Carlos III mandó ampliarlo, siendo Sabatini el autor de las alas que limitan con la Plaza de Armas.

El Palacio de Aranjuez desde el Patio de Armas

Según entramos, admiramos la espectacular escalera obra del arquitecto Bonavía, con una balaustrada de estilo rococó y una enorme lámpara de araña. Después comienza la visita por una sucesión de salones y estancias privadas de los monarcas.

Es imposible mencionarlos todos, sin embargo, sí que me gustaría hablar de algunos de ellos, los que más me han gustado o llamado la atención.

La Antecámara de Música era utilizada para la recepción de grandes personalidades y está adornada por cuadros del siglo XVII de la Escuela Italiana, así como por otros de temática religiosa, obra de Solimera.

Por el Anteoratorio y el Oratorio de la Reina accedemos a la Sala del Trono. El mobiliario de esta sala es de la época de Isabel II, excepto los dos tronos, de estilo Luis XVI. La pintura de la bóveda representa a la monarquía, simbolizada en la Corona Real, sujetada por las figuras de Venus y la Industria.

La Sala de Fumar de Francisco de Asís, también conocida como Gabinete Árabe, está decorada inspirándose en la sala de las Dos Hermanas de la Alhambra de Granada. La sala es muy pequeña y, como su nombre indica, era utilizada como sala para fumar.

La Antecámara de Música en el Palacio de Aranjuez

El Gabinete de Porcelana es uno de los más llamativos de todo el Palacio, no apto para los que rehúyen del horror vacui. Todas las paredes y techos están decorados de porcelana en relieve, de estilo rococó y chinesco, con formas de hojas, frutas, monos, troncos de árboles, así como distintas personas vestidas con ropas orientales. Se trata de una de las principales obras de la Real Fábrica de Porcelana del Buen Retiro.

Tras pasar por el Comedor de Gala y el Dormitorio del Rey, llegamos al Salón de los Espejos, la habitación mejor conservada.

Y, en cuanto nos queremos dar cuenta, estamos de nuevo en la escalera principal. La visita completa, yendo con calma, haciendo fotos, leyendo los carteles y observando lo que tenemos ante nosotros, lleva poco más de una hora.

La decoración excesiva del Gabinete de Porcelana en el Palacio de Aranjuez

Antes de salir del recinto, cruzamos por el espectacular Patio de Armas y, desde aquí, salimos directamente a la Plaza de las Parejas y la Casa de Oficios y Caballeros.

Os comparto la página web del Palacio de Aranjuez para toda la información práctica.

Plaza de las Parejas, Casas de Oficios y Caballeros e Iglesia de San Antonio de Padua

La Plaza de las Parejas es un espacio enorme, justo en la puerta de entrada del palacio de Aranjuez, en la que se celebraban corridas de toros o distintos juegos, entre los que se incluía el de las parejas, que da nombre a la plaza.

Las Casas de Oficios y Caballeros, conocida por las arcadas, ocupa toda una manzana y fue construida, entre los siglos XVI y XVII, con la finalidad de alojar a cortesanos y empleados de la corte. Desde el siglo XIX se destina a actividades administrativas.

De fondo, el Palacio de Aranjuez, y a la derecha, la Casa de Oficios y Caballeros

Pasando por debajo de uno de los arcos llegamos a la vecina Plaza de la Mariblanca, donde se ubica una fuente del mismo nombre y la Iglesia de San Antonio de Padua.

Esta iglesia es del siglo XVIII, de estilo barroco, y con una forma un tanto peculiar, ya que la planta central es circular unida a galerías porticadas a ambos lados.

Desde aquí, ya nos fuimos directos a comer y a tomar un café y, al terminar, fuimos directamente al Jardín del Príncipe.

Jardín del Príncipe

El Jardín del Príncipe compensa por sí solo la visita a Aranjuez. Fue creado por Carlos IV y es el más extenso de la villa.

Uno de los lugares que más me gustan son los Chinescos, un conjunto de construcciones, sin más finalidad que la estética, con un aire oriental.

Aquí también se encuentran muchas fuentes y un elevado número de árboles que figuran en el Catálogo de Árboles Singulares de la Comunidad de Madrid. Sin embargo, creo que lo mejor de estos jardines es pasear sin rumbo, más que hacerse con un mapa o seguir los puntos marcados como interesantes en Google Maps. Limitarse a pasear, observando la vegetación, los árboles, sentarse en un banco a ver la vida pasar.

Paseando sin rumbo por los Jardines del Príncipe

Debido al tamaño de estos jardines, es muy fácil dar con esa paz, aunque es fácil de suponer que en los alrededores del estanque habrá más jaleo.

La época en la que más me gusta visitar este jardín es en otoño, porque soy una enamorada de los colores, pero reconozco que la primavera, con su manto verde plagado de flores, es también un buen momento para disfrutarlo.

En este jardín también se puede visitar el embarcadero y el Museo de las Falúas. Del embarcadero partían las travesías organizadas por Fernando VI y Bárbara de Braganza, así como las falúas (embarcaciones barrocas de lujo), en las que la familia real y la corte navegaban por el Tajo.

En el Jardín del Príncipe se ubica también la Casa del Labrador, un palacete que mandó construir Carlos IV para pasar la primavera. En la actualidad la Casa del Labrador permanece cerrada y no se puede visitar.

Lo que hay que tener en cuenta es que el jardín no abre durante todo el día, mejor comprueba antes los horarios de cierre. No hagas como nosotros…

Los Chinescos, en los Jardines del Príncipe de Aranjuez

Según entramos por la puerta, vimos que, al estar ya en horario de invierno, cerraban a las 18h, así que nos quedaba algo menos de una hora para pasear y, sobre todo de luz. Deberíamos haber invertido el orden de los planes y haber ido directamente después de comer. En cualquier caso, ¿quién va a Aranjuez una sola vez?

Para más información sobre el Jardín del Príncipe, puedes visitar la web de Turismo de Aranjuez.

Otros lugares que ver en Aranjuez

Aunque la mayoría de nosotros limitamos nuestra visita a Aranjuez a estos puntos, sin embargo, se pueden ver algunos lugares más.

La Casa de Infantes es la primera. Encargada por Carlos III para alojar a los infantes Gabriel y Antonio en el año 1771. El aspecto exterior es muy similar a la Casa de Oficios y Caballeros y, durante la Guerra de la Independencia, fue cuartel general de las tropas napoleónicas.

El Convento de San Pascual data del reinado de Carlos III, siendo la iglesia el elemento principal cuyo altar mayor está decorado con un cuadro de Antonio Raphael Mengs que representa a San Pascual Bailón adorando al Santísimo Sacramento. Tras las Guerra Civil, el convento fue usado como campo de concentración y prisión.

Jardín del Rey, plaza de las Parejas y Casas de Oficios y Caballeros vistos desde el Palacio de Aranjuez

Por último, hay un lugar especial que encontré por casualidad en la anterior visita que había hecho y que sale como localización en la película de La virgen roja. Se trata de un conjunto de corralas típicas. La gran parte de edificios que se ven en Aranjuez son de pocas alturas, con un desgaste importante, cuando no, abandonados. Muchos esconden en su interior patios centrales y las casas se construyen en torno a ellos con balcones. Me gustaría remarcar que se trata de viviendas particulares, por lo que si te asomas a una de ellas, tiene que ser con el máximo respeto: a nadie le gusta que entren en su casa unos desconocidos a hacer fotos.

Para más información sobre todos estos lugares, aquí tenéis la página de Turismo de Aranjuez.

Visitar Aranjuez da para mucho, y eso que nosotros nos perdimos algunos puntos, así tenemos una excusa para volver. Después, sólo nos quedaba coger el tren y volver a casa.

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